Las misteriosas entrañas del depósito de agua del Castillo
Las catacumbas del agua de Burgos llevan en sus bóvedas piedras milenarias que hacen sagrada el agua que beben los burgaleses; provienen del desaparecido monasterio de San Cristóbal de Ibeas, que se ubicaba en San Millán de Juarros ·
La vida es un eterno retorno. Eso les pasa a las piedras y sillares con las que se levantaron las bóvedas de los depósitos de agua del Cerro de San Miguel. Y es que el mismo río Arlanzón que se hace lago interior en estos ... aljibes enormes del Castillo, paseó en su día por las misma piedras, rudas o labradas, del viejo monasterio que existía en San Millán de Juarros, el de San Cristóbal de Ibeas.
En este pueblo solo quedan algunas ruinas que el tiempo, la vegetación y el clima se están encargando de convertir en polvo del camino. Luis Miguel Sanz es un hermano de La Salle que conoce una bella historia y que recuerda que Fray Valentín de la Cruz, que fue cronista de la provincia, relata en uno de sus múltiples escritos y dice que para hacer los depósitos se transportaron «en carros tirados por animales las piedras del antiguo monasterio de San Cristóbal».
Los primitivos depósitos de agua del Cerro de San Miguel datan de 1892. Las catacumbas del agua de Burgos encierran todos los secretos del Castillo de Burgos porque hasta esta zona, en plena invasión francesa apenas un siglo antes, llegaban los dominios de la fortaleza. Penetrar en las entrañas del cerro impresiona. Ahí se custodian 131 años de historia de la ciudad. Elevada, enterrada la vida que mana del agua.
A mediados del siglo pasado, el Ayuntamiento de Burgos realizó una ampliación importante de los depósitos de agua con una enorme bañera en la que ya no se usó piedra, sino que se aplicaron las técnicas constructivas del momento, basadas en el hormigón armado. Y ya en el siglo XXI, Burgos cuenta con otros depósitos en la zona de Cortes.
Esta curiosa historia que hoy traemos a Burgos Misteriosa nos hace pensar en la historia del eterno retorno. El eterno retorno consiste en aceptar que todo lo que ocurre en el planeta, cualquier situación anterior, actual o de futuro, se va a repetir por los siglos de los siglos es una extraña teoría de Nietzsche, que interpreta la sucesión de acontecimientos. A una situación le sigue otra, otra, a esta la siguiente y así sucesivamente.
El misterio de las aguas del Arlanzón, remansadas en la parte más alta de la ciudad, llena de magia la provincia de oeste a este. Desde su nacedero en El Manquillo hasta fusionarse con el Arlanza, desmigarse en el Pisuerga y agrandar el Duero, el Arlanzón salpica de secretos su corta vida. Y es en la ciudad, donde pasea orgulloso por el Espolón, donde empieza a contar sus misterios.
Por su antigüedad, data de 1107, el monasterio que se ubicaba en San Millán de Juarros tuvo grabadas en sus piedras miles de historias y leyendas. Quizá la más famosa y más conocida en el lugar es que fue mandado construir por el mismo Cid Campeador, una teoría descabellada y desubicada en el tiempo.
Sin embargo, no es extraño que se desubiquen las leyendas en la zona ni que se construyan relatos basados en hechos míticos fuera de toda realidad. Pero eso es lo inquietante. La mente y la imaginación humana traspasa toda dimensión material; esquematiza los pensamientos complejos y resume en un cuento o una historia fantástica una realidad inexplicada.
Si el eterno retorno de la construcción de los depósitos da una vida nueva, moderna, útil y rica a los burgaleses, los pensamientos más simples sirven para explicar los más complejos. En Filosofía será usar el razonamiento de la 'Navaja de Occam'; o lo que es lo mismo, en condiciones normales, la explicación más sencilla es la más probable.
San Millán de Juarros
Por lo que se refiere a San Millán y al convento y monasterio de San Cristóbal de Ibeas, hoy »apenas quedan restos y la información para la descripción del lugar es muy limitada». La iglesia era de planta de salón, de tres naves rematadas a la manera de San Pedro de Arlanza. Sólo algunos dibujos de M. Assas nos permiten conocer que el ábside central era más de mayor volumen que los laterales.
Se considera que los fundadores fueron Alvar Díaz y su esposa Teresa Ordóñez quienes realizaron un generosa donación al monasterio de 'Sancti Christofori de Evea' que consideraban de su propiedad.
Fray Valentín de la Cruz considera que los mismos nobles que apoyaron la creación del cenobio de San Cristóbal, que terminó por absorber al de San Adrián, lo pasaron en 1151 a la orden Premonstratense. Albergó una escuela de filosofía y mantuvo polémicos litigios con otros monasterios.
Los monasterios e iglesias románicas de Juarros nos trasladan a mucho tiempo antes, cuando en Arlazón, hoy al pie de la ruta de Ferrocarril Minero, se levantó uno de los monasterios más antiguos de Europa, el de Foncea, o Froncea.
La abadía de Foncea era un estamento a mitad de camino entre entre un obispado y su diócesis para la administración Diocesana. Estaba dirigido por un abad, casi siempre el deán de la Catedral de Burgos.
Hispania Nostra considera que «los restos se encuentran en muy mal estado y sus muros están en situación de vulnerabilidad ante actos vandálicos». Además, la hiedra cubre el conjunto y lo pone en riesgo de colapso.
En enero de este año ha entrado en la Lista Roja de Hispania Nostra por su «riesgo inminente de desaparición» y porque «no hay muestras que indiquen una posible intervención. Es necesario consolidar sus restos y poner en contexto el valor histórico y artístico que tiene», afirman.
Depósitos y Cueva del Moro
Pedro Plana Panyart, 'El Castillo de Burgos: La cartografiá histórica y el levantamiento topográfico de 1995', editado en Boletín de la Institución Fernán González, explica que los dos depósitos de agua,«pisan la base de los desaparecidos terraplenes del ala este» de un hornabeque francés, orientado para batirla aproximación por la explanada Norte y dando vista al Castillo por la retaguardia. Plana apunta en su estudio que se pueden identificar «fortificaciones abaluartadas del Norte y el largo terraplén occidental.
Explica que la desaparecida Cueva del Moro nunca estuvo en el Castillo, sino en la falda suroeste del Cerro de San Miguel, precisamente dentro del área ocupada por el hornabeque, «cuyo término se denomina Cueva del Moro», aunque la tradición popular ha llegado a identificarla con la Cueva del Castillo.
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