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Lagunas de Antuzanos, en Gayangos, Merindad de Montija. ElliodeAbi
Burgos Misteriosa

Los enigmas sobre hadas y brujas en el norte de Burgos

En Gayangos, en la Merindad de Montija, las lagunas resumen parte de los misterios de esta zona

Sábado, 4 de mayo 2024, 09:06

Desde la época romana, y quizá mucho antes, las Lagunas de Antuzanos han sido fuente de acontecimientos que cruzan la línea oscura que separan el tiempo y la realidad de otra dimensión. Estos espacios lacustres rayan con las montañas cántabras, origen de las leyendas de ... las anjanas y los ojáncanos.

La comarca de Las Merindades es muy rica en leyendas que un día, quizá, fueron realidad y que, con el paso del tiempo, la gente creó sobre la realidad el mito. Las lagunas de Antuzanos, en Gayangos, guardan miles de historias relacionadas con brujas y hadas.

Todas las culturas que han pasado por la zona han venerado el lugar. Los cántabros recibieron en Antuzanos la misteriosa hacha sagrada, que les daba valor en la batalla. Por eso, los ejércitos romanos buscaron en este lugar ese objeto, los fasces, el emblema del poder militar de los reyes etruscos, adoptado por los romanos.

Era un arma dotada de un poder eterno y creyeron, por ser Antuzanos un lugar de poder, poder hallarlo ahí. Y no es la única incursión de un pueblo colonizador. Antes, los íberos y otros pueblos prerromanos, como los vascones o los astures llegaron a esta zona de la provincia para hallar en las aguas de las lagunas poderes extra terrenos.

Mapa de ubuicación. BC

Para los antiguos pobladores, esta laguna era el lugar mágico que marcaba, con algunas peculiaridades los tiempos del campo. Ver la llegada de determinadas aves a este humedal, la emigración de otras; la presencia de ofidios y anfibios, o su ausencia, se entendía como un signo del cielo para iniciar la siembra de los campos cercanos o para la recogida de frutos.

Y también para el inicio de la lucha contra otros pueblos invasores. La superficie de la laguna daba signos que los hombres y mujeres antiguos entendían como mensajes divinos para dar batalla o trabajar en los campos. Y aquí, gurús y brujos, brujas del lugar y eremitas que bajaban de las montañas al llano, seguían sus arcanos rituales para lograr las bendiciones divinas, o lanzar maleficios contra otros pueblos.

Furia de los dioses

Cuando en la Hispania romana llegaba una tempestad, o la naturaleza se volvía contra sí misma o contra los pobladores, éstos lo atribuían a la furia de un dios. Aún se puede conocer alguna leyenda en la Merindad de Montija que atribuye a alguna deidad vengativa la desaparición de los poblados cercanos a la laguna.

Hay que pensar que entonces, la superficie lacustre era mucho mayor y que el paso de los milenios ha fragmentado las lagunas en diferentes pequeños lagos. En uno de los poblados cercanos, hoy inexistente, sus moradores eran infieles a los dioses. Una historia que luego se perpetuó y, con la llegada y la extensión de la nueva religión cristiana, se acrecentó.

Los miedos y las amenazad de un dios castigador, que tantas veces ha presentado la Iglesia, se encaró de armar nuevas leyendas como atribuir a ese dios del Antiguo Testamento, la destrucción de poblados porque sus vecinos sólo blasfemaban contra el Santísimo Sacramento o contra la Virgen María.

Y ese dios vengador desató su furia sobre el poblado, como si éste se tratara de Nínive, cuando Jonás relata la deriva de la ciudad más próspera de Asiria y del mundo en ese momento, víctima del vicio, del fornicio y de todo tipo de pecados.

Así, ese dios hizo que las aguas de las lagunas crecieran de manera desmesurada y engulleran tierras y casas, animales y seres humanos. El lugar quedó reducido a una gran lámina de agua por venganza de divina.

La curiosidad por estas lagunas ha sido siempre objeto de investigación. Por ejemplo la que llevó a cabo, en 1886, Antonio Sáez de Baranda y recogida en la web condadodecastilla.es:

«Entre las varias curiosidades que tiene este pueblo, se hallan cinco lagos o pozos, de los que uno mide 400 áreas próximamente, y tienen unos cinco metros de profundidad. Sus aguas son claras y trasparentes, sin que aumenten ni disminuyan en verano ni en invierno. No tienen comunicación con río alguno. Nada se sabe acerca de su origen y formación, ni en los archivos parroquial y del pueblo existe dato alguno, por más que las tradiciones a ellos referentes sean varias, rindiendo la imaginación popular cierto respeto y admiración a estos lagos, no faltando quien afirme que, según tradición, existió en el mismo sitio un pueblo que desapareció sumergiéndose en un volcán, resultando después los lagos».

Sáes de Baranda habla también de que al sur de las lagunas existió un santuario dedicado a Nuestra Señora de Antuzanos, desaparecido en el año 1850.

Las hadas

La cercanía a las montañas cántabras, que casi se tocan con las puntas de los dedos desde Montija, nos lleva a las leyendas de las pequeñas hadas que en ese terruño llaman anjanas.

La imagen que la tradición cristiana vieja peninsular traslada a un hada buena es la de la Virgen María. Y existe una leyenda, la de el Hada de Gayangos que atribuye a un mujer, de aspecto descuidado y con ropajes pobres, una visita al poblado cercano a las lagunas pidiendo limosna.

Ninguna familia quiso abrirle la puerta a semejante personaje por su aspecto harapiento. Nadie excepto una pareja de ancianos que le ofrecieron comida y una gallina que le sirvió de menú para varios días. Con sus huesos, volvió a la casa de los ancianos a los que pidió que depositasen los restos en el corral.

Así lo hicieron al tiempo que la extraña mujer se fue sin que nadie más la volviera a ver. El caso es que la tragedia se sumió en la zona y las aguas de las lagunas engulleron todo el pueblo excepto la casa de los ancianos, auxiliados dicen por la extravagante mujer.

La tradición judeocristiana atribuye la intervención de la Virgen en la mujer harapienta. Y no es extraña esa equiparación porque el hada se asemeja a la figura de luz en las apariciones de la madre de Dios.

Las leyendas, o realidades ¿quién sabe?, llevaron a los nuevos pobladores, años después a levantar un nuevo pueblo, hoy Gayangos, en la planicie sobre el monte cercano a las Lagunas de Antuzanos.

Aves protegidas

Lola Vargas y Abilio Estefanía, en su blog, explican que en Antuzanos nidifican «hasta 112 especies en este entorno de las lagunas de Antuzanos, por lo que se convierte en uno de los lugares de mayor interés para el avistamiento de aves en la provincia de Burgos, encontrándose incluido en el Catálogo de Zonas Húmedas, debido a su fragilidad».

El lugar está rodeado de praderas en su base y bosques de roble rebollo y otras especies de la zona. La avifauna ofrece una privilegiada familia de rapaces. Milanos, real y negro, águilas culebreras y calzadas, halcones, gavilanes, garzas y anátidas como el pato cuchara o el zampullín cuellinegro.

Algunas de las aves de Antuzanos son especies únicas y amenazadas que en estas lagunas tienen el mejor ecosistema para sobrevivir y criar, es el caso del carricerín bigotudo y del carricerín cejudo.

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