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Gardoqui y Lee mantuvieron las conversaciones en Burgos. BC
Burgos, germen del apoyo español a la independencia de Estados Unidos

Burgos, germen del apoyo español a la independencia de Estados Unidos

Arthur Lee, representante de las colonias norteamericanas, negoció en Burgos las condiciones del apoyo español a la causa revolucionaria

Domingo, 3 de abril 2022, 09:07

La historiografía norteamericana parece haber pasado de puntillas en torno al papel desempeñado por España en el proceso de independencia de los Estados Unidos. Sin embargo, aquella España de Carlos III, que a pesar de haber perdido ya parte de sus posesiones seguía siendo una ... potencia mundial incuestionable, desempeñó un papel fundamental para la victoria de las colonias. Y buena parte de esa colaboración se fraguó en Burgos.

Así lo demuestran los testimonios de los propios protagonistas recogidos en un estudio de José Luis Moreno publicado en el Boletín de la Institución Fernán González en el que se detallan las negociaciones desarrolladas en la ciudad del Arlanzón entre Arthur Lee, una de las cabezas visibles de la causa colonial, y una representación de la Corte de Carlos III. Unas negociaciones que acabaron resultando clave para la independencia de los Estados Unidos.

Y eso que el viaje de Lee no pareció empezar con buen pie. El diplomático norteamericano, desplazado hasta Francia en compañía de Benjamin Franklin y Silas Deane, consiguió audiencia por parte del Conde de Aranda, entonces embajador español en el país galo. La intermediación de éste facilitó la entrada en contacto de Lee con la Corte española y el 7 de febrero de 1777 abandonaba París con destino a Madrid, donde pretendía mantener audiencia con el rey, Carlos III.

Carlos III se negó a recibir a Lee ante el temor de generar un conflicto diplomático con Inglaterra

Sin embargo, aquel plan se fue al garete a las primeras de cambio. Y es que, la presencia de Lee en España no hacía ni pizca de gracia. Aunque Carlos III y su Gobierno apoyaban la causa de las 13 colonias, en esos primeros compases de la guerra aún lo hacían de tapadillo. Bastante tenía España con solventar el follón que tenía en aquel momento preparado con Portugal como para meterse en otro lío diplomático con Inglaterra. A la vista de la situación, el Gobierno español hizo lo imposible por evitar que Lee llegara a Madrid, donde su presencia no habría podido pasar desapercibida para la red de espionaje británica.

Así, la decisión fue interceptar al enviado norteamericano antes de llegar a la capital. Y quiso el destino que se le localizara en Burgos el 28 de febrero. Y allí se le ordenó detenerse a la espera de la llegada de los negociadores españoles.

Malas impresiones

A Lee no le gustó ni un ápice no ser recibido en Madrid. Lo consideraba casi como una afrenta por parte de un pueblo al que, por cierto, no parecía tener en muy buena estima. Así al menos lo dejó escrito en sus memorias, en las que se refería a los españoles en términos muy poco diplomáticos. «Los castellanos se parecen en ciertos aspectos a los indios, pero con peor catadura, y su suciedad y olor a ajo los hace más desagradables que la pintura y la grasa de cerdo salvaje con que estos se embadurnan […] Todo está tan sucio como si este detestable pueblo profesara una hidrofobia general y constante […] y espero no tener nunca el honor de ver un país que se acerque mucho a este», escribió en su diario camino a Burgos.

Sin embargo, si quería conseguir apoyo por parte de España, algo que se consideraba vital para la causa independentista, Lee debía agachar las orejas, aguantar el horrible «olor a ajo» y las numerosas «pulgas» que se encontró en el camino y esperar en Burgos a ser recibido.

Lee tenía una mala impresión inicial de los españoles

El encargado de dirigir las negociaciones en representación de la Corte fue finalmente el duque Jerónimo Grimaldi, ex-ministro de Estado y recién nombrado embajador en los Estados Pontificios. Habida cuenta de que Grimaldi no hablaba ni papa de inglés y de que Lee desconocía hasta el extremo la lengua de Cervantes, fue necesaria la presencia de un intérprete. Para ello, se solicitó la asistencia del comerciante bilbaíno Diego de Gardoqui, que acabaría siendo un actor fundamental para la revolución norteamericana.

Hasta tal punto lo fue que, una vez reconocida la independencia de los Estados Unidos en el Tratado de París (1783), Gardoqui se estableció en Nueva York y se convirtió en embajador y encargado de negocios de España en la nueva nación. Es más, el propio George Washington le tuvo a su vera durante su toma de posesión como primer presidente de los Estados Unidos.

Sea como fuere, las conversaciones entre Lee y los representantes españoles se prolongaron durante cuatro días en Burgos, en los que el enviado norteamericano tuvo que reducir sus exigencias ante el baño de realidad. No le gustó ni ser recibido por la Corte en Madrid ni que España se negara a declararle la guerra a Inglaterra, pero el Gobierno español no iba a dar ninguno de esos dos pasos, al menos de momento. Lo que sí estaba dispuesta a hacer la Monarquía era apoyar financiera, logística y militarmente la causa de las colonias a cambio de una posición privilegiada en el comercio con la nueva nación.

Apoyo millonario

A eso, que no era poco, se comprometió Grimaldi en nombre del Rey, que designó a Gardoqui como intermediario a través de su empresa 'Casa Gardoqui e Hijos' y puso a disposición de la causa el puerto español de La Habana. Por allí pasaron en los siguientes dos años decenas de cargamentos de armas, municiones, ropa y todo tipo de provisiones. Y eso sin contar el dinero que envió España a las colonias, que no fue poco.

De acuerdo a los cálculos realizados por José María Lancho en su artículo 'La ayuda financiera española a la independencia de los Estados Unidos', España aportó al menos 3,26 millones de dólares, lo que equivalía a más de 650 millones de reales de vellón. Una auténtica fortuna que, además, nunca fue devuelta. En este sentido, los Estados Unidos sólo reconocieron y devolvieron a España un total de 342.000 dólares entre 1973 y 1974. En principio, esa deuda, que aplicando los correspondientes intereses supondría una cantidad totalmente desorbitada hoy en día, no habría prescrito aún.

España aportó varios millones de dólares y apoyo militar a la causa norteamericana

De hecho, la ayuda española a la causa colonial ha sido hasta cierto punto ignorada por la historiografía norteamericana, a pesar de que España acabara participando de lleno en la contienda a partir de 1779, resultando determinante para la victoria del bando colonial. Puede que ese 'olvido' tenga algo que ver con los 'encontronazos' que tuvieron años después EEUU y España. Ya sabemos cómo acabó aquello a finales del siglo XIX. Sea como fuere, la historia está ahí y el propio Lee, nada más salir de Burgos, celebraba el apoyo recibido para su causa.

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