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Interior de la iglesia del monasterio de Bujedo. J.C.R.
Burgos Misteriosa

Secretos bien guardados y mística en el monasterio de Bujedo

Este es uno de esos lugares de la provincia de Burgos donde los lugareños encontraron las fuerzas telúricas que le confieren al espacio una magia especial

Sábado, 23 de noviembre 2024, 09:29

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Es uno de esos lugares místicos de la provincia de Burgos. Es un remanso de paz, de sosiego y de secretos. Un lugar de poder sobre la tierra. Es el monasterio de Bujedo de Candepajares.

El monasterio cuenta con un edificio principal, una iglesia románica y unos jardines extraordinarios llenos de vida y con un pasado apasionante. Es un oasis en las faldas de los majestuosos Obarenes. Se mece al arrullo del paso de los trenes que, eso sí, a veces rompe el sosiego que le confieren sus jardines.

En el edificio central, su torre cuadrangular, del primer tercio del siglo XII, ejerció como bastión de defensa en los límites castellanos con el reino de Navarra. Tiene planta cuadrangular y arios cuerpos, ventanas ajimezadas y aspilleras. Los dos tramos últimos están coronados por pináculos y son más tardíos, del Renacimiento.

Fuerzas telúricas

Fue uno de esos lugares en los que los lugareños encontraron las fuerzas telúricas que le confieren a este espacio una magia especial. El poder de la tierra es profundo. La fortaleza es el signo externo de una descomunal potencia interna que se nota sólo con pisar la tierra que lo alberga y soporta con estoicismo. Bujedo está a los pies de la importante calzada romana que discurría por la cercana hoz de Foncea. Y eso marca.

La iglesia es espectacular. Está conectada, pared con pared, puerta con puerta, con el claustro bajo del monasterio. Tiene planta de cruz latina y tres ábsides románicos con sus tres naves. Impresiona sólo con verla con los ojos. El resto es sentirla, tocar sus piedras cuasi milenarias. La cubierta del crucero es de nervios que forman un enorme florón, como indica la información del propio monasterio. En el ábside central todos los elementos arquitectónicos están perfectamente conjuntados y presentan una decoración austera, siguiendo la tradición del Císter. Cinco ventanales románicos lo adornan, con vidrieras coloristas llegadas del taller de Burdeos el año 1891.

Salvador Andrés Ordax explica en el Boletín de la Institución Fernán González que por distintos documentos se sabe que el primitivo monasterio tuvo un patrimonio de bordados y platería que enriquecía este monasterio y que han desaparecido. También fueron destruidos en el siglo XIX una serie de obras escultóricas. En 1575 ejecutó el escultor Diego de Marquina, del foco mirandés, la efigie orante de la fundadora del monasterio, Doña Sancha Díaz de Frías.

Jardines de Bujedo y la torre fortificada. JCR

Hermanos de La Salle

El 22 de julio de 1891 llegó la orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los hermanos de San Juan Bautista de la Salle. Era un espacio que quedó libre tras la desamortización. Desde Francia llegaron algunos novicios, otros 25 muchachos novicios menores, dos profesores y 28 mayores con su director al frente. Antes, en febrero de 1878 llegaron los primeros Hermanos de las Escuelas Cristianas a Madrid. Venían de Francia con reputación de ser buenos profesionales maestros y grandes educadores. Desde entonces y hasta los años setenta del pasado siglo fue casa de formación y noviciado.

Hoy es una residencia para hermanos mayores. Su espectacular museo de ciencias naturales es prodigioso. Y los recuerdos de la mítica Operación Rescate televisivo.

Jardines y su fauna

De especial belleza son sus jardines en los que la oscuridad de la noche se convierte en oportunidad para encontrar sonidos y olores diferentes; y una luz oscura especial. Tantas historias contadas, meditaciones y oraciones escondidas entre la gran variedad de plantas que son el fruto, la consecuencia del paseo interior con el que el alma regala a los sentidos los placeres de la naturaleza que el río Matapán alerta con su bullicio

Allí se puede visitar el llamado Patio de los Olivos, la avenida de los Mártires, el mausoleo a los mismos Mártires de Turón; la estatua a San Juan Bautista de La Salle, la estatua de Santa Teresa, la del Corazón de Jesús, o la Gruta de Lourdes.

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