En pleno corazón del paseo de la Isla, a un paso del centro histórico y en uno de los parajes más exclusivos de Burgos, se alza imponente el Palacio de la Isla, testigo mudo de los últimos 139 años de historia, no sólo de Burgos, ... sino también de Castilla y León y España. No en vano, el palacio, actual sede del Instituto de la Lengua de Castilla y León (Ilcyl), puede presumir de haber tenido una interminable retahíla de usos y de haber hospedado en su interior a reyes, regentes, presidentes e incluso a Francisco Franco, que convirtió el palacio en sede del Gobierno y residencia particular.
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Pero vayamos por partes. La historia del inmueble arranca en 1881. En aquellos años era habitual que oligarcas, nobles, comerciantes e industriales madrileños levantaran casas de recreo en diferentes capitales del norte de España para pasar el estío. En este caso, fue la familia Muguiro y Casi la protagonista de la historia. En 1881, Juan Muguiro y Casi, reconocido abogado y financiero madrileño, compró por 45.000 pesetas a María Urbana Rojo Ruiz una finca de «dos hectáreas, catorce áreas y ochenta centiáreas» en el Paseo de la Isla, entonces situado en los arrabales del centro de la ciudad.
Según explica el historiador Isaac Rilova en el libro 'Historia del Palacio de la Isla', tras la compra y la tramitación de los correspondientes permisos, en enero de 1882 comenzaban las obras de un palacio que quedó concluido en diciembre de 1883 y que desde el principio causó sensación en la ciudad. De marcado estilo romántico, pero con influencias neogóticas, cuatro plantas, numerosas dependencias y unos jardines envidiables, el Palacio de la Isla se convirtió por pleno derecho en una de las grandes residencias de Burgos a finales del siglo XIX.
Y más cuando, en 1891, sirvió para albergar a la familia real. Fruto del terrible accidente ferroviario de Quintanilleja, la entonces regente María Cristina, acompañada de su hijo, el futuro Alfonso XIII, decidió trasladarse a Burgos para participar en la misa réquiem por las víctimas y la familia Muguiro y Casi cedió el palacio para disfrute de la corte mientras ellos se trasladaban un par de días al cercano palacio sus familiares, los Liniers. Esa fue la primera presencia real entre los muros del 'hotel' de La Isla, pero no la única, y permitió que Juan Muguiro y Casi fuera nombrado gentilhombre de Cámara de su Majestad.
A partir de ahí, la historia del Palacio de la Isla no hizo sino incrementarse a medida que pasaron los años. Tras la muerte de Juan Muguiro y Casi en 1917, su familia continuó usando el palacio durante algunos años hasta que, en plena Guerra Civil, el mismísimo Francisco Franco decidió establecer allí su mando de operaciones. Lo hizo en el verano de 1937, coincidiendo en las fechas con la toma de Bilbao y convirtiendo de facto a Burgos en la capital de la España sublevada.
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Desde allí, Franco dirigió las operaciones militares acompañado de parte de la plana mayor del Gobierno nacional, incluido Ramón Serrano Súñer y su familia; allí se celebró el primer Consejo de Ministros del Gobierno franquista el 31 de enero de 1938; y allí, el 1 de abril de 1939, el propio Franco firmó el histórico parte que ponía fin a la Guerra Civil y que esa misma noche se emitió desde el pequeño estudio de Radio Nacional situado entonces en San Agustín. «En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».
Ese parte supondría un punto y aparte en la historia del palacio. Y es que, finalizada la guerra, Franco decidió trasladar su residencia habitual y el Gobierno a Madrid, abandonando el Palacio de la Isla en octubre de 1939.
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No obstante, la vinculación del edificio con el régimen no concluyó con el traslado a la capital, ni mucho menos. Y es que, el Ayuntamiento y la Diputación adquirieron entonces la finca a la viuda de Juan Muguiro con el objetivo de cedérsela al caudillo, quien la usó en numerosas ocasiones como residencia ocasional.
Mención especial se merece en este punto la visita en 1940 de Heinrich Himmler, mano derecha de Adolf Hitler, quien decidió parar en Burgos para conocer la 'capital de la cruzada' en pleno viaje diplomático por España y acabó cenando con Franco y un nutrido grupo de representantes del régimen en el propio Palacio de la Isla.
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Durante los siguientes años, la presencia de Franco en Burgos y en el propio palacio fue hasta cierto punto habitual. De hecho, la última visita del caudillo a la capital del Arlanzón data de 1972.
Sin embargo, el escaso uso que se le daba al Palacio de la Isla hizo que se multiplicaran las ideas para darle una nueva vida tras la Guerra Civil. Sobre la mesa estuvieron durante mucho tiempo propuestas como la instalación de un 'Museo de la Victoria', con recuerdos de la propia contienda que se llegaron a recibir sin que finalmente prosperara la idea de manera efectiva.
De hecho, esa falta de concreción derivó en una pelea administrativa entre el Ayuntamiento, la Diputación y Patrimonio Nacional a cuenta de la cesión del espacio que no terminó ni con la llegada de la democracia y de los nuevos usos del inmueble.
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Unos nuevos usos que llegaron de la mano de la España de las Autonomías, que concedió una nueva vida al histórico inmueble, convirtiéndose en sede provisional del Consejo de Castilla y León, ente encargado de redactar el Estatuto de Autonomía que se estableció a orillas del Arlanzón hasta julio del 83, cuando se aprobó el traslado de los órganos ejecutivo y legislativo de Castilla y León a Valladolid.
Con aquella decisión, Burgos perdió la capitalidad ad hoc de la comunidad, y el Palacio de la Isla, que en esos años recibió la visita de personalidades como los reyes Juan Carlos y Sofía o el presidente del Gobierno, Felipe González, volvió a quedarse en desuso.
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Una vez más, las ideas para dotar de contenido al histórico inmueble proliferaron y la Diputación planteó ceder sendos espacios para el Grupo Espeleológico Edelweiss y para la UNED. Sin embargo, el atentado de la banda terrorista ETA contra la comisaría de la Policía Nacional de Burgos en 1990 obligó a cambiar los planes. Los destrozos ocasionados por aquel coche bomba dejaron inutilizada la antigua comisaría, que acabaría trasladándose al Palacio de la Isla mientras se tramitaba el proyecto de la nueva comisaría de la Avenida Castilla y León. Esa circunstancia, de hecho, obligó a adaptar incluso calabozos en la antigua caseta del conserje del Palacio.
Sea como fuere, una vez levantada la nueva comisaría, el histórico edificio volvería a quedarse huérfano a la espera de nuevos inquilinos. Una vez más. Fue entonces cuando se comenzó a perjeñar su actual uso. Un uso que vino de la mano de la creación en 1998 del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, que se estableció definitivamente en el Palacio de la Isla en 2007 tras una inversión de alrededor de 3,5 millones de euros por parte de la Junta.
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De la mano del Ilcyl, el palacio ha recuperado todo su esplendor, acogiendo innumerables actividades culturales e institucionales, tanto en su interior como en los jardines, convertidos en los últimos años en escenario de conciertos representaciones teatrales y exposiciones y un sinfín de propuestas.
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