Sara Esteban, enfermera en el HUBU.

«En esta situación entra en juego tu corazón, tu humanidad»

Sara Esteban, enfermera del HUBU ·

En el HUBU de Burgos desde 1988, la también alcaldesa de Palenzuela reconoce que es muy importante acompañar a los pacientes y animarles

LUIS ANTONIO CURIEL

Jueves, 16 de abril 2020, 17:26

Trabaja como enfermera en el Hospital Universitario de Burgos desde el año 1988. Reconoce que en este tiempo está viviendo la etapa más dura de su trabajo, de ese servicio que con tanto cariño prestan a cada uno de los pacientes de la covid-19. ... Una labor en la que intenta mostrar el lado más humano, pues «cada paciente es una persona, que tiene una familia, por lo que no son un número más». Sara Esteban es la alcaldesa de Palenzuela, por lo que la presión que vive estos días es más fuerte. Reconoce que todos los vecinos están colaborando «de un modo ejemplar» en el confinamiento y agradece que no hayan acudido los que residen fuera para evitar posibles contagios.

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­–Como enfermera en el Hospital Universitario de Burgos, ¿cómo está viviendo esta situación?

–Ahora estamos un poco más tranquilos, pero lo vivimos con miedo y respeto. Tengo especial miedo por mi familia, pues soy un claro foco de riesgo. Vivo con mi madre, de 94 años, por lo que todas las precauciones son necesarias. Mis hermanas no se acercan al pueblo para ver a mi madre, pues tenemos que cuidar mucho todos los movimientos. Una compañera, por ejemplo, ha alquilado un piso y se ha ido de casa, para preservar a su marido y a sus hijos de un posible contagio, por lo que ves la dureza de todo este proceso. Yes duro evitar todas las muestras de afecto. En la planta en la que trabajo, nadie se ha cogido una baja, la gente está respondiendo muy bien, estamos todos más unidos que nunca. Cuando te vistes tienes ese miedo en el cuerpo, pues sabes que te toca ir a primera línea. Nuestra planta estaba destinada a los enfermos de Cirugía Plástica y Trauma y ahora acogemos a los posibles casos de coronavirus. De momento, en nuestra planta no se ha contagiado ningún compañero, pero tengo amigas en otras plantas que sí están con el coronavirus. Por ello, hay que actuar tranquilamente, pues cualquier fallo puede ser perjudicial.

–¿Hay suficiente material sanitario?

–Nosotros nos estamos vistiendo con batas que ha donado una empresa, porque el material ha estado muy justo desde que comenzó todo esto. Ahora parece que la situación se va normalizando, aunque no podemos confiarnos. Por suerte, hay muchas empresas que donan cosas. Me emociona ver todas esas muestras de solidaridad de las empresas que donan sus productos, algunos alimentarios, y de otros tantos colectivos y particulares que están mostrando su lado más humano. Me emociona que la gente se acuerde de nosotros, pues tenemos que ir todos a una para salir juntos de esto.

–¿Cómo viven los enfermos esta situación?

–Los que están conscientes, que suelen ser de mediana edad, tienen cierto miedo. Cuando van viendo su mejoría, el estado de ánimo les cambia muchísimo. Por eso, los pacientes necesitan, más que nunca, nuestra ayuda y nuestras palabras de ánimo. A algunos tenemos que darles de comer y siempre les damos cariño y alivio. Intentamos que contacten con sus familias y a los mayores les hacemos videollamadas para que puedan ver a sus seres queridos, pues esto les anima mucho.

–Vivir este proceso en soledad será doloroso…

–Ciertamente, pues no pueden recibir las visitas de sus familiares, por lo que se les hace muy duro. Hay pacientes que están juntos y crean vínculos que seguramente les unirán toda la vida. Hace unos días dimos el alta a dos pacientes que habían estado en la misma habitación. Les pregunté si después del confinamiento quedarían para tomar un café y me dijeron que pensaban organizar una comida para quedar con sus respectivas familias. Estos gestos son muy alentadores.

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–A su juicio, ¿qué es lo más doloroso de este proceso?

–Una de las cosas más duras de todo esto es que las personas están  muriendo solas, no pudiendo hacerles el entierro que se merecen, sin poder despedirse de sus seres queridos. Esto es durísimo. Intento ponerme en el lugar de esas familias y el corazón se me encoge, pues con todo lo que estamos viviendo estoy especialmente sensible. Es desgarrador. Y hay familias que, a pesar de todas estas circunstancias, nos agradecen que hayamos acompañado a sus seres queridos en su último trance.

–En medio de todo este dolor, ¿cómo hacen presente la humanidad?

–Hay que empatizar, ponerse en el lugar de los enfermos y de las familias. Esto nos humaniza, porque estamos hablando de personas concretas. Hace unos días se presentó una señora por la noche, diciendo que le habían llamado para decirle que su madre estaba muy grave. La dejamos pasar unos minutos, con todos los elementos de protección, y pudo despedirse de su madre, que falleció a las pocas horas. Esto es muy duro, porque aquí también entra en juego tu corazón, tu humanidad.

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«Cada paciente recuperado es una victoria»

–¿Hay momentos de alegría?

–Cada paciente recuperado es una victoria. Cuando vemos que van mejorando, nos alegramos y nos llenamos de esperanza. Es una satisfacción muy grande para todos. También las muestras de solidaridad de tanta gente.

–¿Hay lugar para la esperanza?

–Por supuesto, es lo que da sentido a todo lo que estamos haciendo. Cada paciente recuperado, cada gesto de ayuda entre los compañeros, cada palabra de apoyo, cada agradecimiento. Todo nos habla de esperanza en medio del dolor.

–¿Qué mensaje daría a los familiares de los pacientes?

–Que valoren nuestro trabajo, que intentamos hacerlo lo mejor posible. A pesar de exponernos, estamos dándolo todo, con la mayor humanidad posible, les cuidamos, les damos ánimo y esperanza.

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