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Julio Estébanez, subjefe de los Bomberos de Burgos, era el responsable del cuerpo aquel día. GIT
V aniversario del incendio de Campofrío en Burgos

«Fue el incendio más devastador de la historia de la ciudad»

El subjefe de Bomberos, responsable del cuerpo durante el incendio de Campofrío, rememora una actuación «complicada» y con varios momentos de «tensión» | Pone en valor la coordinación y esfuerzo de todos los equipos de emergencia englobados en el PEMBU

Sábado, 16 de noviembre 2019

El de Campofrío fue el incendio «más devastador de la historia» de la ciudad. Al menos, de su historia reciente. Así lo asegura quien fuera aquel día responsable del cuerpo de Bomberos, Julio Estébanez, que recuerda con vividez los detalles de una actuación difícil de ... olvidar por muchos aspectos.

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En este sentido, el subjefe del cuerpo destaca dos conceptos clave: magnitud y devastación. Y es que, las llamas arrasaron por completo una instalación industrial de más de 40.000 metros cuadrados, un edificio «enorme». Y además, lo hicieron de manera muy virulenta. No quedó piedra sobre piedra a pesar de los ingentes esfuerzos desplegados por los Bomberos durante las primeras horas.

El incendio fue extinguido oficialmente once días después de su inicio

El primer aviso llegó al parque al filo de las 6:40 de la mañana. La llamada provenía de la misma fábrica y alertaba de la presencia de «un pequeño fuego en unos palets». En virtud de dicha información, se movilizó un sólo equipo hacia la zona, pero ya de camino se vio que aquello era más que un pequeño incendio. «Recibimos otras llamadas y avisos y el propio equipo que estaba yendo hacia el lugar, al ver la columna de humo, avisó al parque y pidió refuerzos»., explica Estébanez.

Lo que vio ese primer equipo nada más llegar no tenía nada que ver con lo que se esperaban. La fábrica estaba en llamas y había que actuar. O al menos intentarlo. Así, el primer equipo entró en el interior de la planta, pero en apenas unos instantes, los efectivos desplazados comprendieron que no podían luchar contra lo que había ahí dentro y tuvieron que salir ante el riesgo que entrañaba su presencia. Un riesgo real y palpable, tal y como recuerda Estébanez. Y es que, según subraya, apenas unos segundos después de que salieran los bomberos, se colapsó la entrada. Podrían haberse quedado allí dentro. «Tuvieron suerte», reconoce.

Molteplas también fue pasto de las llamas hace años. Félix Ordóñez

«Las fábricas también pueden arder»

El de Campofrío ha sido el más devastador, sí, pero no el único incendio registrdo en una instalación industrial en Burgos. Así lo recuerda Estébanez, que cita otros ejemplos, como el de Molteplas, para recordar que «las fábricas también pueden arder». «Muchas veces pensamos que las instalaciones industriales son de metal y no se pueden quemar, pero siempre hay un riesgo».

Por eso, insiste, es tan importante la prevención. Una prevención que está regulada a través de la normativa contra incendios de 2004. El problema, reconoce el subjefe de Bombros, es que la construcción de muchas fábricas es anterior a esa fecha.

Ese era el ejemplo de la antigua factoría d Campofrío, que «no estaba sectorizada» y contaba con numeroso poliuretano en sus paredes, lo cual fue cotraproducente.

De esta forma, Estébanez confía en que el ejemplo de Campofrío haya servido para que otras empresas pongan más esfuerzos en la prevención de incendios.

Y no solo ellos. De hecho, durante la charla con Estébanez sale en un par de ocasiones la palabra «suerte». «Ese día había mucho viento y eso ayudó a que se propagara el incendio en el interior. Sin embargo, la componente, que habitualmente es de norte-sur, iba en sentido contrario. Eso nos ayudó mucho a controlar la situación», explica.

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Aún así, insiste, la devastación fue tota. Y no fue por falta de personal. «Siempre que tenemos una situación de emegencia de esta magnitud, trabajan todos los profesionales del parque». Aquella fue una de esas jornadas. En total, unos 80 efectivos que se fueron relevando y que formaron la primera línea de una actuación mucho mayor.

A este respecto, Estébanez insiste en destacar la aportación de todos los cuerpos de emergencia que participaron en el operativo ese día, desde la Policía Nacional a la Policía Local o Protección Civil. «Tuvimos muchos ofrecimientos. Varias empresas grandes de la ciudad, como Antolín, Bridgestone o Adiseeo nos ofrecieron sus equipos. También se ofrecieron a colaborar los Bomberos de Palencia», resume.

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Sin embargo, al pie de la factoría solo trabajaron los efectivos del parque de Burgos, apoyados por el equipo de Bomberos del Aeropuerto de Villafría y por varios equipos materiales del Ejército. Y es que, «no era una cuestión de recursos». Simplemente, reconoce, «no se pudo hacer nada» para salvar del desastre la nave principal.

Los Bomberos pudieron hacer poco para salvar el edificio principal. GIT

«Fue un incendio fortuito»

Uno de los trabajos más complicados a la hora de analizar un incendio de la magnitud del de Campofrío es el de analziar el origen del mismo. Un origen que aún hoy no se ha conseguido determinar con exactitud, debido al desastre provocado por las llamas, que alcanzaron temperaturas superiores a los 1.000 grados, según las estimaciones del subjefe de Bomberos.

En este sentido, insiste, el primer análisis realizado por los Bomberos y el desarrollado tiempo después por la Policía Científica determinó que el incendio había sido «fortuito». «Con el destrozo que había, no se pudo determinar que el origen fuera eléctrico, pero en todo caso, lo que está claro es que no hubo acelerantes ni ningún elemento activador». Es decir, que el incendio «fue casual».

Ni siquiera se podía descargar agua con medios aéreos. «La cubierta de la fábrica era de chapa» y una descarga podía generar «más riesgo para todos» debido al «colapso de la estructura». Algo similar, explica aEstébanez, a lo que impidió utilizar medios aéreos durante el incendio de la Catedral de Notre Dame.

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Momentos de tensión

Así, lo único que se podía hacer era «controlar el perímetro» y «evitar que el fuego se propagara» a los edificos colindantes y, sobre todo, a los depósitos de amoniaco ubicados junto a la fábrica. Unos depósitos de 15.000 litros que suponían un riesgo real. De hecho, durante el control de esa situación se vivieron los momentos «más tensos» de la jornada. «Hay intervenciones que realizas y que luego ves los riesgos que ha entrañado. En este caso no fue así. Éramos conscientes del riesgo que estábamos tomando», recuerda Estébanez al tiempo que pone sobre la mesa la máxima de «tanto hay que salvar, tanto hay que arriesgar». Y en este caso, subraya, se cumplió. «El objetivo era que no se propagara el incendio y se consiguió».

Eso sí, la intervención no acabó ahí. No en vano, el incendio quedó controlado horas después, pero no terminó de extinguirse hasta pasados once días. Once días durante los cuales permaneció en la zona un retén para evitar nuevos conatos. Once días que no se olvidarán facilmente.

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