«En la UCI hay momentos de tensión y angustia»

Han sido solo siete meses. Un tiempo ínfimo durante el cual, en circunstancias normales, el modo de trabajar no tendría que haber variado apenas. Sin embargo, Penélope Barriuso se ha encontrado una UCI «completamente diferente». Esta enfermera se ha reincorporado a su puesto de trabajo, dejando a un lado su condición de delegada sindical de CC OO porque quería aportar su granito de arena en la lucha contra el coronavirus COVID-19. Y experiencia no le falta pues ha estado trabajando en la UCI del Hospital de Burgos durante doce años.

Penélope reconoce que «lo peor, en cuanto a organización y reestructuración, ya ha pasado». La UCI de Burgos, la única de la provincia, está extendida. Es decir, como UCI actúan también los puestos de la unidad de reanimación postanestésica y bloques quirúrgicos. Y, tras los primeros momentos de la pandemia, Penélope se ha encontrado «una UCI bastante organizada, con gente muy unida trabajando codo con codo». «El trabajo en equipo es la clave para llevar la situación lo mejor que se puede», insiste esta enfermera.

Y es que la carga de trabajo es enorme, aunque «la UCI venía soportando una carga de trabajo muy elevada; los profesionales estamos acostumbrados», insiste, si bien esta situación deber servir para valorar el capital humano del HUBU y reforzarlo. «Dotar de personal a una plantilla deficitaria, que es lo que sostiene la sanidad pública», asegura. Lo que es más complicado de gestionar es la carga emocional. «Hay momentos de tensión y angustia» y, si bien en las UCI son habituales, no con la magnitud de la pandemia vírica.

«Hay miedo al contagio», reconoce, mucho más a contagiar a los de casa que el contagio propio del profesional. «Tu manera de volver a casa y vivir en casa es distinta; dejas de convivir con la familia de manera directa, limpias y desinfectas», asegura. Por ese motivo, al final, se acaba echando en falta el contacto con la familia y «eso, en el plano emocional, cuesta». Sin embargo, los profesionales se ayudan unos entre otros. Y los aplausos diarios también reconfortan, pues el personal sanitario ve que la ciudad les apoya.

Penélope Barriuso asegura que «no se escatiman recursos en atención al paciente» y, en cuanto a los equipos de protección individual, «se racionaliza su uso». También reconoce que donde lo están pasando peor, dentro de la carga emocional y laboral que supone esta crisis sanitaria para los servicios de Cuidados Intensivos, es en la URPA. La UCI está acondicionada para los pacientes críticos, cuenta con personal especializado. Sin embargo, en la unidad de recuperación postanestésica los boxes están abiertos y los compañeros tienen que llevar constantemente los EPI's y «es muy agobiante».

Esta enfermera burgalesa confía en que la crisis del COVID-19 nos ayude, como sociedad, a valorar lo que realmente es importante: la salud. «Sin salud no tenemos nada», insiste. Y sin profesionales sanitarios, tampoco. De ahí que reclame test para todo el personal sanitario, y que no se les obligue a acudir a su puesto de trabajo hasta que las pruebas no den negativo. Y que se aísle a los casos asintomáticos pero con posible contagio, para cuidar al personal y, por extensión, al sistema sanitario que soporta en primera línea la pandemia.