La covid ha impuesto severas medidas en los entierros de contagiados que han hecho mucho más duro el duelo de los familiares. aythami Pérez Miguel
Un año de alarma

Un año de vidas truncadas por la covid-19

Una mujer de 89 años fallecía el 13 de marzo de 2020 en el Hospital Santiago Apóstol de Miranda de Ebro y se convertiría la primera muerte oficial de la covid-19

Sábado, 13 de marzo 2021, 09:07

Lo repetíamos como un mantra. Era la coletilla con la que completábamos el perfil de los primeros burgaleses que fallecían por la covid-19. «Persona mayor con pluripatologías. Avanzada edad con patologías previas». La pandemia, que acababa de estallar en todo el mundo, nos parecía ... no ya más letal para nuestros mayores sino que casi teníamos asumido que iban a ser ellos (y solo ellos) los que sufriesen los golpes más duros. Que la covid, salvo contadas excepciones, iba a pasar de largo para la mayor parte de la sociedad.

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En este caso, el tiempo no nos ha dado la razón y, con un año de pandemia a nuestras espaldas, somos perfectamente conscientes de que el virus no ha hecho distinciones. Que se ha llevado de nuestro lado a los mayores, sí, pero también a amigos y familiares más jóvenes. Que ha atacado sin entender de edades, dejando larguísimas estancias en cuidados intensivos con experiencias indescriptibles y ocasionando importantes secuelas (y las que están por venir). Que para algunos la covid-19 cursa asintomática y, para otros, causa la muerte. Y nadie sabe en qué grupo va a caer.

Pero en marzo de 2020 no sabíamos todo esto. Solo veíamos cómo se iban confirmando contagios (muy pocos para los que realmente había), cómo los hospitales tenían que aumentar los espacios destinados a pacientes covid, cómo las UCI se 'extendían' y cómo llegaban los primeros fallecidos. En Burgos, el coronavirus «entró» por Miranda de Ebro. Un hombre de 52 años, residente en Casalarreina y que se había contagiado en un funeral en Vitoria, fue el primer ingreso por covid de la provincia. Se conoció el 2 de marzo y, a partir de ahí, la ola fue creciendo.

Diez días después, Sanidad comunicaba la primera muerte por coronavirus. La noticia saltó el 13 de marzo, cuando Miranda había sido declarada ya zona de contención reforzada (alto riesgo, en terminología actual) tras declararse varios brotes. La fallecida era una mujer de 89 años, que estaba ingresada en el Hospital Santiago Apóstol de Miranda, y que tenía patologías previas. Por aquel entonces, la información llegaba a cuentagotas, pero Sanidad ofrecía partes diarios, con los que íbamos sumando fallecidos, de los que se conocían detalles como la edad o su evolución clínica.

La segunda muerte por covid en hospitales se registró al día siguiente, 14 de marzo. En el Hospital Universitario de Burgos fallecía una mujer de 101 años, también con pluripatologías. Y, un día después, eran dos hombres los que se sumaban a la lista, de 90 y 93 años. De nuevo, las informaciones indicaban que presentaban pluripatologías. La quinta muerte correspondía a una mujer, de 90 años, natural de Aranda de Duero pero que fallecía en el HUBU. Estábamos a 17 de marzo, con España ya confinada, y a partir de ahí la situación se descontroló.

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Empezamos a acumular decesos. Tres en un mismo día. En otras jornadas cuatro, seis u ocho. El 30 de marzo se comunicaron 12 muertes en hospitales por la covid, la cifra más elevada para una única jornada de toda la pandemia. La segunda más alta son los 10 decesos registrados el 5 de abril, el 16 de noviembre y el 5 de diciembre. Si el 20 de marzo se habían computado 12 muertes, para el 1 de abril eran ya 69. Los hospitales estaban completamente dedicados a la covid-19. Llegaron a tener 260 pacientes contagiados ingresados y 55 en cuidados intensivos. Y todo antes de acabar marzo.

Los peores registros

Luego llegaría abril, el peor mes de la primera ola en cuanto a fallecidos. Se registraron 121 muertes en hospitales. Cada vez que dábamos los datos se nos encogía un poco más el corazón, y tuvimos que esperar a mayo para dejar de contar muertos. El verano nos dio un respiro, se vaciaron los hospitales, se llenaron las calles, entramos de lleno en la 'nueva normalidad', que cortó de raíz (y sin anestesia) la segunda ola. Llegó noviembre y en Burgos se batieron récords. Se sumaron 156 fallecidos, los hospitales alcanzaron los 316 ingresos y todo se volvió a parar.

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Ahora, superada la tercera ola pero con la amenaza de la cuarta bien presente, Burgos acumula 657 muertes hospitales durante este año de pandemia. Sanidad calcula que son 1.305 las muertes que ha ocasionado la covid-19 en la provincia. Sin embargo, doce meses después de la invasión de la covid-19, seguimos sin conocer la dimensión real de la pandemia. Los decesos en hospitales son solo una parte de todas las muertes que ha producido el virus. Nos falta saber el dato exacto de fallecimientos en domicilios y aclarar qué ha ocurrido en nuestras residencias.

Los registros de la Junta nos indican que han fallecido 365 usuarios con contagio confirmado. Unos lo han hecho en los hospitales, otros en sus propios centros. Sin embargo, son 109 las muertes que no computan como decesos covid pues corresponden a residentes que fallecieron con síntomas compatibles, pero a los que nunca se les realizaron las pruebas que confirmaran su contagio. Y como ellos, otros burgaleses, pues no debemos de olvidar que, en los arranques de la pandemia, las pruebas fueron mucho más escasas de lo que son ahora. Y las confirmaciones, menores.

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El coronavirus se ha llevado a muchos burgaleses. Cierto es que el grueso de la mortalidad covid se registra en el tramo de edad de los mayores, principalmente los que superan los 80 años, pero también los que rebasan la barrera de los 60. No obstante, la estadística no se encuentra vacía en tramos inferiores. De hecho, entre los 50 y 60 han fallecido 27. Y han sido 7 entre los 40 y 50. Incluso se han contabilizado dos fallecimientos en las edades comprendidas entre 10 y 19 años. Y las nuevas variantes de la covid-19 están haciendo ahora más mella en los más jóvenes.

Un año después, seguimos viviendo en pandemia. La diferencia la marca ahora la vacuna, que nos ofrece esperanza. Se avanza en la inmunización de nuestros mayores, los más vulnerables, lo que ya ha permitido ver un descenso en ingresos y fallecimientos. La vacuna ayudará a frenar también los contagios, dando un respiro mientras se consigue la deseada inmunidad de rebaño y vencemos la pandemia. Ese día llegará. Será una victoria, pero no todos podremos celebrarla.

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Desde aquel 13 de marzo de 2020, la covid ha arrebatado cientos de vidas (millones en todo el mundo). Personas con nombres y apellidos, que deberían marcar el recuerdo de esta histórica crisis sanitaria de la que ahora se cumple un año.

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