No resulta nada extraño que la Catedral de Burgos, en otro tiempo y ahora, tenga moradores; canónigos o personal que pueda establecer su residencia en el templo. Ha ocurrido en otros tiempos y no sería extraño que ocurriera ahora. Pero, ¿quién sabía que en otros tiempos un zapatero remendón viviera en la torre norte?
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Cuando el invierno azota con sus heladas y hace descender un frío glaciar de las laderas del Castillo, allí, en la torre norte de la Catedral de Burgos, mirando a San Esteban y a la fortaleza, se instaló un hombre que se dedicaba al noble oficio del cuero y los zapatos.
Nada se sabe de este extraño personaje. ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué moraba en ese lugar tan frío y alejado de la plebe? ¿Qué extraña delegación hacía el Cabildo con este zapatero? No hay datos. Nadie sabe de él.
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Este zapatero también ejerció de campanero; alternaba el trabajo del cuero y las cuerdas con el batido de campanas. UN grupo de arquitectos e investigadores encontraron una amplia garita de madera intacta, «que le servía de reposo y de dormitorio entre campanas y campanadas». Hoy ya el toque de campanas para las solemnidades se hace por medio de motores eléctricos con manejo desde abajo, y tampoco tiene ya razón de existencia otro cobertizo externo «feo y desvencijado de ladrillos y adobes», que existía entre las dos torres, sobre la techumbre de la nave principal, construido no se sabe cuando como estorbo parasito».
Un 3 de septiembre de 1975, el doctor arquitecto de la Real Academia de Doctores, y numerario de la Institución Fernán González, Marcos Rico Santamaría paseaba e investigaba por la Catedral. Buscaba estudiar algunos asuntos arquitectónicos del templo. La facilidad de acceso a desvanes y otros lugares del recinto sagrado hace descubrir cosas que difícilmente son accesibles. Una visita prolongada y exhaustiva seguro que daría información exacta de muchos interrogantes que se ciernen sobre la vida del templo.
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Eso pensó el arquitecto sabedor que, además de lo que buscaba, podía encontrarse con secretos hasta ahora no descubiertos. Casi 50 años después, quizá ahora sea un buen momento para recuperar historias y hacer una visita a los lugares más profundos del templo e investigar y sacar a la luz historias, bellas o tétricas, pero al fin y al cabo historias de la vida del templo. Todo eso lo publicó en el Boletín de la Institución Fernán González. Del primer semestre de 1981.
Marcos Rico escribe que encontró cosas curiosos en «el ambular por los desvanes». En esos lugares recónditos de la Catedral encontró «vestigios al uso de aquellos tiempos», como unos volantes a modo de timones de barco que empleaban antiguamente para el colgado de lámparas, banderines y estandartes; y poleas y tornos sencillos para los mismos fines.
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Y algo a lo que apenas se le dio valor, pero que lo tiene, mucho más que otras cosas. Encontraron «las firmas de obreros y operarios de todos los oficios con las fechas en que actuaron en la catedral». Es realmente un descubrimiento extraordinario «como honra de sí mismos, perpetuando su intervención en tamaña joya arquitectónica»; vidrieros, fontaneros, albañiles y canteros y otros oficios varios.
El paso del tiempo ha dejado el campanario de la Catedral en un lugar visitable, pero no para todo el mundo. Tiene 17 campanas en las dos torres, aunque no usan todas. Están automatizadas y ya no es necesario el toque manual. Son campanas de reloj y de uso litúrgico. Las primeras están en la aguja oeste, y se trata de dos campanas de los siglos XVIII y del XX, son las que dan los cuartos. Otra, la de las horas, es del XV.
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Otras menores están ubicadas en la nave central. Para los cuartos, dos campanas romanas, que toca el Martinillo, mientras que la campana de las horas las toca el mítico Papamoscas. Otras 12 campanas están repartidas en las torres. Las dos más grandes se llaman Campana Madre y es del siglo XVI y Mauricia, algo anterior y son las campanas fijas.
Eran otros tiempos. La informática y la mecanización se han llevado por delante los oficios de campanero y otros similares. Que la catedral tuviera un campanero zapatero remendón es una curiosidad. Un extraño personaje que moraba en la torre norte. Todo es misterio en la Pulchra et Decora.
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