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Mili y Carmen muestran orgullosos la pancarta con la que intentan animar a todos los que están luchando contra el virus BC
Carmen y Mili, los abuelos currantes de Belorado que le han ganado la batalla a la COVID-19
Burgaleses ante el coronavirus

Carmen y Mili, los abuelos currantes de Belorado que le han ganado la batalla a la COVID-19

Carmen Oca y Emiliano González acaban de salir del Hospital de Burgos, donde han estado ingresados durante quince días | Su caso demuestra que los más vulnerables no siempre son los más débiles frente al coronavirus

Martes, 14 de abril 2020, 08:11

Con 87 y 90 años, Carmen y Emiliano le han hecho frente al coronavirus COVID-19 y han salido victoriosos. Este matrimonio de Belorado, «currantes de pueblo» que han criado a once hijos (aunque dos de ellos fallecieron siendo pequeños), son el ejemplo que demuestra ... que no siempre las personas más vulnerables son las más débiles. Y que al «bicho» también se le puede ganar la batalla, dando una lección de presencia de ánimo a los más jóvenes, aunque todavía quede por delante un largo proceso de recuperación hasta la plena curación.

Carmen y Mili acaban de salir del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), donde han estado ingresados durante quince días. Ahora «están bien y animados», explica Sara Martínez, una de sus nietas y quien les ha escribo una carta de homenaje, en la que relata la experiencia vivida por la familia, «dura» y a momentos «angustiosa», aunque al mismo tiempo con un poso positivo. «Si ellos han podido, tú también puedes», es el mensaje que cierra la misiva, un mensaje de aliento a todos aquellos que están luchando todavía con la COVID-19.

Este matrimonio reside en Belorado. Mili trabajó durante toda la vida en la granja de Puras de Villafranca y Carmen, en el campo. «Son currantes de pueblo», afirma Sara, por eso la familia ha llevado tan mal tenerlos ingresados en el HUBU sin poder atenderlos ni verlos. La pareja estaba desorientada, algo común cuando se está ingresado, pero las veces que pudieron hablar con ellos fueron dos los menajes que recibieron. El primero, preguntar cuándo se iba a ir ese «puto bicho». Y, el segundo, por qué nadie de la familia les iba a visitar. «Ha sido muy duro», afirma Sara.

Carta de Sara. Mis abuelos

Os presento a mis abuelos, Carmen y Mili, un matrimonio de 87 y 90 años, que han ganado la batalla al coronavirus.

Ni la edad, ni los antecedentes médicos, han sido un inconveniente para estos Pureños del barrio de arriba (Puras de Villafranca).

Hace dos semanas fueron trasladados desde Belorado al hospital de Burgos en estado grave. Las noticias al llegar, no fueron buenas. Gestionar toda esa información desde el otro lado del teléfono y con la incertidumbre de no saber dónde estaban, con quién estaban y si el uno sabía del otro, fue quizás uno de los momentos más difíciles.

Han sido 15 días de altibajos, esperando, siempre al mediodía, la temida llamada del hospital. Porque fieles a su promesa nos han tenido informados todos los días. Las noticias no eran siempre las que queríamos escuchar, pero había que luchar, había que confiar y esto hacía que la familia nos mantuviésemos unida más que nunca. Animarnos unos a otros ha sido una gran ayuda estos días. Aprovechábamos los horarios de merienda y cena para poder llamarlos, confiando en que alguna enfermera o auxiliar les echase una mano con el teléfono.

Pero no fue fácil. No todos los días pudimos contactarles, y cuando podíamos hacerlo, no siempre colgábamos teniendo la tranquilidad de haber hablado con ellos. Pues muchos días solo eran mensajes de socorro, de auxilio, pidiendo ayuda para salir de allí. Había una frase que siempre nos repetían y que no paraba de resonar en nuestras cabezas: ¿Por qué no venís ninguno a vernos?

Y pasaron los días, y ambos mejoraron, y pudieron juntarlos, y ellos se animaron, se emocionaron y juntos lo han superado.

Por suerte, hoy podemos abrazarlos en casa. Ahora nos toca cuidarlos, volver a ubicarlos, que nos cuenten su experiencia y nosotros la nuestra desde fuera, y lo más importante, hacerles saber que nunca estuvieron solos. Y que la única corona que llevan ahora, es la que ellos se merecen.

Con esta carta queremos dar aliento a esas familias que, como nosotros, están pasando por esta situación. Decirles que hay esperanza y que no siempre las personas más vulnerables son las más débiles. Si ellos han podido, tú también puedes.

Agradecer toda la ayuda al centro de salud de Belorado y al personal de urgencias y del bloque B-planta 7 del HUBU.

Firmado: Toda la familia

En Belorado, estuvieron atendidos por la médica de familia y, cuando su estado de salud empeoró, les trasladaron al HUBU. Allí llegaron graves, les tuvieron que poner en habitaciones separadas (lo que les generó más desconcierto y angustia) y la familia ha ido recibiendo información puntual de los médicos que llamaban todos los días, reconoce Sara. También de profesionales sanitarios a los que conocían y que les ayudaban a gestionar el día a día. De hecho, a través de una enfermera les pudieron hacer llegar unos teléfonos móviles nuevos, ya que el suyo había quedado en casa.

«Ha sido un poco angustioso», reconoce Sara, pues «puedes hablar con el médico pero lo que te da seguridad es hablar con ellos». Y no siempre podían, porque Carmen y Mili no acababan de entender los teléfonos nuevos, estaban algo desorientados, no sabían con quién hablaban por teléfono. Lo que sí tenían claro, y es algo que se ha quedado grabado en el alma de la familia, es su preocupación por no recibir la visita de sus hijos y nietos. Se les explicaba, lo entendían, pero lo olvidaban también al cabo de poco tiempo. Lógico, pero no por ello menos doloroso.

Optimismo

Cuando mejoraron, ya les pudieron instalar en la misma habitación y eso supuso «un chute de energía». Ahora, fuera del HUBU, Carmen y Mili están bien y la familia, «más tranquila aunque con cierta incertidumbre». No ha sido fácil, pero se han mantenido muy unidos en la distancia, con contacto telefónico constante para compartir una experiencia dura de la que todos han aprendido algo, empezando por el hecho de que no por tener el pronóstico menos favorable posible (dada la edad y las patologías previas) hay que perder la esperanza

Carmen y Mili no han vuelto todavía a Belorado. Se han quedado en casa de una hija, en Burgos, pues requieren de oxígeno y tienen que estar quince días todavía en aislamiento. Una hija que ha asumido el riesgo de un posible contagio ya que, tal como explica Sara, en el HUBU solo se hacen pruebas de salida a la gente que va a residencias, para que vaya con resultado de COVID-19 negativo. Al resto, se les da de alta cuando su estado de salud mejora pero sin saber si todavía pueden contagiar el virus, de ahí las medidas de prevención extra que se exigen fuera del hospital.

Aun así, para este matrimonio estar en casa lo cambia todo. Nada más llegar, enviaron a la familia un vídeo en el que Mili aseguraba que estaban muy contentos. «Los jóvenes salen con estrés postraumático y ellos ven la luz a llegar a casa», comenta Sara. Su abuelo es muy optimista y lo ha demostrado durante esta dura experiencia. Su abuela, más retraída y tímida, ha hecho gala también de su entereza, de la dureza que le ha conferido ser una mujer rural. Ahora les toca recuperarse y recibir el cariño de los suyos que, se lo transmiten a diario aunque sea a través de la distancia impuesta por la cuarentena social.

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