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Luis Pérez Montero, director Industrial de Campofrío España

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Luis Pérez Montero, director Industrial de Campofrío España IAC
V aniversario del incendio de Campofrío en Burgos

La nueva Campofrío, 'blindada' contra incendios

V Aniversario del incendio de Campofrío ·

La planta de la Nueva Bureba, surgida de las cenizas de la que fuera arrasada por el fuego en 2014 cuenta con las mejores medidas de autoprotección disponibles | Tras una inversión de 225 millones de euros, la factoría tiene garantizada una vigencia de 50 años de vida

Sábado, 16 de noviembre 2019, 09:19

Entramos en la Nueva Bureba, una factoría autoprotegida que cuenta con los más modernos sistemas de seguridad activos y pasivos que pueden encontrarse en el mercado. A cada paso, los detectores de humo y rociadores de agua velan por una rápida reacción en caso de ... incendio, pero también lo hacen los materiales utilizados en su construcción, que son auto extinguibles o la propia distribución de la fábrica, dividida en cinco edificios separados por calles accesibles para los servicios de extinción o la sectorización de las diferentes áreas.

Por el contrario, la antigua Campofrío solo contaba con un gran edificio de 450 metros de largo por 150 de ancho, que estaba dividido en dos plantas. Cerca de 60.000 metros cuadrados de planta, que hicieron imposible a los bomberos actuar sobre el foco del incendio que se declaró en 2014 en el centro de la fábrica.

A día de hoy, las causas del fuego que acabaron con Campofrío se desconocen y posiblemente no se conozcan nunca. Luis Pérez Montero, director Industrial de Campofrío España, explica que los mejores peritos del mundo analizaron el incendio, al igual que la Policía Científica y los ingenieros forenses que la propia empresa contrató para esclarecer las causas del desastre. Lo único que se pudo determinar es que se trató de un incendio fortuito, que se originó en el centro de la fábrica (sin concretar el lugar exacto) y que no se debió a un cortocircuito, como se llegó a informar.

En el momento del incendio, medio centenar de trabajadores, la mitad de Campofrío y la otra mitad de la empresa de limpieza, se encontraban en la planta y ninguno de ellos sufrió daños gracias a que los sistemas de detección funcionaron correctamente. Sin embargo, poco después, el fuego cogió tanta fuerza que los servicios de extinción solo pudieron limitarse a evitar que el incendio se propagara a otras plantas próximas. Pérez Montero recuerda que en un secadero muy próximo había 1.200.000 jamones serranos que se salvaron gracias a que ese día soplaba un fuerte viento en dirección este.

Lo único que se pudo determinar es que se trató de un incendio fortuito

Doce días más tarde, Campofrío dejaba de arder, tras haberse consumido cada espacio de una fábrica de 60.000 metros cuadrados que contaba con más de 800 empleos directos y otros muchos indirectos. Y solo unos días más tarde, el grupo propietario anunciaba que Campofrío volvería a levantar su principal planta del continente en Burgos y lo haría con la última tecnología para garantizar una vida industrial para los próximos 50 años.

El ave fénix

Caminar por las instalaciones de la Nueva Bureba es palpar de primera mano uno de los mayores ejemplos de superación que se recuerdan en la industria nacional. La firma burgalesa, perteneciente al grupo mejicano Sigma Foods, ha renacido de sus cenizas aprovechando la ocasión para convertirse en el buque insignia del grupo en lo que a tecnología e innovación se refiere.

La Nueva Bureba, inaugurada en 2016, se ha construido pensando el modelo de Industria 4.0, integrando sistemas y maquinaria con la tecnología más moderna. La automatización de procesos ha llevado a cambiar el rol del trabajador de producción, que ha pasado de basar su labor en la manipulación de la producción a gestionar y supervisar la maquinaria que hace por él las labores más penosas.

Y todos los cambios en su producción no se han traducido en un aumento de la cuenta final de toneladas sacadas al mercado. De hecho, las 55.000 que se servirán este año son prácticamente las mismas que era capaz de producir la anterior planta, con una tecnología más antigua y casi 40.000 metros cuadrados menos de espacio. Sin embargo, las diferencias entre la Nueva Bureba y la anterior son menos palpables fuera de las instalaciones porque lo que es por dentro, nada recuerda a la anterior Campofrío.

El modelo TPM es visible y palpable en grandes paneles en los que se recogen las incidencias IAC

TPM (Total Production Maintenance)

En estos momentos, la Nueva Bureba está implantando entre su plantilla un modelo de trabajo basado en la reducción a cero del impacto ambiental, accidentes laborales, defectos y averías. «El cero es posible», asegura Luis Pérez Montero. Él es el encargado de que la factoría tenga una filosofía proactiva en el trabajo y actúe de manera preventiva en cada actividad. El modelo TPM permite prevenir averías y accidentes gracias al trabajo consciente y la participación de los empleados.

Inicialmente se trabajó con un área de la fábrica, y ahora se está implantando el modelo a toda la plantilla, siendo pionero en todo el grupo. Pérez Montero, orgulloso de lo que puede aportar trabajar bajo el TPM, asegura que «no pretendemos conseguir unos cambios automáticos, sino que las personas mejoren profesionalmente». No obstante, los resultados del proyecto piloto señalan que se pueden llegar a reducir en un 85% los problemas evitables.

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