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Era tan solo una bicicleta y, a la vez, se convirtió en el símbolo de los recuerdos perdidos. El incendio que el 24 de julio se declaró en Quintanilla del Coco arrasó con buena parte de Santibáñez del Val, donde 86 inmuebles se vieron afectados ... por las llamas tras una noche que fue un «infierno».
En total, 23 viviendas de uso residencial se vieron dañadas por el fuego, 11 de ellas con una afección completa. Una de esas casas es la de los recuerdos de Alvar García, un burgalés de 18 años que no olvidará en lo que viva el incendio de este verano. La casa de sus abuelos sufrió aquella noche las dentelladas de unas llamas que el viento azuzaba con el paso de los minutos. En la cochera, una de sus posesiones más preciadas: la bicicleta que con 14 años le regaló su padre ya fallecido.
Su medio de transporte por las calles de Santibáñez no sobrevivió al 24 de julio, como no lo hizo la casa que perteneció a sus bisabuelos. Tan solo la fachada indica que allí algún día hubo vida. Entre los escombros, los restos de su bici, de la mountain bike con la que la tarde anterior había estado viendo atardecer.
Esa bici se convirtió entonces en el símbolo de los recuerdos perdidos. Y José María del Río, vicepresidente del Club Burgalés de Vehículos Históricos, leyó la historia de Alvar en BURGOSconecta y decidió que, quizás, podía hacer algo por él. «Leí el reportaje y me llegó dentro, me marcó por el valor sentimental de la bicicleta. Como yo soy muy amante de los trastos, y pensando en un principio que se podría tratar de una bicicleta antigua, aunque da igual porque el fin es el mismo, quise intentar ayudar ese poquito con esa bicicleta que tanto valor sentimental tiene para Alvar», reconoce.
Ana María, la alcaldesa de Santibáñez del Val, fue la madrina de esta historia y quien finalmente puso en contacto a José María con Alvar, que desde entonces han intercambiado mensajes. «A nivel personal yo me metí en el lío, pero represento al club de Vehículos Históricos y estamos todos implicados en intentar recuperar, si podemos, la bicicleta», declara José María.
No va a ser una tarea sencilla. El fuego calcinó casi por completo ese pequeño tesoro sentimental de Alvar. «Queda la cadena, algo del radio y poco más, el cuadro se carbonizó porque era de aluminio», lamenta el protagonista.
Aquella jornada parecía la de un domingo completamente anodino de un mes de julio, pero en apenas unas horas todo cambió: «Me enteré a las 13:30 de que había fuego en Quintanilla del Coco, en dos horas y media llegó a las tierras del pueblo. Estuve con mis vecinos y amigos ayudando, poniendo las bocas de riego para intentar protegernos de las llamas. Al principio pensaba que no iba a llegar al pueblo».
Pero el fuego llegó, calcinó y destruyó. Inmuebles, tierras de cultivo, naves, aperos y recuerdos. «La bici me la regaló mi padre cuando yo tenía 14 años. Fue el regalo de mi cumpleaños de ese año, me hizo una ilusión tremenda. ¡Era un biciclón! La bici la uso para todo, he ido a todos lados con mi bici, la he cambiado las ruedas cuando se me han pinchado innumerables veces. El día anterior del incendio, la última vez que la cogí, me fui a la antena de Tejada, que hay unas vistas tremendas, vi el último atardecer y fue bonito, no se me va a olvidar nunca ese atardecer», asegura Alvar.
El incendio de Quintanilla del Coco
El fuego le arrebató a Alvar una bicicleta cuyo valor, aun siendo una buena bici, no residía en lo económico. Era su regalo de cumpleaños. El que su padre le hizo antes de fallecer y que ha quedado reducido a cenizas: «Lo poco que ha quedado estaba entre los restos del techo y estaba entre metido con los escombros».
Jose María no puede evitar conmoverse con las palabras de Alvar y, aunque sabe que tiene por delante un reto complicado por el estado en el que la bicicleta quedó, asegura que se trata de un «reto bonito». «Sobre todo cuando estás seguro que alguien te lo va a agradecer. Hasta la primavera tenemos mucho tiempo», insiste.
Alvar sabe que su bici no volverá a ser igual, pero sueña con «volver a la antena de Tejada» montado sobre ella. Por delante tiene también el reto de recuperar la casa de sus abuelos, antes de sus bisabuelos: «Cuando vi las imágenes por la noche yo pensaba que todo el pueblo se había quemado. Los vídeos de los bomberos de las 23:30 horas parecía que no se iba a salvar nada. La noche anterior yo estaba allí cenando tranquilamente y después...».
«Desde el club queremos restablecer ese valor sentimental que la bicicleta tenía para ti», le dice José María a Alvar, que reconoce que eso era «lo importante». Para eso aún habrá que esperar. Será en la próxima primavera cuando la magia deje ver sus frutos y una caravana solidaria de vehículos históricos desembarque en Santibáñez del Val para entregarle a Alvar su 'nueva' bicicleta y poner de nuevo en el mapa una localidad que sigue necesitando ayuda para «resurgir» de sus cenizas.
Todas las noticias de Burgos en BURGOSconecta.
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