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Castillo de Burgos. BC

Burgos Misteriosa

El tesoro sin descubrir del Castillo de Burgos

Hace casi un siglo, en 1925, el general Centeno empezó a excavar el subterráneo del Castillo en busca de oro, plata y piedras preciosas, escondidos en algún lugar del interior de la fortaleza

Viernes, 26 de enero 2024, 07:20

Es uno de los lugares más misteriosos de la ciudad. El Castillo es un lugar que encierra muchas leyendas -no todas inventadas– que nos ofrece la posibilidad de investigar sobre su pasado y que nos transporta a una ciudad medieval llena de enigmas. No se conoce con exactitud el año de su fundación, pero el Castillo «de que nos ocupamos llamóse en lo antiguo, según unos, de las Flores, y según otros, de la Blanca», asegura Eduardo de Oliver-Copons en su monografía 'El Castillo de Burgos', publicada en Barcelona en 1893.

Entre ellos los muchos enigmas esta la historia (¿quién sabe si cierta o inventada?) de que en su interior existe un tesoro oculto. No es baladí pensar que es cierta la posibilidad de que sea realidad esa teoría. Para ello trasladaríamos esta reflexión al medievo burgalés. En el cerro de la Blanca, desde que se domina buena parte del valle del Arlanzón, se ubica esta fortaleza que tuvo una importancia estratégica de primer orden desde el siglo XI hasta bien entrado el XIX.

Su importancia militar y aristocrática fue enorme. La misma reina Isabel I, la Católica, decía que más valía «ser alcaide del castillo de Burgos que rey de Castilla». Y desde épocas inmemoriales, entre el pueblo, se dice que existen tesoros ocultos y que la fortaleza está llena de cuevas y pasadizos inexplorados que comunican el Castillo con la Catedral y con el río Arlanzón.

En 1925, el general Leopoldo Centeno empezó, a realizar excavaciones para encontrar, decía, dos archivos, uno en papel y otro en pergamino, que deben hallarse enterrados en las salas subterráneas. Guillermo S. Cardiel, en la revista Estampa, afirmaba algo que en la ciudad ya se sabe. El Castillo tiene varias fases de construcción y reconstrucción; y aporta un dato inédito hasta ese momento.

Dice que dice el general Centeno afirmaba que los estudios realizados concluyen que hay oro en las entrañas del Castillo. Lo afirma tras las investigaciones realizadas por «cuatro eminentes prospectores, uno español y tres extranjeros, y que todos ellos han coincidido en que las entrañas del Castillo,las radiaciones electromagnéticas captadas, acusan la existencia de un metro cúbico de oro aproximadamente; y habla también de otras radiaciones que demuestran que existe asimismo platino y piedras preciosas».

¿Dónde está el oro?

Es la pregunta que todo el mundo se puede hacer ahora. Porque si es así, las obras que se llevan a cabo en la actualidad debieran llevarnos a descubrir esta fantástica beta. Lo cierto es que el general Centeno se dejó su fortuna en las excavaciones a principios del siglo pasado. Y la pregunta va más allá ¿quién depositó allí ese tesoro? ¿Fueron las tropas francesas que invadieron y tomaron como polvorín el Castillo? ¿Es parte de la fortuna de los viajes a América de Cristóbal Colón y que los Reyes Católicos escondieron en él?

Desde aquella incursión del general Centeno, solo los Bomberos de Burgos, en los años 90, se ha atrevido a entrar en las entrañas del Castillo. La conclusión que sacaron es que la investigación sólo había empezado.

La historia del Castillo, su largo paso por los siglos, la variedad y cantidad de diferentes personas y personajes que lo han poblado, nos hace pensar que sí. Que hay secretos por descubrir. Que lo que hasta ahora se ha descubierto es prácticamente nada y que las suposiciones tienen visos de ser ciertas, basadas como el general Centeno decía, en la experimentación más avanzada para su tiempo.

Leopoldo Centeno sabía que después de la invasión francesa en la Guerra de la Independencia, los militares galos, en su huída «no pudieron llevarse numerosos envases con legajos y otros tesoros que guardaban en una galería subterránea del Castillo». El tesoro podría estar formado por 400.000 monedas de oro y 200.000 de plata y parte de la vajilla que perteneció a Pedro I de Castilla; además de piedras de valor incalculable que pudieron pertenecer al mismísimo Napoleón.

Escalera y galerías

La escalera de caracol es una obra excelsa, probablemente de los siglos XII a XIV. Se construyó excavando un enorme agujero perpendicular al suelo. Tiene tres metros de diámetro y más de 60 metros de profundidad.

Más allá del misterio y los enigmas que encierra el Castillo, el profesor Francisco García Riesco y el documentalista Gonzalo López Muñiz explican que el pozo y las galerías de la fortaleza son una de las más importantes obras de la arquitectura medieval. Y son dignas de ser visitadas. Quien relata este misterio tuvo la oportunidad de visitarlo hace unos años y la sensación de estar en otro siglo es la característica esencial de quien baja por el husillo de la escalera de caracol.

Esquema del pozo, escalera y galerías. BC

Es realmente impresionante visitar este lugar ignoto del Castillo. La percepción de la realidad cambia conforme uno desciende y visita esas galerías propias de una novela de terror. Y el general Centeno lo sabía. Como otros muchos que intentaron llegar a las entrañas de la ciudad primitiva. Son las tripas de Burgos. El laboratorio de los experimentos, que llegarán, para investigar que seguro que hay 'otra vida' bajo el Castillo.

Nadie sabe a ciencia cierta si hay o no un tesoro material. Pero es cierto que el tesoro espiritual sí existe. Por ejemplo el presidente del Partido Liberal y del Gobierno, José de Canalejas visitó el Castillo y así dejó constancia de ello en 1872. Canalejas fue asesinado el 12 de noviembre de 1912 por el anarquista Manuel Pardiñas cuando miraba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol.

El pozo y la entrada a las entrañas del Castillo está en el centro del patio de armas. Todo él es accesible gracias a una ingeniosa escalera. Sobre los rellanos o pasillos que unen estos husillos sucesivos,i nciden distintas galerías excavadas artificialmente en diversasnépocas. La superior, desarrollada en un plano casi horizontal en unalongitud de más de 60 metros, llega hasta el fondo de un embudo odepresión del suelo, abierta 30 metros al norte de su inicio.

Aspecto de la escalera de caracol. lossubterraneosdelcastillo.worspress.com

Napoleón

Eduardo de Oliver-Copons en su monografía 'El Castillo de Burgos' recuerda las ínfulas imperiales de Napoleón y su la idea de la conquista de España. La ventajosa posición estratégica de la ciudad hizo que la inteligencia francesa pusiera su ojos en el Castillo. Los ejércitos de Moncey y Dupont llegaron a Castilla. El primero a Burgos, el segundo a Valladolid, como hitos previos para la conquista también de Portugal.

En Burgos había escasos y malos alojamientos, «y parte de las tropas francesas ocuparon el Castillo sin encontrar la menor dificultad, avivándose con esto los recelos, no en las autoridades, atacadas de una ceguera inconcebible, sino en la gran masa del pueblo, que iba sintiendo el calor de la vergüenza y adivinando el peligro que se avecinaba», recuerda Oliver-Copons.

Con la huída de los franceses, todo el mundo sabe el resultado final de la operación y los numerosos destrozos de las tropas de Napoleón.

Origen de Burgos

Haya o no tesoros; sea cierta o falsa esa teoría. Más allá de todas las disquisiciones, lo cierto es que el Castillo es el origen de la ciudad. O la ciudad el origen del Castillo. Todo vale.

Domingo Hergueta, en el Boletín de la Institución Fernán González, relata que, según los estudios de del Padre Bernardo de Palacios, en su manuscrita 'Historia de la ciudad de Burgos, de sus familias y de su Santa Iglesia' ,el Rey Alonso III el Magno, ordenó a dicho donde don Diego «quefundase la ciudad y la fortificase con un castillo y murallas, por haber conocido que los moros así los que venían por San Esteban de Gormaz, como los que tomaban el camino de la Rioja, tenían paso libre para entrar en el reino de León».

Para ello, reunió «seis burgos o barrios que había en el valle burgense, que cada uno tenía su alcalde y por esto se conservó en la ciudad la costumbre de denominar alcaldes a los seis primeros regidores de su Ayuntamiento, y sellamó Burgos a la nueva población».

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