Cuando Rodrigo llegó a Vietnam, en el aeropuerto tenían controles de temperatura y obligaban a rellenar un formulario para saber si habías tenido síntomas compatibles con la covid-19 o habías estado en contacto con alguien que los hubiese tenido. «En mi empresa tomaban la temperatura a todo el mundo en la entrada, el primer día casi no me dejan pasar, me tomaron la temperatura cuatro veces antes de decirme que podía entrar en el edificio. El uso de mascarilla era obligatorio y había geles hidroalcohólicos por todas partes», recuerda.
Las medidas de seguridad en su empresa en Vietnam obligaban, cuando él llegó hace tres meses, a teletrabajar dos semanas a todo aquel que regresara de China, país vecino y con estrecho contacto. Como Rodrigo llegaba desde Europa, que en ese momento no era un punto caliente, no tuvo que hacer cuarentena. «Según fue avanzando la situación, el Gobierno puso controles más estrictos en los aeropuertos y empezó a obligar a toda la gente que entraba en el país a pasar dos semanas de cuarentena en centros de aislamiento o en sus casas. Si no querías, la opción era volverte por donde habías venido», añade.
Según los datos oficiales, el primer caso de covid-19 se detectó en Vietnam el 23 de enero y una semana y 16 contagiados después ya se cerraron fronteras y comenzaron las medidas de confinamiento. Cuando empezó la pandemia, Rodrigo no había llegado a Vietnam pero cree que sí que «cerraron bastante rápido la frontera terrestre con China aunque seguía siendo posible entrar desde allí en avión». Ahora, según señala, «hace semanas que no se conceden visas, no sé si todas las fronteras están completamente cerradas pero, desde luego, hay mucho control. Creo que sí se permite la entrada a vietnamitas que estaban en el extranjero pero van directos a centros a pasar la cuarentena».
Pero la vida sigue su curso y Vietnam se encuentra en una fase que España desea alcanzar, «levantaron el confinamiento hace una semana, los bares y restaurantes están abiertos y los parques llenos de gente. Sinceramente, ahora mismo parece como si nada hubiera pasado», reflexiona este burgalés.
Los datos oficiales
Lleva solo tres meses en Vietnam y un mes y medio lo ha pasado en casa, además, reconoce que «la vida de expatriado puede estar muy desconectada de la realidad del país». Por eso, Rodrigo es prudente y realista, «no tengo un conocimiento del país como para poner en duda las cifras oficiales». Esas cifras arrojan cero muertos por la covid-19. Pero una cosa tiene clara, «si la situación fuera peor de lo que dicen habría sido muy difícil esconderlo. Puede que alguna muerte esté relacionada con la covid-19 y no se haya reconocido, no lo sé, pero desde luego la gestión que se ha hecho de la pandemia es ejemplar, no creo que los datos oficiales disten mucho de la realidad».
«Si la situación fuera peor de lo que dicen habría sido muy difícil esconderlo»
Ya que nosotros no podemos viajar hasta Vietnam para comprobar la situación, la experiencia de este burgalés nos acerca a uno de los países con mejores cifras en relación con la covid-19, y su reflexión es que es «un ejemplo de respuesta a la pandemia. El Gobierno se lo ha tomado muy en serio desde el principio al igual que la población. En cuanto se descubrió la pandemia cerraron la frontera terrestre con China, independientemente de lo que recomendaba la OMS en ese momento. Con muy pocos casos empezaron a tomar medidas como el uso generalizado de mascarillas y el incremento de la higiene. Por todas partes había carteles explicando cómo había que comportarse para evitar contagios y la gente lo seguía a rajatabla». Otro detalle importante es que «la mayoría de casos que se detectaban ya estaban en cuarentena [el confinamiento comenzó con pocos casos detectados], por lo que cortaron la expansión de raíz».
Con respecto a la información, un asunto que tantas controversias ha levantado en España con sus bulos y sus críticas a las comparecencias de prensa; en Vietnam, todos los días, los habitantes recibían en el móvil mensajes del departamento de Sanidad informando de la situación y las nuevas medidas, lo mismo en ZALO («el WhatsApp del país», matiza Rodrigo). En Vietnam se publicaba cada caso con la edad, el sexo, dónde vivía la persona y sus últimos movimientos, así la gente podía saber si había estado en contacto con esa persona y lo tenía que notificar para empezar la cuarentena. «Esto es inimaginable en Europa por las leyes de protección de datos pero creo que ha sido una forma muy eficaz de evitar la expansión», añade Rodrigo.
En Vietnam se publicaba cada caso con la edad, el sexo, dónde vivía la persona y sus últimos movimientos.
Además, se creó un 'ejército de personas', muchos estudiantes universitarios, que se dedicaban a rastrear todos los movimientos y contactos de la persona que arrojaba positivo para aislar a todos los que hubieran entrado en contacto con él lo más rápidamente posible. «Muchos eran pasajeros de los mismos vuelos, en un día tenían a todo el avión localizado y aislado», explica. «Está claro que esto solo es factible cuando tienes pocos casos pero es lo que se tiene que hacer, reaccionar rápido y entender la gravedad del problema». Estas medidas pueden considerarse impensables en España, al igual que en Vietnam resulta impensable lo ocurrido en España, que las empresas solo hayan mandado el teletrabajo cuando el Gobierno lo ha obligado.
En opinión de este burgalés, «la desconfianza con la que desde occidente se mira a los datos de Vietnam responde más a una mirada clasista que a hechos veraces, ¿cómo es posible que un país subdesarrollado y asiático haya sido capaz de gestionar la crisis muchísimo mejor que nosotros? ¡Y encima comunista! Oigo hablar mucho de Taiwan y Singapur en la prensa española, los ponen como ejemplos, y nada de Vietnam, cuando precisamente este país ha gestionado la crisis considerablemente mejor. No hay que olvidar que Vietnam tiene 90 millones de habitantes y cero muertos».
«Oigo hablar mucho de Taiwan y Singapur en la prensa española, los ponen como ejemplos, y nada de Vietnam, cuando precisamente este país ha gestionado la crisis considerablemente mejor»
Rodrigo reconoce que «hay pequeños detalles que sí le dan la sensación de que hay mucho menos respeto por las libertades individuales en favor del conjunto, pero aún no he tenido ocasión de conocer suficiente el país como para formarme una opinión. Sinceramente, si no fuera porque se ven por la calle banderas con la hoz y el martillo, no sabría que esto es un país comunista».
La llegada a la normalidad
Hace unas semanas había más vigilancia sobre extranjeros, ya que una parte importante de los casos eran de extranjeros llegados de Europa o de estudiantes vietnamitas que regresaban a casa. «En el supermercado la gente no se me acercaba mucho. En mi edificio me ha pasado un par de veces que no se han querido montar en el ascensor al verme. También hubo establecimientos que prohibieron la entrada de extranjeros», recuerda. En cuanto a la vigilancia, la estrategia se ha basado más en pedir declaraciones médicas a todos que en fomentar la denuncia vecinal. «En general, la gente es bastante responsable y las consecuencias de ocultar síntomas son graves, así que lo notifican», explica Rodrigo. «Ahora mismo yo creo que la gente está bastante tranquila», puntualiza.
«En general, la gente es bastante responsable y las consecuencias de ocultar síntomas son graves, así que lo notifican»
A diferencia de España, en Vietnam no se paralizó tanto la economía. Incluso en las semanas con confinamiento más estricto seguía habiendo actividad. «Hace un par de semanas se detectó un caso en la fábrica de Samsung y cerraron toda la planta pero el parón de la actividad no ha sido total, mucha gente seguía trabajando y la construcción seguía funcionando. Vietnam depende mucho del turismo y el cierre de fronteras les va a afectar muchísimo pero era lo que tenían que hacer», apunta.
Las pandemias por el SARS y el H1N1 desarrollaron en los vietnamitas experiencias en la prevención. El uso de mascarillas ya estaba muy extendido en el país, así que su uso no ha supuesto ningún trauma. «La mayoría de los que no la llevaban antes de que fuera obligatorio eran extranjeros», reconoce Rodrigo. Igualmente, la toma de temperatura no solo se realizaba en el trabajo, «al entrar en mi edificio, al supermercado también me tomaban la temperatura y obligaban a lavarse las manos con gel hidroalcohólico. En realidad, te tomaban la temperatura en cualquier sitio al que fueras. En todos los ascensores, restaurantes y sitios públicos hay geles hidroalcohólicos», añade.
Burgaleses ante el coronavirus
Según su experiencia, la principal diferencia con España es que «aquí la gente se lo tomaba muy en serio, incluso cuando tenían pocos casos. Me imagino que, después de lo que ha pasado, En España si en el futuro hay otra pandemia la gente reaccionará de otra forma también. De todo se aprende».
En ningún momento se planteó regresar a España, «allí la situación siempre ha sido peor que en Vietnam. Si hubiese vuelto a España habría tenido que dejar mi trabajo y todo para quedarme en casa mano sobre mano. Tengo mucha suerte, ellos están todos en casa y parece que esto se alargará. Yo estoy en un país donde se puede hacer vida normal», reflexiona. El transcurso de los hechos ha puesto de relevancia algunos detalles, «cuando le dije a la gente en Francia o España que me mudaba a Vietnam, muchos me decían que si no me daba miedo por la covid-29. Cuando me vine Francia tenía el mismo número de casos oficiales que Vietnam. Resulta icónico que, al final, es precisamente en España y Francia donde la pandemia ha acabado teniendo más impacto», apunta.
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