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La peatonalización del puente de Santa María dotó de nueva personalidad al entorno. GIT

Tres décadas de peatonalizaciones en Burgos

La ciudad cuenta hoy en día con más de 17 hectáreas de calles y plazas cerradas al tráfico rodado tras treinta años de intervenciones de diferente entidad

Sábado, 3 de diciembre 2022, 08:49

Hoy en día cuesta imaginar coches circulando libremente por zonas como la Plaza Mayor o la plaza del Rey San Fernando, pero no siempre fue así. De hecho, el centro de Burgos, como el de tantas otras ciudades, fue hasta hace no mucho un ... lugar totalmente tomado por el vehículo particular. Cientos de coches circulaban y aparcaban diariamente en la zona, relegando a los peatones a un segundo plano.

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Sin embargo, la imagen que ofrece hoy en día el centro histórico es bien diferente gracias a las progresivas actuaciones desarrolladas durante los últimos 30 años, que han relegado al coche a un papel secundario en favor de los peatones. Al menos, al coche particular, ya que la presencia de furgonetas y camiones de reparto es más que habitual durante las primeras horas del día entre semana. En todo caso, la apuesta por las peatonalizaciones se ha consolidado con el tiempo y casi nadie se atreve hoy a discutir su positivo impacto.

Y eso a pesar de las numerosas reticencias con las que se han ido abordando los diferentes proyectos. Que no han sido pocas. De hecho, ya desde las primeras intervenciones, impulsadas durante los mandatos de José María Peña, los cierres al tráfico rodado han venido acompañados de polémica y quejas iniciales. Así sucedió con el cierre al tráfico de la Plaza Mayor, el primer gran paso dado en este sentido hace ya tres décadas. Y así se ha repetido en numerosas ocasiones.

Tras las experiencias iniciales, las primeras calles en decir adiós a los coches fueron La Paloma, Laín Calvo y Almirante Bonifaz, que estrenaron una imagen totalmente renovada entre 1995 y 1998. De aquella época también datan sendas intervenciones en El Espolón o el Paseo de la Audiencia, que a pesar de ser ya entonces espacios peatonales recibieron un profundo lavado de cara.

La apuesta, para entonces, ya estaba clara. Burgos quería cerrar al tráfico rodado buena parte del centro de la ciudad. Así de hecho quedó plasmado en el Plan Especial del Centro Histórico, un documento aprobado en 1995 e incluido en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1999 que marcaba la línea a seguir en este sentido. Y el envite era, sin duda, muy ambicioso. No en vano, aquel documento contemplaba intervenciones de peatonalización en una treintena de calles a través de diferentes fórmulas, que se fueron desarrollando a lo largo de los siguientes años.

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Vías tan simbólicas como La Puebla, San Juan, San Lorenzo, Fernán González, San Gil, Nuño Rasura, Las Llanas o Diego Porcelos, o San Carlos fueron, poco a poco, despidiéndose de los coches.

Sin embargo, el impulso clave llegó de la mano del I Plan Municipal de Peatonalizaciones, que se diseñó con un horizonte bianual entre 2005 y 2007. Y es que, aquel documento, además de contemplar intervenciones urbanísticas en calles como La Moneda, General Santocildes, San Cosme, Avellanos o Cardenal Segura, también incluía la puesta en marcha de los controles de acceso al casco histórico. Aquella fue, sin duda, la clave, ya que a partir de entonces, sólo se permitió el acceso al mismo a los vehículos de los vecinos, a los repartidores y a los vehículos de emergencia. Al menos sobre el papel.

Una vez acometidas todas las actuaciones previstas en ese plan, Burgos contaba ya con algo más de 100.000 metros cuadrados de calles y plazas peatonales, de los que más de la mitad habían recibido en los últimos años alguna intervención urbanística.

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La apuesta, en todo caso, no terminó ahí. Y es que, aquel primer plan tuvo su continuidad con otro diseñado para su desarrollo entre 2007 y 2011. Ese documento contemplaba otra docena de actuaciones en entornos que aún estaban pendientes de recibir un lavado de cara. Mención aparte se merece la inclusión en ese documento del Plan Catedral XXI y del ARCH, que cimentaron la imagen actual de los alrededores de la Seo y del barrio de San Esteban, respectivamente También se contemplaron en aquel plan las semipeatonalizaciones de las calles San Lesmes, Gran Teatro o Santander, que perdieron sendos carriles de circulación en favor de un significativo ensanche de las aceras. En algunos casos, dichas actuaciones se financiaron a través de los fondos del Plan E.

Futuras peatonalizaciones

Con el desarrollo de aquel plan se dio carpetazo a buena parte de la renovación del centro histórico de la ciudad. A partir de ahí, la vista empezó a desviarse a otros puntos del casco urbano, como el Paseo Sierra de Atapuerca, peatonalizado con motivo de la apertura del complejo de la Evolución Humana o los alrededores del Mercado Sur.

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Y ahora, el objetivo del Ayuntamiento pasa por intervenir en zonas clave del barrio de Gamonal. Allí, el actual equipo de Gobierno ha diseñado sendas actuaciones en la calle Roma, la plaza de Lavaderos y la plaza de Grandmontagne, donde se prevé que entren las máquinas tras la celebración de las fiestas de Navidad.

También acaban de ser adjudicadas las obras de peatonalización de la calle San Julián, en la zona sur, que ya cuenta con algunos entornos reservados esclusivamente para los peatones.

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