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Una tromba de agua ha inundado Castrillo de la Vega y otros puntos de esta zona de la comarca de La Ribera en la provincia de Burgos. Sobre las 18 horas ha comenzado a llover torrencialmente, unas fuertes lluvias que no han dado tregua durante casi una hora.
La lluvia ha anegado el pueblo de Castrillo de la Vega, ubicado a unos nueve kilómetros de Aranda de Duero. La sala de operaciones de 1-1-2 recibía un aviso por inundaciones de la calle Antón, pero la situación se repite en todo el pueblo. Allí se encuentran ya los bomberos ayudando a normalizar la situación y los vecinos también se afanan en achicar agua.
La situación ha afectado duramente también a la circulación. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), la N-122 se ha cortado al tráfico a la altura de Castrillo de la Vega, desde el kilómetro 275 al 277 en ambos sentidos. Igualmente, esta carretera presenta condiciones difíciles de circulación desde el kilómetro 275 al 280, en Haza, por lo que se recomienda abstenerse de circular por la misma.
Pero el agua no solo ha puesto en problemas a Castrillo de la Vega, Fuentespina y otros puntos cercanos a Aranda de Duero y Haza también están sufriendo las consecuencias de las lluvias torrenciales.
«Desde El Ventorro hasta la rotonda de la gasolinera de Castrillo nos ha pillado un río de agua y barro. No lo había visto en mi vida», comentaba una vecina de la zona. «Bajaban cascadas por los barrancos y los caminos y la carretera parecía un arroyo y las tierras piscinas», añadía otra.
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Por ello, la A-11, desde el kilómetro 110 en Fuentespina al kilómetro 117 en Castrillo de la Vega también presentaba condiciones difíciles de circulación, al igual que la CL-603 desde el kilómetro 0, en Aranda, hasta el nueve en Torregalindo.
La rotonda en la que se encuentra la gasolinera Cepsa de Castrillo de la Vega es uno de los puntos más afectados. El exterior del establecimiento era una piscina de agua y barro, los vehículos han tenido que aparcar en zonas elevadas para que no se metiera el agua y los ocupantes han buscado refugio en el interior de la gasolinera.
Pero el agua estaba entrando en el establecimiento, por lo que los trabajadores se estaban esforzando por poner barreras para impedir que entrara tanta cantidad. Un trabajador explicaba por teléfono que llevaba como una hora lloviendo torrencialmente. Pasadas las 19 horas las precipitaciones habían parado, pero el agua estaba entrando al local. Confirmaba, igualmente, que por la carretera no se podía circular. Él no podía salir del establecimiento, pero veía claramente cómo la N-122 era un río.
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