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El único ejemplar de este incunable está custodiado por la Universidad Pública de Navarra. BC
Zugarramurdi: brujas, Inquisición y un libro maldito de Burgos
Burgos Misteriosa

Zugarramurdi: brujas, Inquisición y un libro maldito de Burgos

Un inquisidor, Alonso de Salazar y Frías, y un libro impreso en Burgos por Juan Bautista Varesio, están conectados por por un proceso atroz: el ajusticiamiento de las brujas de Zugarramurdi. Alonso de Salazar trató de evitar la masacre de muertes tras el juicio de Logroño en 1609. Su afán supuso acabar con las ejecuciones en España cien años antes que en el resto de Europa. Toda la tragedia del Auto de fe de Logroño quedó reflejada en un libro de Luis de Fonseca editado en 1611 en Burgos por Varesio

Viernes, 23 de junio 2023, 07:52

Casi todo el mundo conoce la relación de la provincia de Burgos con las brujas. Cernégula es el punto neurálgico de concentración de estas mujeres en el norte de España. Quizá más leyenda que realidad, Burgos es un lugar que concentra miles de historias relacionadas con las brujas.

Lo que sí es historia es la celebración de un auto de fe en Logroño contra las brujas de Zugarramurdi y contra varias decenas de personas que defendieron a estas mujeres navarras. Sus actas quedaron impresas en un libro impreso en Burgos por Juan Bautista Varesio, con texto de Luis de Fonseca.

El único ejemplar de este incunable burgalés está custodiado por la Universidad Pública de Navarra. La impresión data de 1611 y recoge, a diferencia de otro libro que se realizó en Logroño, los nombres de todas las personas encartadas en el juicio.

En este texto se recoge la lista de ajusticiados. En nuestros días podría parecer una barbaridad todo lo acontecido. Y lo es, hasta la publicación de los nombres de los presos. Este texto dice de la siguiente manera en su inicio: «Relacion summaria del auto de la fe que los señores doctor Alonso Bezerra Holguin, del Abito de Alcántara, licenciado Ioan de Valle Alvarado, licenciado Alonso de Salazar Frías, Inquisidores Apostólicos en el Reyno de Navarra y su distrito, celebraron en la Ciudad de Logroño, en siete y ocho días del mes de Noviembre, de mil seyscientos y diez años».

Fonseca intentó con su libro intimidar a la población para que se abstuviera de realizar actos brujeriles. El autor aragonés explica todos los cargos y las acusaciones que el Santo Oficio presentó contra 53 personas acusadas de realizar este tipo de prácticas. De ellas, la mayor parte eran del pueblo navarro de Zugarramurdi, un total de cuarenta y once fueron condenadas a la hoguera. En el libro se mencionan también los nombres y apellidos de 17 vecinos del pueblo, arrepentidos y perdonados por el Santo Oficio.

De las once mujeres condenadas a la hoguera, seis fueron llevadas a la plaza del pueblo para ser quemadas vivas; las otras cinco no sobrevivieron a la prisión y antes de celebrase el juicio de Logroño ya habían fallecido.

La capital riojana celebra cada año en el primer fin de semana de noviembre la quema de las Brujas de Zugarramurdi con teatro, visitas guiadas, pasacalles y el Mercado de la Brujería en el Paseo del Espolón y en el Parque del Ebro; y una representación completa del Auto de Fe de 1610 con escenas como la captura de las brujas y otros acontecimientos históricos.

Alonso de Salazar, el inquisidor bueno

El papel del inquisidor burgalés Alonso de Salazar Frías merece una mención aparte porque jugó un papel decisivo y frenó algunas ejecuciones. Y lo más importante es que con su decisiva aportación, hizo que el Santo Oficio dejara de perseguir a personas a las que se acusaba de realizar prácticas que la Inquisición denominaba como brujería.

Después del juicio celebrado en Logroño, las acusaciones se multiplicaron. Más en pequeñas poblaciones que en las ciudades. El carácter cerrado y endogámico de los pueblo favorecía las acusaciones, prácticamente todas falsas. Y el papel que jugó Alonso de Salazar fue decisivo.

Alonso Salazar y Frías BC

Nació en Burgos en 1564 y murió en Madrid, en enero de 1636. Los sepulcros de su familia están en la parroquia de San Esteban y sus padres y abuelos estaban relacionados con el comercio de la lana y mercadeaban en el Consulado del Mar. Ordenado sacerdote, fue canónigo de las catedrales de Sigüenza y Jaén.

El arzobispo de Toledo e inquisidor general, Bernardo de Sandoval y Rojas, le nombró miembro del Santo Oficio. Y tuvo que lidiar con un juicio trascendental, el proceso de las brujas de la secta de Zugarramurdi. Dos inquisidores más, Alonso Becerra y Juan de Valle, estaban al frente de la fiscalización. Pronto se vieron las diferencias entre los tres. Salazar pensaba de manera diferente a la de sus colegas.

La Real Academia de la Historia detalla que el burgalés llegó a denunciar la existencioa de cárceles secretas y la extrema precariedad provocada por el exceso de confinamiento en las celdas de las personas acusadas. Pero es más, Salazar llegó a convencer a Sandoval y Rojas para elaborar unas directrices que separaban la superstición de realidad.

Durante el proceso, el burgalés «no estuvo conforme con la sentencia ni con el modo de llevar los otros inquisidores el proceso, y consiguió del inquisidor general, su amigo, comisión para estudiar in situ el fenómeno de la brujería vasco-navarra». Enorme el logro que pudo permitir que en los cuatro años posteriores se revisara el proceso inquisitorial «para dar unas nuevas instrucciones en 1614», sobre el supuesto delito de brujería.

El denodado trabajo de Alonso de Salazar Frías impulsó un giro en el modo de entender este tipo de delitos. El Santo Oficio admitiría el error y desde ese momento corrigió las acusaciones y jamás se volvió a celebrar un juicio tan importante.

El escritor y periodista Antonio Pérez Henares escribe en Zenda que a partir de 1614 la Inquisición reconoció a Alonso de Salazar y «promulgó el Edicto de Silencio para acabar con las delaciones, las acusaciones y las envidias». En ese decreto se marcaban los límites, pero sobre todo se buscaba confirmar fehacientemente la acusación no dando nada por sentado porque la inmensa mayoría de los casos «se basaba en leyendas y casos sin confirmar». Todas estas medidas «supusieron la abolición de la quema de brujas en España cien años antes que en el resto de Europa y que dieron fin en nuestro país a los grandes procesos por brujería», apunta Pérez Henares.

Este verano, en el fin de semana del 22 y 23 de julio con motivo de la celebración en Pancorbo de unas Jornadas sobre Misterio, se representará en la noche del sábado una obra en la que se recordará al 'buen inquisidor' Alonso Salazar Frías.

Cernégula y Hormaza

En algunos casos, la mal llamada justicia popular, en forma de acusaciones, quizá por envidias o recelos, acaban con la ejecución de la justicia ordinaria. Es el caso de la burgalesa Casilda de la Fuente.

En Cernégula se reunían las brujas y brujos del norte de España. JCR JCR

Aunque el lugar de encuentro más famoso del norte de España está en Cernégula donde las brujas y los brujos celebraban sus concilábulos y realizan ritos que les acercaba más al averno que a las alturas. Cernégula se ha quedado con la leyenda y quién sabe si también está impregnada por las historias de ese pasado macabro.

Malleus Maleficarum

El Malleus Maleficarum era el manual que la Inquisición se dotó para combatir no sólo la brujería, sino todo tipo de magia condenada por el Santo Oficio. Todas las sentencias desde 1486 hasta casi el siglo XIX se basan en este texto escrito por dos monjes dominicos Kramer y Sprenger. Traducido al castellano, 'Malleus Maleficarum' es el 'Martillo de los brujas'.

Fue el manual indispensable y la autoridad final para la. Inquisición. Era la primera fuente a aplicar. Según este manual, «existen catorce tipos de magia, que nacen de las tres clases de adivinación: la invocación franca de los demonios, una configuración silenciosa de la disposición y movimiento de alguna cosa,como de los astros, o de los días, o las horas. Y la tercera es la consideración de algún acto humano con el fin de encontrar algo oculto».

En 1487, Kramer publicó, en colaboración con Jakob Sprenger, un extenso tratado sobre cómo identificar, interrogar y castigar a quienes practicaran la brujería. El libro autorizaba «a usar la tortura como método para obtener información y confesiones».

Grabado de una sabbat, del francés Jan Ziarnko. BC

La 'sabbat' de Burgos

Sabbat es la reunión de brujos y brujas donde se recogen todos los mitos relacionados con las prácticas brujeriles. En estas reuniones se adora al macho cabrío, una representación de Satanás, diversos sacrificios o la elaboración de ponzoñas. El dibujante polaco Jan Ziarnko ilustró en 1612 una obra que el inquisidor Pierre de Lancre había escrito en 1609. Su título es 'Tableau de l'inconstance des mauvais anges et démons, où il est amplement traicté des sorciers et de la sorcellerie'. Está basada en las ejecuciones del Santo Oficio en la baja Navarra y en el País Vasco francés. La caza de brujas responde a un conjunto de variables sociales, políticas, religiosas y, sobretodo, económicas en España entre los siglos XVII y XVII, que se prolonga en Europa hasta casi el siglo XX. En el texto 'Descripción del sabbat de los brujos; Modernalia.

Recursos para la enseñanza de la Historia Moderna', se explica qué es la 'sabbat' del grabador polaco que se muestra en la foto adjunta. En el grabado «pueden observarse algunos de los estereotipos más comunes que se asimilaban «a las prácticas brujeriles como puede ser la elaboración de ponzoñas con sapos y otros polvos mágicos (parte inferior central de la imagen), alimentarse de niños (extremo inferior derecho), transfigurarse en animales o seres mágicos con aspecto animal (extremo inferior derecho), bailar y danzar al son de músicas, realizar vuelos para poder trasladarse a los «sabbat» -normalmente montados en una escoba- (parte central de la imagen) o la presencia del diablo como macho cabrío, sentado en un altar, al que se le ofrecen niños (extremo superior derecho) que posteriormente serán sacrificados.

El fenómeno de la caza de brujas, que tuvo un impacto relativo en los territorios peninsulares de la Monarquía Hispánica si lo comparamos con otras regiones como Francia, Polonia o el Sacro Imperio Germánico (actual Alemania), comenzaría a desaparecer en la segunda mitad del siglo XVII». La escena del dibujante francés representa lo que pudo ser uno de los conciliábulos que se celebraban en Cernégula, por ejemplo. Quizá todo forme parte de una leyenda negra y que este tipo de prácticas, tal y como quedan reflejadas en el grabado, jamás formaran parte de este tipo de reuniones, pero ahí queda la incógnita sin resolver de la existencia o no de las brujas, de sus prácticas y de la herencia que hemos recibido.

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