Secciones
Servicios
Destacamos
Todavía resuenan en el silencio las palabras que el 12 de marzo de 2020 pronunció en rueda de prensa el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea: «Sobre Burgos capital, queremos insistir en que la mejor manera que la evidencia científica ... nos ha demostrado de frenar el crecimiento de la curva es lo que se denomina la cuarentena social».
El vicepresidente insistía aquella mañana en hacer entender a la población que esas medidas eran las que iban a «conseguir el aplanamiento de la curva». A su lado, la consejera de Sanidad, Verónica Casado, pasaba a dar el reporte diario de los nuevos casos covid-19 confirmados.
Según los datos que ofrecía, el escenario en Castilla y León era «de contención». Con 92 casos confirmados y 141 a la espera de resultados, en Burgos se encontraba la situación más complicada de la región con 61 casos, 27 correspondientes a la capital y 34 a Miranda de Ebro, que con medidas extraordinarias comenzaba a estar contenida.
Especial. Un año de alarma
Aythami Pérez Miguel
Patricia Carro
Gabriel de la Iglesia Susana Gutiérrez
Sin embargo, la situación de Burgos preocupaba mucho. En el hospital se encontraban 12 personas hospitalizadas en planta, mientras que en el hospital comarcal de Miranda había otras dos. De los cuatro pacientes hospitalizados en las unidades de críticos de la región tres estaban en la UCI de Burgos.
13 de
El viernes 13 de marzo la realidad como todos la conocíamos estalló. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba que decretaba el estado de alarma para que entrase en vigor el 14 de marzo, sábado, y la vida en Burgos, como en el resto del país, se paralizó.
En aquella jornada de sábado se ordenó a la población permanecer en sus domicilios salvo para llevar a cabo acciones de primera necesidad y el HUBU registraba la segunda muerte a causa de la covid-19.
Ese 14 de marzo en el que el país se paralizó, en Burgos la Junta de Castilla y León notificó 23 casos positivos de coronavirus, varios de ellos localizados en el área de Aranda de Duero, que hasta ese momento se había mantenido ajena a la pandemia. Con esos nuevos contagios, la provincia sumaba 113 casos y se confirmaba como la más afectada de toda Castilla y León.
Estábamos, aunque no lo sabíamos, dentro de la primera ola de la peor crisis sanitaria de la era moderna. El confinamiento domiciliario se recrudeció tan solo quince días después, cuando desde el Gobierno se endureció el confinamiento domiciliario. Desde el 31 de marzo y, en principio, hasta el 9 de abril, la limitación de movimientos fue total salvo para los trabajadores de actividades esenciales.
Y ahí sí las calles se vaciaron por completo. El silencio se podía escuchar y solo los aplausos que cada tarde a las 20:00 congregaba a los burgaleses en sus ventanas y balcones rompía con ese silencio estremecedor. Las calles se convirtieron entonces en la fotografía perfecta de la realidad que vivíamos: silencio, soledad, miedo.
47 días después, y tras el encierro absoluto roto únicamente para las visitas al supermercado y farmacias, comenzaron los primeros alivios de las restricciones. El 2 de mayo empezaron las franjas horarias para los paseos y realización de deporte al aire libre. Entre las 6 y 10 y entre las 20 y 23 horas los adultos, como máximo en parejas y siempre convivientes, de 12 a 19 los niños, acompañados solo por un adulto y solo una hora al día. Y de 10 a 12 y de 19 a 20 las personas dependientes acompañadas y los mayores de 70 años. Este fue el primer paso hacia la 'nueva normalidad' que tanto anhelábamos.
11 de
La nueva normalidad era entonces el objetivo y, para llegar a él, habría que pasar por tres fases. La fase 1 de la desescalada comenzó en la provincia el 11 de mayo, pero solo para los habitantes de las zonas básicas de salud de Sedano, Valle de Losa, Valle de Mena, Espinosa de los Monteros, Quintanar de la Sierra y Pampliega, que eran las que cumplían los requisitos para cambiar de fase.
En esta fase 1 llegaron los reencuentros con los seres queridos, las compras sin cita previa, las terrazas (con límite de aforo, eso sí) o la asistencia a entierros, velatorios o a la iglesia. Burgos capital no alcanzó esta fase 1 hasta el lunes 25 de mayo, cuando toda la provincia avanzó hasta esta fase para igual el ritmo de desescalada, fue entonces cuando las calles recuperaron el movimiento y el sonido. Y hasta el sol salió para celebrarlo.
La fase 2 llego el 8 de junio. A diferencia de lo que había ocurrido con la primera fase de la desescalada toda la provincia entró en ella de la mano. Los cambios de esta segunda fase pasaban, en su mayoría, por la ampliación de los permisos obtenidos en la primera. Pudieron retomarse las bodas y, además, se reabrían al público general las piscinas públicas cubiertas.
Apenas una semana después, el 15 de junio, llegaba la fase 3 a la vida de los burgaleses. En esta fase no permitieron todavía el viaje entre provincias, ni el consumo en barra en los bares, pero sí continuaban aumentando los aforos de aquellas actividades ya abiertas.
21 de
Y llegó la nueva normalidad el 21 de junio. Tras 99 días de estado de alarma volvían a abrir al público los parques infantiles, zonas deportivas y espacios de uso público al aire libre, respetando, eso sí, un aforo máximo de una persona por cada cuatro metros cuadrados. También caía la restricción de movilidad personal y se fijaban los aforos en establecimientos para asegurar la distancia personal. Además, al aire libre, la mascarilla solo era obligatoria si no se podía mantener el metro y medio de separación. La nueva realidad comenzaba.
Noticia Relacionada
Gloria Díez
Pero los cambios continuaron a pasos agigantados según evolucionaba la pandemia. El 16 de julio las mascarillas se volvieron un elemento más habitual todavía en nuestras vidas al hacerse obligatorio su uso también al aire libre.
6 de
Sin embargo, la nueva normalidad no trajo con ella la calma. En apenas un mes los datos volvieron a dispararse. Aranda de Duero resgistró un repunte de positivos, el 5 de agosto contaba con hasta 118 casos y su alcaldesa pedía a la población responsabilidad para evitar el confinamiento. Sin embargo, la Junta de Castilla y León decretó el confinamiento de la localidad tan solo un día después.
Un mes después llegó el confinamiento de Miranda de Ebro. La localidad, que fue duramente castigada durante el comienzo de la pandemia, volvía a sufrir el envite del virus. Este confinamiento se prorrogó hasta en tres ocasiones, por lo que la localidad estuvo confinada hasta el mes de noviembre.
Paralelamente llegó el tercer confinamiento para Aranda de Duero, que vio cómo de nuevo la incidencia acumulada y el número de casos positivos se disparaban de nuevo, 635 contagios por cada 100.000 habitantes abocaba a los arandinos al cierre. La segunda ola golpeaba con fuerza en la provincia y el 19 de octubre llegó el confinamiento otra vez.
La capital tampoco se libró de estas medidas restrictivas. El 21 de octubre comenzaba el cierre perimetral de la ciudad durante 14 días y se restringía al 50% el aforo de comercios y hostelería. Burgos había superado con claridad los 500 casos por 100.000 habitantes.
24 de
Sin embargo, el 24 de octubre llegó una nueva medida: el toque de queda a las 22:00 horas. De esta manera la vida nocturna acababa antes, los negocios hosteleros dejaron de recibir nuevos clientes a las 21:30 y el silencio volvía a reinar en las calles. Tan solo un día después llegó el segundo estado de alarma provocado por la covid-19. Esta vez con fecha de caducidad: el 9 de mayo. En esta ocasión no vino acompañado de un confinamiento de la población y las comunidades autónomas continuaron con la gestión de la pandemia.
El 6 de noviembre llegó un nuevo cierre de la hostelería, centros comerciales y gimnasios, que vieron de nuevo cómo debían bajar al verja a la espera de datos más halagueños. Pero estas medidas no frenaron el avance de la pandemia, por lo que el gobierno regional tomó nuevas medidas en Burgos. El 12 de noviembre la capital acumulaba 900 casos por 100.000 habitantes en siete días y el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, anunció que iba a someter a la población burgalesa a un rastreo masivo como el que estaba previsto para Aranda de Duero y Miranda de Ebro.
Volvieron las restricciones de aforo a las celebraciones religiosas y se prohibieron las reuniones de más de tres personas no convivientes. Además, desde el gobierno regional pidieron a los burgaleses que se confinaran voluntariamente.
El 20 de noviembre la Junta suspendió la apertura al público de bibliotecas, museos y salas de exposición salvo para la prestación de servicios mínimos, la investigación o el préstamo de libros. Además, se cerraron cines, teatros y auditorios, así como centros de ocio infantil, centros de interpretación y aulas de la naturaleza. El Ayuntamiento había cerrado el día anterior las instalaciones municipales. La segunda ola golpeaba con fuerza a Burgos.
18 de
La nueva normalidad volvió el 18 de diciembre, a las puertas de la Navidad. La hostelería volvía a abrir el interior de sus locales, los centros comerciales levantaban las persianas y los gimnasios recibían de nuevo a los deportistas. Además, las instalaciones municipales reabrían de nuevo.
Pero poco duró la alegría en casa del pobre. Tras los alivios de la Navidad llegaron nuevas restricciones. El lunes 11 de enero la Junta decretó el cierre de la hostelería salvo las terrazas y el servicio de comida para llevar; el cierre de los centros comerciales; el cierre de las salas de juego y bingos y el cierre de los centros deportivos que no sean al aire libre.
El 15 de enero el vicepresidente de la Junta volvía a comparecer ante los medios para anunciar las nuevas medidas que se basaban en tres ejes: limitación de movilidad, limitación de actividad y limitación de contacto social. La incidencia acumulada de la región preocupaba. Sin embargo, el inicio de la tercera ola parecía pasar desapercibida en Burgos, que mantenía la regularidad en sus datos.
16 de
Desde el sábado 16 la movilidad entre provincias quedaba prohibida, las reuniones en los domicilios quedaban limitadas a un máximo de cuatro personas y los aforos en todos los lugares de culto a un tercio, con un máximo de 25 personas. Por último, la medida más polémica establecía el toque de queda a las 20:00 horas desde ese sábado. Esta medida fue rechazada por el Ministerio de Sanidad, sin embargo no fue revocada hasta el 16 de febrero por el Tribunal Supremo, que volvía a instaurar el toque de queda a las 22:00.La Junta reaccionó entonces obligando a los establecimientos hosteleros y comercios cerrando a las 20:00 horas.
El 18 de febrero la Junta anunció el cambio de dos de las medidas restrictivas instauradas hacía un mes. Se abrían las fronteras entre provincias de la región y el aforo de los lugares de culto pasaba a depender del aforo total del templo, sin que pudiese sobrepasarse el tercio de su capacidad total. Era el inicio del fin de las medidas adoptadas para controlar la tercera ola.
28 de
La nueva desescalada llegó el 28 de febrero, cuando comenzaron las medidas de alivio en Burgos. Se eliminó el cierre a las 20:00 de los establecimientos no esenciales, que podían recibir el último cliente a las 21:30 y se flexibilizó también las visitas a la residencias de mayores, cuyos residentes ya estaban inmunizados. Pero se mantuvieron las restricciones que mantenían cerrados los centros comerciales, los gimnasios y el interior de la hostelería. También el cierre perimetral de Castilla y León y el toque de queda a las 22:00. Igualmente, no se permiten reuniones de más de cuatro personas no convivientes, en lugares públicos o privados, y se recomienda a la ciudadanía evitar ese tipo de reuniones limitadas.
El fin de las medidas restrictivas, salvo el toque de queda, el cierre perimetral de Castilla y León y el consumo en barra en los bares, llegó el lunes 8 de marzo. A partir de esa jornada cayó el cierre de los centros comerciales y gimnasios y volvió a permitir el consumo en el interior de los establecimientos de hostelería.
Además, la Junta de Castilla y León ha abierto la puerta a que el deporte escolar vuelva siempre que sea al aire libre, con mascarilla y no suponga contacto extremo. Un paso más para los niños que han sido los grandes olvidados de las medidas de contención.
Hace un año todo estalló por los aires. 366 días después, Burgos continúa adaptándose a la cuarentena social.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.