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La vacuna frente a la bronquiolitis ha dejado datos esperanzadores. A la derecha, Monteclaros Hortigüela. Sara Sendino
La nueva 'vacuna' reduce los casos graves de bronquiolitis en Burgos

La nueva 'vacuna' reduce los casos graves de bronquiolitis en Burgos

Montesclaros Hortigüela, pediatra en Burgos, aclara cuáles son las señales de alarma cuando los niños más pequeños se enferman

Ruth Rodero

Burgos

Domingo, 26 de enero 2025, 09:18

¿Cuántas veces hemos escuchado de niños eso de «abrígate que si no te vas a resfriar»? ¿Cuántos de nosotros lo hemos dicho en alguna ocasión cuando hemos visto a alguien sin abrigo un día de frío? Pues aunque es una frase que convive en el día a día de los burgaleses -sobre todo en invierno- no es real. «En invierno hay un montón de virus. No porque el frío provoque catarros, que es lo que a veces pensamos, sino porque los virus viven mejor en ambientes más fríos. Se dividen mejor y se replican mejor, por eso hay más virus en invierno y los niños están más malitos», explica la doctora Montesclaros Hortigüela, pediatra en un centro de salud de la ciudad.

Además, el invierno, y más en Burgos, es época de permanecer a resguardo en casa y lugares cerrados, lo que favorece la propagación de virus. En este momento se están «empezando a ver casos» de gripe, pero «en comparación con otros años, de momento, no se están colapsando tanto los centros de salud, ni las urgencias ni siquiera, que es lo mejor de todo, las unidades de cuidados intensivos», celebra la pediatra, aunque incide en que no saben «lo que va a pasar» según avance el el calendario.

«Gracias a la 'vacuna' contra el VRS (virus respiratorio sincitial) sí se ha visto una mejora»

Sin embargo, lo que sí puede confirmar es que «en cuanto a las bronquiolitis, y gracias a la 'vacuna' contra el VRS (virus respiratorio sincitial) sí se ha visto una mejora tanto a nivel de atención primaria como hospitalaria y de los ingresos». «Y, sobre todo, de la gravedad de los casos. Estamos súper contentos con la nueva 'vacuna'», afirma.

Una vacuna que no es una vacuna

Pero esta nueva vacuna no es una vacuna realmente. Se trata de una inyección de anticuerpos monoclonales. Eso quiere decir que lo que se inyecta a los bebés es el anticuerpo para combatir al virus, no tienen que producirlo ellos. «En otras vacunas les metemos una porción de bacteria para que su cuerpo reaccione, pero aquí lo que les metemos es directamente las defensas», explica la pediatra.

Estos pinchazos se están dejando notar «mucho» entre la población más pequeña. «El año pasado ya lo notamos, no solo a nivel de UCI, intensivos y niños graves, también en la consulta de atención primaria. No es que se haya erradicado la bronquiolitis y no exista, pero sabemos que son menos graves y eso hace que ingresen menos niños en la planta de pediatría», celebra.

«No se ha erradicado la bronquiolitis, pero son menos graves y eso hace que ingresen menos niños en el hospital»

Un pinchacito que Montesclaros ha recomendado a todo su cupo de niños en atención primaria. «A las mamás y papás les diría que no lo duden», asevera. El virus respiratorio sincitial, responsable de la bronquiolitis, tiene su época de prevalencia entre los meses de octubre y marzo y afecta al 60% de todos los niños de un año. Se estima, además, que a los dos años habrá afectado a prácticamente el 100%. «El VRS te puede infectar aunque no tengas bronquilitis, cuando un niño tiene un catarro, tiene un virus, nosotros no comprobamos qué virus es, puede ser un VRS perfectamente. Cuando se ponen graves ahí sí que nos interesa saberlo y en invierno las bronquiolitis graves suelen ser por VRS», indica.

Ocho procesos catarrales en invierno

Pero no solo existen las bronquiolitis y gripes: «Los papás tiene que saber que los niños, sobre todo los pequeñitos, pueden tener hasta ocho episodios catarrales durante el periodo invernal y es algo normal. Según van creciendo estos episodios van disminuyendo. Los mocos y la tos forman parte de ello y, aunque asustan y dan la sensación de que el niño está siempre malo, son las defensas del organismo que está trabajando para defenderse de los virus».

«Los niños pueden tener hasta ocho episodios catarrales durante el periodo invernal y es algo normal»

Porque, aunque no lo parezca, tos y mocos cumplen una función y son necesarios. «Los mocos envuelven al germen y ayudan a expulsarlo, ya sea a través del estornudo, de la expectoración o, incluso, muchas veces los niños se lo tragan y luego lo vomitan. Lo mismo que la tos, que ayuda a mover ese moco», explica.

Pero también es importante que los adultos conozcan los síntomas de alarma que indican que algo no va bien y es necesario acudir al médico. «Para los pediatras lo más importante es el estado general del niño», indica. «Puedes tener un niño con 39º de fiebre en la sala de espera que está corriendo y jugando y puedes otro con 37º que está pálido, ojeroso, decaído, que respira mal… ahí está la gravedad», afirma la pediatra.

Síntomas de alerta

«Si ellos ven mal a su hijo siempre hay que consultar. Tenga fiebre o no, haya vomitado o no, si tiene tos o no. El estado general siempre es lo más importante», insiste. Además, aclara que «los dos primeros días de fiebre», si el estado general es bueno (está contento, juega, le baja bien la fiebre) no es algo que «preocupe» a los pediatras. En cambio, «si la fiebre persiste es bueno que vayan por consulta».

«Cuando el niño ya lleva muchos días tosiendo hay que venir», insiste. «Si la fiebre dura más de dos días y es una fiebre que no desciende, hay que pasar por consulta. Con los virus es normal que la fiebre sea inicialmente muy alta y dura unas 24/48 horas y luego remite, se espacia y no sube tanto. Pero si vemos que esa fiebre en vez de ir a mejor va empeorando hay que verla», asevera.

Y la doctora Hortigüela insiste en la importancia de valorar el estado general de los pequeños. Si están decaídos, tienen manchitas por el cuerpo, no paran de vomitar o tienen dificultad respiratoria, entonces hay que acudir al médico.

Pero, a veces, los adultos que rodean a los más pequeños de la casa no saben en qué hay que fijarse para saber si un niño está teniendo dificultades respiratorias. La pediatra da las claves para identificarlo: «Respiran rápido, están fatigados como si acabase de hacer una carrera, se les marcan las costillas porque necesitan hacer uso de la musculatura accesoria para respirar, por eso se les marcan las costillas. Y si están cianóticos, si alrededor de los labios aparece un circulito azulado eso indica que el oxígeno no es suficiente». Ante estos síntomas siempre hay que consultar con el pediatras

Medidas de prevención

La medida de prevención más importante para evitar este tipo de enfermedades son «las recomendaciones vacunales». «Ojalá tuviésemos más vacunas contra los virus», desea Montesclaros, porque la evidencia científica deja claro que estas vacunas son las grandes aliadas.

«Es muy importante vacunarse y realizar un buen lavado de manos. Debe ser algo que tengamos tan interiorizado como el ponerse el cinturón cuando nos montamos en un coche. Al llegar a casa hay que lavarse las manos. Hay que hacerlo mínimo 15 segundos, que esto es importante porque hay niños que se mojan las manos y ya está», explica la pediatra.

Pero en otras medidas de prevención los niños dan lecciones a los adultos. Los pequeños tienen muy interiorizado que para toser o estornudar hay que taparse con el codo y no con la mano. Otras, en cambio no están en sus manos: «Es muy importante no llevar a los niños malitos al cole o a las escuelas infantiles. Sabemos que no es fácil, pero en lo que se pueda es mejor no llevarlos. No ya por no contagiar al resto, que también; sino porque tenemos que pensar es que cuando un niño ha estado malito su organismo se ha estado defendiendo, como un luchador que ha salido a al guerra, así que si lo envías inmediatamente de nuevo a la guerra cuando está malo su sistema inmune está bajito, así que pueden volver a recaer o cogerse nuevos virus».

Falsos mitos

Pero tampoco hay una fórmula mágica para ayudar a los niños a que mejoren sus defensas. «Para el sistema inmune lo mejor es la prevención que hemos citado y tener una alimentación saludable con mucha fruta y mucha verdura. No hay ningún fármaco en el mercado que haya demostrado evidencia científica como para recetarlo nosotros», afirma.

Evolución incierta de los virus

Además, Montesclaros explica también que, «aunque acaben de pasar por consulta», si los papás ven un signo de alerta en los niños hay que volver. «Aunque haya visto al niño hace dos horas, si ven al niño mal tienen que volver a consultar. Por desgracia no tenemos una bola de cristal para poder saber cómo va a evolucionar y en ocasiones esta evolución es rápida y mala y necesitan un antibiótico u otra medicación», lamenta.

Es muy «importante» recalcar que el hecho de que haya fiebre no significa que se necesite «antibiótico». «Tenemos dos tipos de infecciones frecuentes: las víricas y las bacterianas. Ahora en invierno proliferan las víricas y los antibióticos son fármacos destinados a matar bacterias, no virus. Así que si tomo un antibiótico para un virus no le va a hacer nada y estamos generando resistencia a los antibióticos», recalca.

Que el moco sea verde tampoco indica la necesidad de usar un antibiótico: «Es su ciclo normal. Comienza siendo como agua, transparentes, luego se torna amarillento y después acaba siendo verde feo. Los papás te dicen eso, que como el moco es verde es que está infectado y, en realidad, es porque lleva más tiempo enfermo y lleva más carga de defensas, que dan ese pigmento verdoso, no es indicativo de necesitar un antibiótico», finaliza.

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