Mario Calvo es conductor de ambulancias con más de trece años de experiencia. BC
Burgaleses ante el coronavirus

«El estrés ha sido continuo, ha habido temporadas que dormía dos o tres horas por la noche»

Mario Calvo, conductor de ambulancia ·

Mario Calvo reconoce que noviembre fue un «auténtico caos», solo trasladaban a pacientes covid | La pandemia está siendo una dura prueba para este conductor de ambulancia, que ha visto los efectos del virus en compañeros, con casos muy graves

Lunes, 22 de febrero 2021, 08:13

Cuando estamos a punto de cumplir un año de pandemia en Burgos, Mario Calvo echa la vista atrás y reconoce que han sido meses «muy duros». En sus trece años como conductor de ambulancias (en Ambulancias Rodrigo) nunca había vivido nada semejante. «Nos hemos ... visto desbordados», admite, también el servicio de programados en el que trabaja, y que se encarga de trasladar a pacientes para tratamientos médicos, pruebas o consultas hospitalarias. Se ha visto mermada la plantilla mientras la presión por la covid-19 ha ido en aumento, así que ha habido momentos muy complicados.

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«Noviembre en Burgos fue un auténtico caos», recuerda, pues la capital vivió la segunda ola con una gran intensidad. «No dábamos abasto», admite, «hacíamos traslados covid por las mañanas y por las tardes, sobre todo por las mañanas; nada más que mover a pacientes covid», insiste, pues el servicio de ambulancias estaba desbordado. «El mes de noviembre hemos estado muy jodidos», pero no ha sido el único momento de la pandemia que ha saturado a los trabajadores de las ambulancias, que reconoce Mario están «cansados».

«El estrés ha sido continuo durante mucho tiempo. Ha habido temporadas que yo dormía dos o tres horas; te despertabas cuatro, cinco, seis veces por la noche. Y así hemos estado mucho meses», comenta Mario. El trabajo en el servicio de ambulancias está siendo complicado, con una sobrecarga de trabajo importante, así que Mario lo tiene muy claro: «a mí también me gustaría salir a tomar una cerveza, pero cuando no se puede, me la tomo en casa. Lo pagamos todos». Y es que los comportamientos irresponsables tienen consecuencias, aunque no sean inmediatas.

Mario Calvo admite que al virus no le tiene miedo, pero sí mucho respeto. El miedo que ha tenido siempre es a meterlo en casa, a llevárselo a los niños, pero se han librado por el momento. Eso sí, han visto a compañeros muy graves, con ingresos prolongados o incluso a punto de acabar intubados. Así que cuando se tiene la covid tan cerca «la miras todavía con más respeto». Pues el riesgo siempre está ahí, recuerda esta conductor de ambulancias, tanto se trabaje en el servicio de programados como en el de urgencias.

Para empezar, en alguno de los viajes ordinarios puedes estar trasladando a una persona contagiada, que no sabe que tiene la covid, recuerda. Pero, además, han tenido que hacer refuerzos para mover a infectados y, ahora, se encargan de trasladar a los domicilios a los afectados que son dados de alta en el hospital. Los trabajadores intentan poner todos los medios a su alcance para evitar los contagios, lo mismo que los usuarios. «El trato no es el mismo que tenías antes, es mucho más frío», reconoce, aunque «de los pacientes no nos podemos quejar porque son muy agradecidos».

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Falta de protección

De quien sí tiene más queja es de la empresa. «En un año de covid, la empresa nos ha hecho solo una PCR, en abril. Y nos costó mucho que nos la hicieran», se lamenta. Mario se ha cubierto con una prueba privada y con el cribado de Burgos, por ejemplo. Además, asegura que se han sentido «desprotegidos» pues, no solo al principio había mascarillas, guantes y y EPIs justos, sino que siguen llegando las mascarillas y los guantes con cuentagotas. «Con los equipos hemos tenido bastantes problemas, un hándicap que la empresa ha solucionado a golpes».

Al mismo tiempo, Mario aprovecha para reclamar que el personal de las ambulancias sea considerado sanitario, de primera línea porque son el primer contacto con los pacientes. Es una de las grandes reivindicaciones del colectivo profesional, que impacta también en otras cuestiones. Por ejemplo, las vacunas están llegando más lentas y «las hemos tenido que pelear», aunque se ha seguido un protolocolo lógico: primero se ha vacunado al personal del 112 y luego a programado. En el caso de Mario está pendiente ya de la segunda dosis.

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Y otra de las cuestiones que este conductor de ambulancia reclama el reconocimiento, también para el colectivo de ambulancias, de la covid como enfermedad profesional. «Es una preocupación más que tenemos», admite. Corren riesgo a diario en sus puestos de trabajo, insiste, y si se contagian pero no se considera enfermedad profesional se quedan «desamparados». Él piensa en esos compañeros que han estado graves, y a los que podrían quedarles secuelas importantes que incluso les obligarían a dejar de trabajar. Sin reconocimiento, no hay protección, asevera.

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