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De veranear en el Palacio de la Isla a salvar a 500 judíos de la muerte en Hungría

De veranear en el Palacio de la Isla a salvar a 500 judíos de la muerte en Hungría

Miguel Ángel Muguiro, hijo de los constructores del Palacio de la Isla, fue uno de los protagonistas de la salvación de centenares de judíos húngaros durante la Segunda Guerra Mundial

Domingo, 9 de octubre 2022, 09:29

Muchos fueron los que, desde diferentes posiciones, trabajaron por intentar salvar a judíos del exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, aunque sólo algunos de ellos lo consiguieron. Y uno estaba muy vinculado a Burgos. Se trataba de Miguel Ángel Muguiro, hijo de los constructores del Palacio de la Isla, que tras pasar parte de su infancia a orillas del Arlanzón protagonizó junto a varios colaboradores una historia de película en la Hungría dominada por los nazis.

Muguiro nació en Madrid en julio de 1880, y desde su más tierna infancia estuvo muy ligado a Burgos. No en vano, sus padres, Juan Muguiro Casi y Francisca Muguiro Cerrajería, matrimonio de oligarcas madrileños, fueron los encargados de levantar el Palacio de la Isla. Allí, entre los muros de la casona y los árboles frutales de su enorme jardín, el pequeño Miguel Ángel, tercero de los nueve hijos del matrimonio, pasó multitud de veranos mientras se preparaba para una prolífica vida diplomática que le llevó por medio mundo.

De acuerdo a las fuentes documentales, con apenas 27 años, el joven recaló en Tánger, donde permaneció varios años desempeñando el cargo de agregado diplomático. Las cosas le fueron bien, puesto que en los siguientes años trabajó en Colombia, Alemania o Italia hasta llegar, en 1938, a Budapest, donde ejerció de ministro plenipotenciario y encargado de negocios. En aquel momento, Muguiro tenía 58 años, España continuaba en guerra y Europa entera se asomaba a un conflicto armado devastador que acabó golpeando de lleno a Hungría.

Allí, la interferencia de la Alemania nazi desencadenó una persecución a los judíos de la que Muguiro tardó poco en dar cuenta a sus superiores en Madrid, a los que informó de las atrocidades que estaba cometiendo el gobierno húngaro, que llegado un momento comenzó a arrestar a miles de judíos para trasladarlos a los campos de exterminio polacos.

Curiosamente, durante aquellos años, a más de 2.300 kilómetros de Budapest, el Palacio de la Isla, donde tantas veces había veraneado Muguiro, acogió a Heinrich Himmler, uno de los grandes ideólogos del exterminio judío, que visitó Burgos en el marco de un viaje diplomático a la España franquista.

Sea como fuere, y viendo que la situación de los judíos se agravaba por momentos, Muguiro dio un paso al frente en 1944 para intentar sacar de Hungría a todos los posibles antes de que fueran metidos por la fuerza en los trenes con destino a Polonia. Para ello, tal y como hicieron otros diplomáticos españoles, echó mano de un decreto firmado en 1924 por Primo de Rivera mediante el que el Gobierno español concedería la nacionalidad a todos aquellos que demostrasen ser de origen sefardí. Esto es, que fueran descendientes de los judíos expulsados de la Península por los Reyes Católicos. Esa nacionalidad, en la práctica podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

Sin embargo, había dos problemas por delante. El primero era que el decreto de Primo de Rivera perdió su vigencia en 1931; el segundo era que apenas un puñado de judíos húngaros podían demostrar ser de origen sefardí.

A todo ello había que añadir otra cuestión. Y es que, los movimientos de Muguiro no pasaron desapercibidos para las autoridades húngaras, que emitieron una queja formal ante Madrid.

Aún así, y aprovechando que casi nadie conocía la pérdida de vigencia del decreto de Primo de Rivera, Muguiro y otros colaboradores, entre los que estaba el entonces secretario de la embajada, Ángel Sanz Briz, consiguieron proveer de visados a unos 500 judíos húngaros, que fueron sacados del país y trasladados a Tánger, según relata el historiador Isaac Rilova en su libro sobre la historia del Palacio de la Isla. La mayoría de ellos eran niños.

Aquel movimiento acabó desatando las iras del gobierno magiar y Muguiro fue cesado de manera fulminante, regresando a España. No obstante, su sustituto fue Sanz Briz, quien lejos de desentenderse, continuó con la labor iniciada y acabó siendo responsable del rescate de alrededor de 5.000 judíos, de acuerdo a diferentes fuentes documentales. Aquel hombre pasó a la historia con el sobrenombre de 'Ángel de Budapest' y fue honrado con multitud de condecoraciones.

Por su parte, Muguiro, acabaría su carrera como cónsul español en Zurich en 1950 tras haber sido nombrado caballero Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Cuatro años después, el diplomático fallecía, dejando tras de sí un gran legado histórico.

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