Burgos Misteriosa
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Tan misterioso como desconocido, el cementerio de los protestantes se desmorona al azote del viento, de la lluvia y de la nieve. Lugar sagrado por lo que significa, ha sido olvidado por sus paisanos y, si nadie lo remedia, este lugar de la historia de esta tierra, se perderá. La tecnología, al menos, ha permitido mantener la huella de esa necrópolis con una marca en Google Maps. Algo es.
El lugar donde se ubica el viejo cementerio es inhóspito; está lejos de los poblados de Mozoncillo y Salgüero de Juarros. Es la Loma. Los fríos y el viento del invierno se llevan los restos del cercado sin remisión. Cuesta llegar al lugar. El pedregal puede llegar a confundir a cualquiera si no sabe que el lugar que visita es tierra sagrada. Es un cercado que divide los términos de Mozoncillo y Salgüero.
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Julio César Rico
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El erudito etnógrafo Elías Rubio recogió hace unos años el testimonio de dos hijas del último protestante de Mozoncillo. Recuerda que se lo narraron «un ya lejano día de 1997»; una triste historia por la manera en que su cuerpo fue conducido para su descanso en el pedregal, hace ya un siglo.
El difunto fue trasladado en un carro tirado por una pareja de bueyes; sólo unos pocos familiares acompañaron «en el montaraz y áspero camino» el cuerpo de fallecido. Ningún vecino le acompañó. «El cortejo fúnebre pasó delante de las casas ante el ostracismo general. Las campanas no tocaron a muerto, alguien lo decidió, pero los que seguían a la carreta fúnebre pasaron 'con la cabeza muy alta por medio del pueblo'».
Rubio cree que el cementerio de los Protestantes «debió construirse para gente pobre que se moría por los pueblos y que nadie los reclamaba», como le contó una vecina de Mozoncillo, «y probablemente también para suicidados». Esa tierra fue la que eligieron los protestantes del lugar para su descanso eterno. Allí encontró Elías Rubio hace 30 años los ramos marchitos que alguien «debió dejar un día de Difuntos» como recuerdo y homenaje a los «dos o tres» allí enterrados.
España, y gran parte de la Europa católica del siglo XVI, se aferró a las doctrinas del Concilio de Trento (1545-1563) y apartó a de su lado a quienes buscaban una reforma dentro de la Iglesia. El Santo Oficio de la Inquisición, que en España puso en marcha los Reyes Católicos mucho antes que el Concilio, coartó y prohibió toda doctrina que se apartara de las directrices del Papa de Roma.
Los mismos Reyes Católicos, que por algo llevan ese nombre, politizaron la religión y convirtieron en delito la diferencia de pensamiento con la doctrina y los dogmas. Al sur de Europa, y Burgos como epicentro del comercio y la economía mundial, solo se pensaba en católico; a pesar de ello, por influencia del intercambio de mercancías con Flandes, «Burgos era una ciudad 'erasmizada'», cerca del pensamiento de Erasmo de Rotterdam, señala el experto en la vida de Francisco de Enzinas, Miguel Ángel Vieira.
En esa Castilla, una comunidad protestante se ubicó en Monzoncillo de Juarros. No es casi necesario decir que los miembros de esa comunidad sufrieron persecución y continuas amenazas En una muestra sobre la vida y la obra de Francisco de Enzinas en la Biblioteca Pública aparecía una curiosa fotografía. Una bandera en un recinto de protestantes. Un cementerio; un muro de piedra azotado por el viento que sopla de todos lados y hoy totalmente abandonado. El cementerio protestante; y el último enterrado allí fue Miguel Bárcena.
Esta historia la recoge Eduardo de Ontañón en el periódico Luz, en 1932. Escribe el periodista burgalés que Bárcena sale de sus oscuridades «de casa aldeana con un libro entreabierto en las manos, y dice: Aquí están todos nuestros instrumentos y la verdad eterna». Bárcena le cuenta que fue un familiar quien le instruyó en la religión de Lutero y Enzinas.
Durante siete años sufrieron persecución y amenazas. A la muerte de su abuelo, lo enterraron en suelo profano. No era merecedor de suelo santo. «Fueron a ponerlo en el sitio más alejado del pueblo, en lo que llaman La Loma». Antes habían sido inhumadas otras seis personas,
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