Borrar
El rebaño con Roberto, Carlos y Leandro al fondo. Aythami Pérez

Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares

Cuatro hermanos de Quintana de Valdivielso decidieron seguir la tradición familiar y dedicarse al ganado y desde hace más de 20 años el lobo no les ha matado ninguna oveja. Abogan por una convivencia basada en mastines y en volver a ser pastores

Domingo, 5 de noviembre 2023, 09:30

Pasear con Leandro Valle por el monte del Valle de Valdivielso es como recibir una visita guiada a un museo con un guía experto en la materia. ¿Sabes por qué estos robles han crecido desordenados? ¿Sabes quién los plantó? ¿Conoces para que servían esas estructuras? Y así durante el recorrido que realiza, él o cualquiera de sus tres hermanos, con sus ovejas por este monte burgalés.

Un monte para el que la oveja ha sido una economía muy importante. «Que no sepamos mantener esas actividades o aprovecharlas a nosotros nos da un poco de pena. Sobre 1950 en Valdivielso había 17.000 ovejas, ahora hay 1.200 solo, las nuestras. La vida que había en los montes. Eso intentamos recuperar», señala Leandro.

Leandro, Carlos, Roberto y Ángel Mari gestionan una ganadería de unas 1.200 ovejas. Heredaron la profesión de su padre, pero también de su madre. «Familiarmente no sabemos la generación de pastores que somos, tanto por mi padre como por mi madre, como pastores y ganaderos», reconoce Leandro. Lo que hace este pastor es eso, reivindicar esta profesión, un trabajo que ha sido despreciado y denostado. «Ha sido una profesión despreciada. Fíjate, en el pasado una de las condiciones que ponían es que si eras analfabeto tenías más ventaja a la hora de ser pastor», explica. Y lo explica porque esta es su profesión y su pasión. Le gusta hablar de ella y reivindicarla también por lo fundamental que es.

La profesión de pastor

El pastor tiene un conocimiento muy vasto sobre el monte, un respeto por la naturaleza que se aprecia en Leandro y sus hermanos. Pero a su padre no le gustaba que le llamaran pastor, por esas mismas razones. «No le gustaba, pero es una profesión que requiere unos conocimientos de la naturaleza que poca gente tiene, se basa en la observación de años», señala.

Leandro con uno de los perros de careo. Aythami Pérez

Tanto Leandro como sus hermanos desempeñan esta profesión por pasión y vocación. Todos tenían un trabajo al margen de este, pero cuando su padre se jubiló, hará más de 20 años, decidieron volverse al pueblo y seguir con ello, pero con otros conceptos nuevos. «Cuando nuestro padre nos dejó la explotación decidimos que había que cambiar ese sistema de manejo. No podíamos estar los 365 días en el monte, los tiempos han cambiado y también las demandas sociales», explica Leandro. Así que, los cuatro hermanos se organizan y gestionan el rebaño.

Lo que han instaurado estos cuatro hermanos es un sistema basado en aprender del pasado, aprovechar estos conocimientos, pero no eludir los conocimientos actuales, cambiar lo que no funcionaba y siempre desde el respeto a la naturaleza. Han aprendido de sus antepasados, pero no han dudado en introducir los cambios que consideraban beneficios. Así consiguen vivir cuatro personas de este rebaño de 1.200 ovejas.

Fue Carlos el que comenzó con la explotación ganadera. Se le unieron después sus hermanos. «Mi padre me dejó unas 247 ovejas. Tenía otro trabajo, pero no quería que todo lo que había hecho mi padre se hundiera. Sabía que con 200 ovejas no podía subsistir, pero hemos llegado a tener 3.300. Ahora vamos bajando. El problema es la falta de relevo generacional», reconoce Carlos.

Los 365 días del año las ovejas están atendidas y, por la noche, están recogidas. Aythami Pérez
Imagen principal - Los 365 días del año las ovejas están atendidas y, por la noche, están recogidas.
Imagen secundaria 1 - Los 365 días del año las ovejas están atendidas y, por la noche, están recogidas.
Imagen secundaria 2 - Los 365 días del año las ovejas están atendidas y, por la noche, están recogidas.

Por eso, a su padre le hizo ilusión que continuaran con su trabajo, pero también reconocía incertidumbre. «No entendía lo que queríamos hacer. Sobre todo, nunca ha entendido que defendamos al lobo. Eso sí, ahora está totalmente orgulloso de lo que hemos conseguido», reconoce Leandro.

El lobo en convivencia

Y ahí llegamos a uno de los puntos que más críticas le han supuesto a Leandro y sus hermanos. Pero ellos se mantienen ajenos a la controversia. No rechazan el debate, pero siempre desde el respeto. Por eso Leandro ha dado conferencias y participa en el proyecto Vivir con lobos, de Ecologistas en Acción.

El cambio de gestión de estos cuatro hermanos está relacionado con el lobo. «Aquí se extinguió el lobo. El ganado estaba en el monte y subían algunos días a verlo. El ganado tenía menos control, así que el lobo volvió y causó muchos destrozos. Nosotros, hace más de 20 años, decidimos que el lobo no nos mataba una oveja más. Fue entonces cuando volvimos a ser pastores, no ganaderos», explica Leandro.

En los últimos 20 años asegura que el lobo no les ha matado ninguna oveja, «y aquí ha lobos, porque este verano ha habido una matanza de lobos». Pero ellos defienden que es posible la convivencia, «lo estamos demostrando. Pero se necesita compromiso y es que nadie nos obliga a realizar esta profesión».

El secreto, según Leandro, es «muy sencillo». «Nuestro ganado está siempre con una persona o encerradas. Por la noche están encerradas y, por el día, con el pastor. Tenemos, además, perros. Los pequeños son de careo y nos ayudan a manejarlas y los mastines se enfrentan al lobo», explica.

Imagen principal - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares
Imagen secundaria 1 - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares
Imagen secundaria 2 - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares

Los mastines como aliados

Al salir el tema de los mastines, Carlos, Roberto y Leandro, los tres hermanos que hoy están con el rebaño, no quieren eludir la polémica surgida por la muerte de una joven en Zamora a dentelladas por unos mastines. «A pesar de la polémica que hay con estos perros ahora, ninguno de los cuatro perros ha salido a ladrarte cuando has llegado y eso que no te conocían», evidencia Leandro dirigiéndose a la periodista. Roberto lo tiene claro: «Es fundamental el trato que se da a los perros, la educación. Si a una persona la tratas mal, te va a tratar mal. Con los perros pasa lo mismo, si les tienes muertos de hambre o no ven a la gente…».

Apuestan por la convivencia con estos perros como aliados en su trabajo. Es más, fueron ellos los que optaron por tener mastines, su padre no los tenía. «Los introdujimos porque nos dimos cuenta lo útiles que eran», reconocen.

La naturaleza, sus tiempos y su respeto

Estos cuatro hermanos cuidan a su ganadería con el sistema tradicional del monte y se dedican al cordero lechal de Burgos. Con estas condiciones solo quedan ellos en estos montes de Valdivielso. La presencia del pastor y el ganado siempre ha sido fundamental para el mantenimiento de los montes, «en estos montes podrían vivir hasta siete familias con lo que hacemos. Porque nosotros vivimos de esto, que es importante señalarlo», recalcan.

Saben de la importancia del respeto a la naturaleza porque trabajan con ella. Así que reivindican su cuidado. «Como ganadero, como agricultor, como persona del sector primario tengo que ser el primer ecologista. O cuido la naturaleza donde vivo y me da de comer o mal vamos», señala Leandro.

Imagen principal - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares
Imagen secundaria 1 - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares
Imagen secundaria 2 - Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares

Rechaza el enfrentamiento entre ecologistas y ganaderos y agricultores. «A pesar de todo lo que se está comentando, no es real. Soy el primer interesado en que la naturaleza funcione porque vivo de estos. Cuanto más lo cuido, mayor rendimiento».

Su trabajo y sus horarios se adecúan a las estaciones, a lo que manda la naturaleza. «Este año, con la sequía, a las 3 de la mañana estábamos en el monte con las ovejas porque luego llegaba el calor y no querían andar. Dependemos de las estaciones y los horarios son relativos», explican. Y es que llevan dos años «terribles» con la sequía: «no hay apenas pasto», reconocen.

Estos cuatro hermanos también producen su pienso. «La economía circular, nos autoabastecemos y, si no nos llega, compramos a agricultores de la zona. En estos años de sequía lo que hacemos es comprarlo lo más cercano posible», señala Roberto. Han optado por ello porque así saben lo que comen sus ovejas. «Mi misión y donde está mi beneficio económico es en sacar un producto de calidad, que sepa lo que estoy vendiendo al consumir. Así garantizo lo que las ovejas comen y sus cuidados», apunta Leandro.

Aprovechar el pasado sin olvidar el presente

La filosofía de estos cuatro hermanos es aprender de lo que se hacía bien en el pasado, aprovecharlo e introducir las ventajas que trae el progreso siempre desde el respeto a la naturaleza. Así han aprendido de su padre, pero no han dudado en introducir los cambios que consideraban beneficios para su ganado.

Pero por mucho que ellos confíen en la importancia fundamental de su actividad para la sociedad, para la naturaleza, sienten que las instituciones les gobiernan desde lejos, legislan sin escuchar, sin conocer el terreno. Desde el año 2016 llevan pidiendo que se regule su actividad. «En un país donde nos gustan tanto las leyes, la ganadería extensiva no tiene ninguna normativa. Por ejemplo, la Junta sacó una normativa para que, si tengo un ataque de lobos, pueda cobrar. Primero tendrá que regularse la actividad ganadera para después poder cobrar los daños por el lobo», razona Leandro.

Y es que las ganaderías mal gestionadas también pueden ocasionar muchos problemas. Más ovejas de las que el terreno puede soportar genera sobrepastoreo, la compactación del suelo, la erosión. Hacen una labor de mantenimiento del monte, sí, pero Leandro señala que «estos montes podrían estar totalmente desertizados porque se llegó a una sobreexplotación del terreno por la cantidad de ganado que había».

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta Los pastores de Burgos que conviven con el lobo gracias a la innovación, la ecología y los conocimientos familiares

logo

Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.

Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.

logo

¡Bienvenido a BURGOSCONECTA!

logo

Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en BURGOSCONECTA.

Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso

logo

¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!

La compra se ha asociado al siguiente email