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Una semana, la que se ha desarrollado entre el 14 y el 21 de octubre, ha sido necesaria para desdibujar el panorama político en el Ayuntamiento de Burgos. Las dimisiones de los concejales Israel Hernando, de Podemos, y Julio Rodríguez-Vigil, de Ciudadanos, han ... precipitado un futuro incierto y un presente titubeante en el Consistorio.
De hecho, el alcalde, Daniel de la Rosa, quien puso sobre la mesa el cese de Rodríguez-Vigil, canceló este jueves más de un acto de su agenda ante la salida del hasta ayer edil por Ciudadanos, y eso que la dimisión no le pillaba por sorpresa. Quería atajar la crisis de Gobierno con la mayor premura posible y, tras conocerse oficialmente y por boca del interesado la salida de Rodríguez-Vigil, ya anunciaba a Miguel Balbás como concejal de Licencias.
Este ha sido el último movimiento en un ayuntamiento que ha estado marcado desde el primer minuto por la incertidumbre, después de que ninguna formación obtuviera la mayoría suficiente para gobernar en minoría. Se mascó el pacto PP, Cs y Vox, que aupaba a Vicente Marañón, candidato de la formación a naranja, a la Alcaldía. Sin embargo, Vox se negó a ser un convidado de piedra y, con su negativa, consiguió que Daniel de la Rosa fuera investido como alcalde de Burgos, arrancando el mandato con un gobierno en minoría, y con la oposición acechando ante cualquier despiste de los socialistas.
Pero esa incertidumbre la solventó De la Rosa hace justo un año, firmando un acuerdo con Cs para tener un mandato tranquilo. Los concejales de ambas formaciones sumaban 16 votos, mayoría suficiente para gobernar sin depender de terceros. Un gobierno estable, lo llamaron, y una política municipal tranquila. Y así parecía que iba a suceder hasta que las próximas elecciones asomaran el hocico y el tablero de ajedrez de los políticos, en busca de volver a encontrar acomodo, se desempolvara.
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Sin embargo, ese tablero parece que ya ha hecho acto de presencia y los 22 meses que quedan para que los ciudadanos vuelvan a votar se presentan moviditos. Por mucho que se empeñen desde el equipo de Gobierno en transmitir tranquilidad. La salida de Julio Rodríguez-Vigil no desestabiliza al equipo, insisten en PSOE y Cs. Y, de hecho, mantienen una mayoría de 15 concejales. Pero la oposición sí habla de «fractura» en Cs y critica que se haya utilizado a Vigil como «cabeza de turco».
Y la dimisión del edil de Ciudadanos, que pasa a concejal no adscrito, va a darle otro ritmo al pleno municipal. El acercamiento que, aseguran en PSOE y Cs, existe al Partido Popular se irá viendo cuando toque votar propuestas, propias del equipo de Gobierno o ajenas, aunque el voto de Rodríguez-Vigil no alterará los resultados. «Menos mal», aseguraba este jueves Vicente Marañón, para quien la salida del edil ha supuesto un «alivio», aunque ha dejado tras de sí mucho malestar entre los compañeros.
De este modo, Ciudadanos se queda con cuatro concejales, pues Rodríguez-Vigil no parece que tenga intención de devolver el acta, por mucho que se lo pida el partido, esgrimiendo su compromiso en la carta ética firmada antes de formar parte de la lista con la que Cs concurrió a las elecciones. Lista de la que, por cierto, se cayó el número tres, lo que permitió la entrada de Miguel Balbás, quien ha asumido todas las competencias que habían sido encargadas a Rodríguez-Vigil.
La dimisión del ex de Ciudadanos no ha sido la primera. De hecho, se puede considerar la quinta, pues desde que se iniciara el actual mandato, casi todos los partidos han tenido su minuto de gloria inesperado. Pasó con el Partido Popular, que cuenta con dos renuncias en estos dos años. José Antonio Antón dejó su acta de concejal para ejercer como director provincial de Educación en la provincia. Al igual que el exalcalde Javier Lacalle, que aparcó el Ayuntamiento para centrarse en sus funciones como senador. Del banquillo de suplentes salieron Carolina Álvarez y Andrea Ballesteros.
En el PSOE aseguran que «no tienen fisuras por ninguna parte» y la portavoz, Nuria Barrio, pone la mano en el fuego por la buena sintonía dentro del grupo municipal y asegura que no se fracturará. Todo lo contrario de lo que le ha pasado a Podemos, que pese a tener solo dos ediles, va por el segundo cambio de concejal, tras la salida de Israel Hernando, que ya ha oficializado su renuncia.
Hernando anunció que dejaba la formación hace una semana y ahora se busca candidato para ver quién ocupa su silla. Ignacio Palma, número trece de la lista, se postula como el principal sucesor. Y precisamente Hernando llegó a finales de 2019 para sutituir a Raúl Salinero, que dimitió por motivos personales. Dos dimisiones, y un portazo para Podemos, que confía en que, ahora sí, las aguas puedan volver a su cauce.
Quedan 22 meses de legislatura y, como bromean ya algunos concejales, semanas por delante para ver si continúan las dimisiones. Tal vez sea el momento de hacer porras, de valorar si algún otro edil renuncia o se va como concejal no adscrito. Hay margen hasta llegar a los cinco ediles que, como no adscritos, acabaron el mandato anterior: uno de Cs, otro del PP y tres de Imagina Burgos.
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