El mensaje no deja lugar a dudas: el machismo mata y la sociedad que lo consiente, que calla, es cómplice del asesinato. Pero Burgos no quiere ser cómplice, anhela una sociedad libre de machismos, de desigualdades, de discriminación y de violencias de género. Y ... por ese motivo los burgaleses han desafiado a las bajas temperaturas y se han echado a la calle en esta tarde de domingo 25 de diciembre.
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La capital se ha sumado a las movilizaciones el Día Internacional contra la Violencia de Género, con una gran manifestación que ha recorrido las calles del centro histórico. La Coordinadora Feminista de Burgos ha movilizado a varios cientos de ciudadanos en una jornada reivindicativa, que mantiene vivo el espíritu del 8 de marzo y en la que se recuerda a las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en este 2018, entre las que se encuentra la burgalesa Silvia Plaza.
Desde la Plaza del Cid hasta la Plaza de la Catedral se han coreado gritos todo tipo de lemas, que confluyen en uno solo: el machismo mata, la sociedad calla y la justicia remanta. Laura Pérez, portavoz de la Coordiandora Feminista de Burgos, ha recordado que si bien nos escandalizan los asesinatos (el último, el de una mujer de 44 años en Huesca, este domingo), solo es la punta del icerberg.
Las violencias de género van más allá de los asesinatos y las violaciones en grupo; están en el trabajo, en la familia, entre amigos, en el ocio, en la falta de libertad de las mujeres para andar por la calle de noche, en la cosificación del cuerpo de las mujeres. La mujer sufre a diario situaciones de violencia de género que no siempre somos capaces de identificar de lo arraigadas que están en la sociedad.
Queda mucho camino por andar y, además, existe un «sistema judicial que no nos ampara»: «o somos heroínas o hemos consentido la agresión sexual», no hay más alternativa, ha insistido Pérez. La Justicia no está sentencian con perspectiva de género, estás dejandado a las mujeres «más vulnerables y desprotegidas».
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«No nos podemos quedar calladas, la sociedad no se puede quedar impasible ante esta situación», de ahí el llamamiento también a la autoorganización de las mujeres, para luchar hermanadas pues solo así se conseguirá dar un giro total y acabar con las violencias de género.
Con esta manifestación se ha animado a las burgalesas a continuar construyendo la red feminista impulsada tras el 8 de marzo, convirtiendo la rabia, la indignación y el hartarzgo en la fuerza del cambio. Fue un revulsivo, se vio la fuerza de las mujeres, pero también supuso que mucha gente se «subiera al carro» del movimiento feminista, haciendo un flaco favor a la lucha. Hay que generar una perspectiva de género en todos los aspectos de nuestra vida.
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