Forman parte del imaginario popular. Pero es posible que estos seres, que dicen los propios del lugar que existen más allá de la imaginación del pueblo, tengan un origen cierto. Y que para nada sea un ser imaginario. Que tenga base real. Que haya sido ... visto y sus conjuros experimentados por alguien.
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Son seres que no son exclusivos de una tierra concreta porque en cualquier parte del mundo, es posible escuchar una historia similar. Y con nombre similares. No dejan de ser mitos, escritos o no, pero que adquieren carta de naturaleza en la religión y el ritual.
A lo largo de los diferentes episodios de esta sección de Burgos misteriosa, hemos tratado algunos de los temas relacionados con las leyendas de seres fantásticos. Unos seres y unas historias que, ¿quién dice', sean cierta o formen parte del imaginario popular. Pero ahí están, latentes, silentes en ocasiones y surgen al abrigo de una tradición popular o un suceso.
Abordamos en otras ocasiones, la dama del Pozo Azul y el Gaiterillo de Covanera, las historias de enemiguillos y duendes, o la Cantamora de Peñaranda, pero hay otros muchos seres fantásticos de los que hoy vamos a hablar.
Los nubleros de Melgar de Fernamental son unos diablillos de las nubes.El imaginario popular de los melgarenses y de la gente de la comarca dice que es un ser con mal genio que disfruta provocando tormentas y granizos. La consecuencia es que las cosechas se echan a perder. La manera de combatir estos males de estos seres tan malísimos es con el toque de campanas
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El tañido de las campanas a nublo, el sahumerio u otros rituales, como el del lance del zapato contra la nube por parte de un exorcista para que la tormenta descargue, sólo donde caiga el zapato. Son rituales de alejamiento del diablo en realidad para que no perjudique al pueblo y se aleje.
En cierta manera este tipo de creencia es la antesala más primitiva y ancestral de las rogativas que los curas de los pueblos organizaban para atraer la lluvia o para ahuyentar los males que, en forma de inclemencias climatológicas, podrían afectar a las tierras y las cosechas.
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Según los vecinos de Barbadillo de Herreros, un pueblo de tradición industrial en la Sierra de la Demanda, la tradición y leyenda de la Paparrasolla dice que se puede salir por la noche en este pueblo «o puede que se te lleve la Paparrasolla».
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Julio César Rico
Describen a la Paparrasolla como un ser solitario con la cabeza de mujer y cuerpo de ave que vive en la torre de la iglesia y en los desvanes. Si alguien escucha sus gritos, se debe poner a cubierto de sus garras o te llevará asumido. Los niños desobedientes son sus víctimas favoritas..
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Los enemiguillos del Merindad de Sotoscueva son unos duendes que viven como parásitos en las casas donde se dedican a asustar a sus vecinos. No son peligrosos pero sí, molestos porque se divierten haciendo travesuras como cambiar los objetos de sitio.
Los alicorniosde Soto de Bureba son fieros caballos blancos con un largo y retorcido cuerno en la frente. Quiénes los han visto de cerca aseguran que, además, tienen patas de gamo, cola de león, alitas sobre las pezuñas, cabeza púrpura y ojos azules. Solo las doncellas puras pueden amansarlos y su cuerno tiene propiedades curativas y sana las picaduras de serpientes.
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Es mucho más común y popular la anjana en las montañas de Cantabria y en el norte y este de Palencia, pero toca, es colindante con todo el norte de Burgos. En esta privilegiada zona montañosa y abrupta viven las anjanas.
Son hadas, brujitas buenas. Quienes han tenido contacto con ellas, dicen que son muy pequeñas, bellas, vestidas con capa blanca; trenzas rubias y de aspecto bondadoso y sonriente. Llevan la típica varita, o báculo con estrella. Con ella alumbran a las personas que se pierden en los bosques de la montaña burgalesa, palentina y cántabra. Enseñan el camino a pastores y andarines.
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Viven en lugares subterráneo y su ayuda es fundamentalmente a la gente pobre. Su nombre remite a la mitología euskaldun y cántabra. Existen decenas de leyendas aparejadas a las anjanas como el origen de las campanillas y las quitameriendas.
Muchos de los personajes que se han creado en torno a estas creencias son los ogros y 'asusta niños'. Entre ellos, en la comarca del Arlanza, en Covarrubias, se ha escuchado durante siglos un relato que hace referencia a este tipo de personajes, más bien sacados de cuentos que de realidades.
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Aurelio Espinosa recogió a mediados del siglo pasado una de esas leyendas. Lo hizo en Covarrubias. Habla de una cabra montesina convertida en una come niños. Dice de ella misma que es la cabra montesina «que derribo montes y valles y me trago a las niñas a pares».
El cuento que recoge Espinosa dice que en esta comarca del Arlanza había una vez una mujer que tenía tres hijas; a una de ellas la mandó hacer un pañuelo, a otra un costurero y a la tercera hija, una sábana. Les prometió un pan con miel a la que primero terminara. La que tuvo el encargo del pañuelo terminó y le dijo a su madre: «Madre, ya me he terminado el pañuelo. ¡Me unte el pande miel! Y la madre la dijo: ¡Sube allá arriba y untas el pan de miel en la tinaja.
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Pero allí estaba la cabra montesina. Y cuando subió la niña, la cabra la espetó: ¡Yo soy la cabra montesina, que derribo montes y valles,y me trago [a] las niñas a pares! Y se la tragó. Lo mismo ocurrió con la hija segunda, la del costurero, y con la tercera, la de la sábana. Y como tardaban en bajar, la madre subió. Se encontró con la cabra montesina. Y supo que pasó.
Bajó llorando. Unos soldados que pasaban por la calle, la preguntaron qué le pasaba. Y la mujer les contó lo sucedido. Los soldados le dijeron : «Nosotros mataremos a la cabra montesina».
Pero la cabra les dijo: ¡Yo soy la cabra montesina, que derribo montes y valles,y me trago [a] los soldaos a pares! Y se los tragó. Lo mismo pasó con los dos guardias del pueblo. Desesperada, la mujer salió sollozando a la calle.
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Una hormiguita le preguntó que le pasaba y la madre le explicó lo ocurrido. Subió la hormiguita se la puso en la tripa a la cabra, la dio un mordisco y salieron triunfantes las tres niñas, los dos soldaos y los dos guardias.
La madre, loca de alegría, le quiso pagar a la hormiguita con dos fanegas de trigo. Y la hormiguita la contestó: «¡No coge tanto mi costalito, ni muele tanto mi molinito! Pues una fanega, le contestó la mujer y la misma respuesta obtuvo. Con un granito se conformaba la hormiguita que lo cogió y se fue contenta a su casa.
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