La quesería artesanal El Carluque de Valdenoceda ha construido para su sede un edificio que guarda las líneas arquitectónicas de la zona. El Carluque

De la ruina a la esperanza: así salvó un pequeño pueblo de Burgos su quesería artesana

Cuando El Carluque de Valdenoceda empezaba a asentarse les robaron todo y tuvieron que parar el negocio, pero su ingenio y la solidaridad han hecho que puedan sobreponerse en apenas unos meses

Martes, 26 de marzo 2024, 07:30

Era el cuarto año de una quesería rural, instalada en Las Merindades, en Valdenoceda. Era un momento en el que el negocio de El Carluque funcionaba a buen ritmo. Esta quesería se encuentra en una zona rural de Burgos y justo en ese momento, una ... madrugada, sufrió un robo que dejaba completamente paralizado el negocio.

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El Carluque elabora quesos de cabra y oveja de forma artesanal, pausada, con mimo y se nutren de ganaderos cercanos. Echar a andar el negocio no fue fácil, pero la apuesta por lo rural y el amor por lo que hacían motivó a los seis socios.

En diciembre de 2023 ya vendían en Bilbao, Madrid y Valencia. Les esperaba una buena campaña de Navidad y el 10 de diciembre les robaron todo. Les robaron todo cuando empezaban a despuntar, pero la solidaridad vecinal y la confianza de sus clientes les ha permitido salir adelante. Esta es una historia de artesanía, de valorar el buen trabajo y de solidaridad.

Robaron todo, productos y maquinaria

«Nos robaron todo, productos y maquinaria más pequeña como la envasadora o la limpiadora, portátiles, dinero, nuestros productos y otros lotes que teníamos con productos de artesanos de la zona», explica Clara Dies, encargada de comunicaciones de la quesería.

Productos de El Carluque, exterior e interior de la quesería. El Carluque

Días después la policía encontró el material robado en una nave cerca de Madrid, «pero a nosotros esto no nos sirvió de mucho. Nos alegramos de que fueran descubiertos porque era un grupo que se dedicaba a robar en negocios pequeños en zonas rurales. Entraban y arrasaban con todo. Pero nuestros productos, una vez se los saca de la cadena de frío, no pueden ser consumidos, entonces nosotros no pudimos venderlo. La cadena se había roto», explica Clara.

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Gustavo Pérez, el maestro quesero, fue el que se encontró la situación. Él entra pronto por la mañana a la quesería y ahí se percató de que todo estaba vacío, sucio, que no había nada. «Para una empresa como la nuestra esto supone muchos problemas, volver a poner en marcha la quesería supone una inversión brutal en materia prima. Había material que faltaba, esto es otra inversión. Además, hay mucho producto que requiere una inversión de tiempo. Aunque hacemos alimentos frescos, que salen casi al momento, como yogures o cremas de untar, los quesos cremosos tardan mínimo 20 días en estar listos y los semicurados, dos meses. Eso no lo recuperas de un día para otro», ejemplifican desde El Carluque.

Perdieron el trabajo anterior, maquinaria, la logística, los pedidos de los lotes de Navidad. «Estábamos contentos porque nos habían entrado muchos pedidos. Eso el seguro lo cubre, pero tarda mucho en pagar, meses, nosotros no tenemos un gran capital detrás para ir tirando».

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Ingenio y solidaridad para salir adelante

Ahí fue donde entró en juego el ingenio y la solidaridad. El Carluque puso en marcha un lote a través de Merindades Plaza. Crearon un lote que se llamaba Carluque Porvenir. «Los productos los comprabas en ese momento, pero los recibías en marzo, unos dos o tres meses después. Así nos entraba dinero con la venta de esos lotes y podíamos comprar materia primara para volver a ponernos en marcha», explica Clara. Recibieron más de 300 pedidos.

«No esperábamos tan buena acogida. Incluso había gente que nos preguntaba por donaciones. Pusimos el freno ahí porque lo agradecíamos una barbaridad, era muy bonito, pero no somos una ONG». Al final, lo que esta ola de solidaridad demostraba es que El Carluque era un negocio que había demostrado ser viable y que podían volver a serlo con el apoyo de sus clientes, pero con un apoyo basado en eso, en su trabajo, en sus productos. Eso es lo que quería El Carluque.

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«La ola de solidaridad nos emocionó mucho, pero nosotros queríamos eso, que la gente nos ayudara con nuestros productos, no donando dinero, queríamos que nos ayudara con algo que les podía hacer felices como es el queso, que también nos hace felices a nosotros», confiesa Clara.

Sin esta ola de solidaridad no podrían estar donde están ahora

Y así lo han demostrado. Este mes de marzo comenzarán a llegar esos lotes que se compraron por diciembre, cuando sufrieron el robo. «Nosotros sin esto no podríamos haber salido adelante porque no somos una empresa grande que puede realizar una inversión que ya irá recuperando, con todo lo que habíamos adelantado. Esto nos permitió volver a comprar todo lo que hiciera falta. La envasadora nos la repararon hace unos días, pero con esta ayuda pudimos comprar leche y volver a producir».

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Productos de la quesería El Carluque. El Carluque

Además, tiendas que vendían sus productos también les han ayudado, les han hecho pedido, han realizado sorteos entre sus clientes para que la gente compre los productos de El Carluque.

El suceso fue triste, pero los socios de El Carluque prefieren sacar algo positivo de esto. «Nos ha conocido más gente, nos han descubierto por recomendaciones. No queremos dar pena, somos gente maja que hacemos quesos y yogures, que están muy buenos y, además, te puedes venir al valle que es precioso y conocer nuestra quesería, donde también hacemos degustaciones», apunta Clara.

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Más gente les ha conocido, a ellos y al valle

Una semana después del robo ya habían reanudado la producción, pero con productos frescos y muy limitados. Seguían vendiendo productos de la zona porque en la quesería también tienen una tienda de productos artesanos. «Ahora estamos en el punto de poder volver a la normalidad en cuanto a productos y producción. Al ser artesanal, nuestra producción es irregular, pero ahí estamos», reconoce. «Dudo mucho que sin la ola de ayuda de clientes y tiendas pudiéramos estar ahora donde estamos».

Cada persona tendrá sus motivos para ayudar a la quesería, pero lo que han sentido es un aprecio y una solidaridad de gente cercana que los conoce, pero que también busca apoyar proyectos locales. «Hemos conocido a mucha gente que no conocía de nada el valle, ni la quesería y que lo que aprecia es la artesanía, el pequeño comercio, el producto de calidad y, la verdad, se agradece mucho», añade Clara.

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Lo que espera ahora El Carluque es que a la gente que le guste la quesería la visite y aproveche para visitar el valle, esta zona rural de la provincia de Burgos porque para eso está también esta quesería en Valdenoceda, están ahí con la intención de hacer quesos, yogures, crema y también con la intención de promocionar la zona con calidad.

La historia de El Carluque

La historia de El Carluque

El Carluque es una quesería que comenzó a fraguarse en 2015 por parte de seis personas vinculadas al valle de Valdivielso. Estas personas viven en el valle o tienen relación con la zona. Ahora mismo todos siguen vinculados, tres viven en el valle, otras dos tienen idea de asentarse allí en algún momento.

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Gustavo Pérez es el maestro quesero, Cristina Mena aportó el terreno, Enrique Dies es el gerente, Josu Olabarría construyó la quesería bajo la dirección del arquitecto Carmel Gradolí, Marta Valle trabajó en la quesería y Virginia Valls es comercial y se encarga de logística.

El proyecto se puso en marcha en 2015 y pusieron cuidado ya desde la arquitectura de la quesería. Desarrollaron un proyecto arquitectónico de la mano de Carmel Gradolí que tiene en cuenta la zona, la eficiencia energética, las líneas arquitectónicas tradicionales de Valdenoceda, busca no desentonar y aprovechar el espacio.

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El futuro

Los quesos que elaboran son de cabra y oveja. Ellos no tienen un rebaño propio, pero trabajan con cabras y ovejas cercanas del Valle de Manzanedo y de La Bureba. «Por desgracia, uno de los problemas que notamos y que se agravará en el futuro es la falta de relevo generacional en ganadería», explica Clara Dies.

La inflación también ha subido los precios de la leche y hay proveedores que les dicen que se plantean dejarlo, cambiar de trabajo. «Hay gente joven que podría interesarse por la ganadería en el medio rural, pero es difícil ponerlo en marcha sin una inversión considerable. Ahora mismo tenemos proveedores con una leche de calidad excelente, pero echamos la mirada al futuro y creemos que será un problema».

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Los baches que han superado

La burocracia alargó la construcción de la quesería cuatro años, cuando empezaban a hacerse un nombre llegó la pandemia y, en esos momentos, las tiendas gourmet y charcuterías donde venden sus productos no funcionaron bien. «Nuestros productos están hechos para ser seleccionados con calma, no son para un gran supermercado», explican. Después, cuando afrontaban una buena campaña navideña y se estaban estabilizando les llegó el robo, pero la ola de solidaridad y su ingenio les ha permitido revivir. El Carluque vuelve a resurgir, un negocio rural, artesanal, que apuesta por el producto de calidad con materias de esta zona burgalesa.

Apuestan también por un producto que a ellos les hace felices y con el que quieren hacer felices a los demás. «Hemos ido aprendiendo y mejorando. De hecho, mi padre, Enrique, suele decir que la segunda quesería nos saldrá genial».

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