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Burgos acaba de estrenar la Unidad de ginecoestética regenerativa en el Centro Médico Recoletas Calzadas, la primera unidad de este tipo en Castilla y León que busca devolver a las mujeres una buena salud sexual y una calidad de vida plena.
Al frente de ... ella está el doctor Sebastián Bonacic, que afirma que la unidad «tiene tres pilares de tratamiento». «El básico es la incontinencia urinaria, ciertas disfunciones sexuales y el liquen escleroso vulvar, que es una enfermedad infradiagnosticada y que puede hasta en un 6% malignizarse», explica el doctor.
Pero, además, desde esta unidad pueden ayudar a mejorar los síntomas post menopausia, como la sequedad vaginal, o también aquellas complicaciones derivadas de un parto en relación al suelo pélvico. «Esta unidad nace después de estar en un congreso de la Sociedad Española de Ginecología Estética, Regenerativa y Funcional (SEGERF)», explica Bonacic. Aquel congreso al que el doctor acudió con la firme idea de formarse mejor en labioplastia, «un tema totalmente quirúrgico», pero en el que su atención se desvió pronto a otros temas que se trataron en ese congreso.
«Eran soluciones que se daban en consulta, con aparatología y técnicas de la medicina regenerativa y me llamó la atención. Empecé a interesarme por ello, he estado con gente de nivel muy alto, tanto en España como fuera, he hecho un máster sobre el tema y por qué no tenerlo en Burgos. En toda Castilla y León no hay una unidad como esta y creo que es necesaria. En cada ciudad debería haber una unidad de este tipo», indica.
Porque una de las principales características de esta unidad es que aporta soluciones «fáciles e indoloras» a problemas «súper frecuentes». Estos tratamientos se realizan en la consulta y no conllevan baja laboral para las pacientes, lo que simplifica mucho los procesos para lograr la mejora. Sin embargo, para llegar hasta aquí primero hay que derribar el tabú que supone para gran parte de la sociedad hablar de la salud sexual y ginecológica de las mujeres.
«El mensaje que queremos lanzar es que no es normal que una paciente, haya pasado o no la menopausia, lleve una compresa porque se le escapa el pis. No es normal cuando hay soluciones para ello. En los años 50 probablemente el mensaje era «te llegó la menopausia, se acabó la vida sexual y tu vida plena, tienes que aguantar toda la sintomatología que esto conlleva», pero ahora no, ahora una mujer con 50 años es una mujer activa totalmente, a nivel sexual y a nivel social y no tiene por qué verse limitada», incide Bonacic.
«No tenemos que normalizar lo que no es normal», repita como un lema Sebastián Bonacic, algo que quiere que las mujeres interioricen para poder pedir ayuda si la necesitan: «La mujer debe decidir si quiere tener relaciones sexuales o no, es una decisión de ella y por eso deben ser ellas las que tomen la iniciativa y se animen a consultar sin ningún tabú sobre estos temas».
Pero además de la incontinencia urinaria y de las patologías que dificultan la relaciones sexuales, la unidad ginecoestética da respuesta también a aquellas pacientes con liquen escleroso vulvar, una dolencia infradiagnosticada que puede llegar a ser muy doloroso. «Se manifiesta como picor a nivel vulvar, no es por dentro de la vagina sino por fuera. Es una enfermedad inflamatoria crónica con un componente autoinmune. Este picor y esta inflamación van produciendo una alteración de la anatomía de la vulva. En pacientes que tienen un liquen avanzado vemos que hay desaparición de los labios menores, que se fusionan con los mayores, se puede obstruir completamente el clítoris y que incluso pueden tener casi un cierre de la vulva», afirma.
«Son síntomas de un liquen muy avanzado, cuando ya nadie tiene duda, pero es muy importante detectarlo al principio para evitar llegar a este punto. Los signos precoces son el picor, las pacientes suelen pasar de su médico al ginecólogo y de ahí al dermatólogo por ser un tema cutáneo, el tratamiento básico es un corticoide de alta potencia, pero hay veces que no es suficiente o que se pone tarde. Entonces hay que acudir a tratamientos que nacen de la medicina regenerativa, como son las células madres extraídas de una pequeña liposucción. No cura la enfermedad, pero la mantiene a raya. En casos extremos la cirugía también puede ayudar», explica el especialista.
Para tratar todas estas dolencias hace falta, además de los conocimientos, las herramientas más novedosas. Como por ejemplo la silla Emsella, que ha demostrado resultados óptimos en el control de la incontinencia urinaria con tan solo sentarse en ella. «Son pulsos electromagnéticos que van directamente al suelo pélvico. La comodidad es que la paciente se sienta en la silla y no tiene ni que desnudarse. Es un tratamiento de media hora, totalmente indoloro, no produce agujetas, puede volver a su vida normal, hacer deporte sin problemas, y esa media hora equivale a entre 11.000 y 15.000 ejercicios de Kegel», avisa el doctor. Algo que ayuda a no abandonar el tratamiento, ya que es más sencillo que hacer los ejercicios y, además, más potente.
Pero en la unidad disponen también de un láser Co2, «que es el mismo que se usa para rejuvenecimiento facial». «Utiliza la luz como fuente de energía, y con esa energía se produce un daño controlado, una quemadura controlada en el tejido en el que lo aplicamos. En el síndrome genitourinario de la menopausia lo hacemos a nivel de la mucosa vaginal. Por el descenso de los estrógenos posteriores a la menopausia se produce una atrofia de ese tejido en la vagina y de ahí viene la sequedad y las molestias. Lo que hace el láser es producir un daño y con ese daño tu cuerpo lo regenera. Al regenerarse hace que mejore estos tejidos que están atrofiados y se produce más glucógeno, que es el que aporta la lubricación vaginal y que en la menopausia está disminuido y provoca la sequedad», explica.
Para completar el uso del láser se utiliza la radiofrecuencia, que «estimula la producción de colágeno y elastina y se revitaliza el tejido vaginal». Pero el descenso de los estrógenos «no solo afecta a pacientes con menopausia», también a mujeres que han pasado por un parto o por un cáncer de mama. «La medicación que tienen que tomar les produce una menopausia precoz y esto se le suma al drama de pasar por la enfermedad y no poder disfrutar de una vida plena», afirma.
Pero no son estas las únicas formas de ayudar a las pacientes. El botox, el ácido hialurónico, los hilos espiculados que se utilizan para tensar la cara y tratamientos regenerativos (como las células madre) son otras de las técnicas y tratamientos empleados para este tipo de problemas o, por ejemplo, el vaginismo.
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Ruth Rodero
«Hay soluciones. Algunas patologías no podemos solucionarlas del todo, pero sí podemos mejorarlas. Que las pacientes vengan, consulten y les diremos hasta dónde podemos llegar. Podemos ayudar a muchísima gente y ese es el objetivo de esta unidad. No hay que normalizar lo que no es normal, y no es normal perder pis, no es normal que las relaciones sexuales duelan y si pasan estas cosas hay que consultar», insiste.
«No es una cuestión meramente estética, es tener una vida más plena», recuerda el doctor Bonacic, que agradece a Recoletas «que se haya atrevido» a montar la unidad. «Suena raro que un cirujano plástico hable de ginecoestética, de ginecología regenerativa, pero este es el proyecto de mi vida. La idea sonaba un poco loca, pero ya estamos empezando a ver sus frutos con pacientes que solo han utilizado la silla Emsella», finaliza Sebastián Bonacic.
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