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¿Está Dios o la esencia de un ser supremo detrás de las matemáticas? ¿Ciencia, fe, razón… encuentran en el número 1,618 la razón primera de la vida? ¿Por qué el Cosmos tiende a phi? Preguntas sin respuesta.
Existe un número irracional derivado de una proporción que está presente en todo el universo. Da lo mismo que sea en este planeta que en las galaxias. Es el número de Dios. Es la esencia pura. La belleza máxima que se explicita en forma de proporción. Es phi. En notación numeral es 1,618. Se representa con la letra griega φ (phi), en honor al escultor griego Fidias, cuyas obras se consideraban lo más cercano a la perfección estética.
Y el número divino, la esencia de Dios, está presente en todos los rincones de la Catedral y de la ciudad. La belleza de un rostro radica en la proporcionalidad de sus mitades derecha e izquierda. La de un templo, mucho más compleja, en una suerte de sucesiones de polígonos regulares desde su cabecera a sus pies.
El numero φ está ligado a lo que se conoce en arte con la divina proporción o proporción áurea. Se trata de un concepto geométrico. Se da al partir un segmento en dos partes desiguales, dividiendo el total por la parte más larga obtendríamos el mismo resultado que al dividir la más larga entre la más corta.
Y con la sucesión de Fibonacci, una serie infinita de números naturales que empieza con un 0 y un 1 y continúa añadiendo números que son la suma de los dos anteriores. Así los primeros números son: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1.597, 2.584, 4.181, 6.765, 10.946, 17.711, 28.657… hasta el infinito. Uniendo el concepto aritmético con su representación geométrica obtenemos la espiral de Fibonacci. Expresado en una ecuación, φ= (1+ √5) / 2
Las matemáticas, quizás sean la ciencia más enigmática del universo; y la más sencilla. Todo se rige por esta ciencia desde las más pequeñas flores de la naturaleza hasta las grandes construcciones del ser humano son matemática pura. Todo tiene un orden matemático y numérico. Las matemáticas y su relación con la geometría explican lo que a primera vista puede parecer inexplicable a quien contempla un monumento como la Catedral de Burgos.
En la Catedral todo es armonía, todo es matemática. Todo es geometría y ahí reside su belleza en la infinitud de los números y en esa regla reside la infinitud de dios o viceversa. Y la belleza. Jámblico, en su obra 'Vida Pitagórica, resume la idea principal de esa escuela: «todo es número y el orden y la armonía del cosmos se deben a él. Es la primera esencia de la naturaleza y cualquier proporción se debe a el número».
Burgos Misteriosa
En una catedral gótica como la de Burgos se cruzan dos rectángulos. El rectángulo mayor iría desde la puerta de Santamaria hasta el altar mayor y el rectángulo menor desde la puerta de Sarmental hasta la escalera dorada. Justo en el medio donde confluyen ambos rectángulos elevamos la vista y contemplamos el cimborrio. Es octogonal y tanto en el crucero, como en el cimborrio confluyen esos dos rectángulos que vienen a significar la vida terrenal y la vida divina.
El rectángulo más largo es la vida divina – la Ciudad de Dios de San Agustín - el más corto la terrenal – la Ciudad de los Hombres -; y así en todas las catedrales e iglesias.
Y quizá uno de los lugares más importantes, un auténtico centro de poder de la catedral, sea la escalera dorada, que representa el culmen de la fusión de ritmos de armonía que suman y multiplican y forman series aritméticas y geométricas, lineales y exponenciales.
Pero tampoco podemos olvidar el cimborrio la conjunción de las esferas que se convierte en la capilla de los condes estables en un movimiento continuo que forma lo que la Sociedad Castellana y Leonesa de Educación Matemática Miguel de Guzmán, llama una sinfonía matemática. En concreto, en el cimborrio dicen los matemáticos de esta sociedad, «los enlaces orgánicos entre cortes sagrado, número de plata y proporción cordobesa, dialogan en armonía multidimensional, con la proporción áurea y el grupo del rosetón del Sarmental»
Donde realmente encontramos una explicación lo más sencilla posible al número phi es en la Escalera Dorada. «Sus subidas describen tanto derecha como izquierda formas triangulares. Los lados iguales de los dos triángulos isósceles describen la pendiente de la escalera y dejan un espacio en medio de ellas, que coincide con la anchura o amplitud de los escalones de la parte inferior». Lo
La época de construcción de la Escalera Dorada coincide con la del Renacimiento y la experiencia de Diego de Siloe en Italia «se encargó de la escalera y así lo refleja». Fue propuesta por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca y Siloé, se inspiró en la «Escalera del Bramante del Belvedere Vaticano», según ha afirmado el profesor de la Universidad de Burgos René Payo.
En la escalera dorada está el número áureo presente en toda su amplitud. El rectángulo se adapta a su anchura, pues ocupa exactamente todo el frente y a la altura desde el suelo a la parte superior de la escalera.
Pero hay muchísimos lugares en el mundo: la fachada de la Universidad de Salamanca, el Partenón, la Gran Pirámide de Gizeh, Babilonia… La Gioconda o La última cena de Leonardo Da Vinci, El David o La Sagrada Familia de Miguel Ángel, El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli...
El astrónomo Johannes Kepler recogió su tratado El Misterio Cósmico la siguiente frase: «La geometría tiene dos grandes tesoros: uno es el teorema de Pitágoras; el otro, la división de una línea entre el extremo y su proporcional. El primero lo podemos comparar a una medida de oro; el segundo lo debemos denominar una joya preciosa».
En la naturaleza, la disposición de los pétalos de las flores, sigue la seri de Fibonacci; la caracola ,la forma de las piñas, la distribución de las pipas en un girasol, el grosor que tienen las ramas de los árboles...
Pero es que el número phi está, por ejemplo, en una tarjeta de crédito. Y por supuesto, está en la misma tarjeta la espiral de Fibonacci. Al dividir la longitud del lado ancho de la tarjeta entre el lado corto, el resultado se aproxima muchísimo a 1,618, el número divino. Y esta realidad es una trampa comercial de las entidades bancarias.
Si una tarjeta tuviera otras dimensiones, no sería perfecta, dimensional, proporcional… es decir que tiende a la belleza. Imaginamos una tarjeta de crédito de seis lados e irregulares todos ellos. No llama la atención, se iría de los estándares… perdería belleza. Simplemente, no serviría.
La idea de un número perfecto podrían llevar a artistas y matemáticos a utilizarlo y estandarizar la medida más allá del Sistema Métrico Decimal y del anglosajón, utilizarlo en arquitectura, arte y diseño. Todo sería muchísimo más armónico y compatible y bello. Es la medida del ser humano representado en el famoso 'Hombre de Vitrubio' de Leonardo.
Esas tesis no se llevaron a cabo. Pero sí hay un submundo que usa esta medida para sus cálculos y para entender sus comportamientos: la bolsa. Las proyecciones de la serie de Fibonacci marcan los niveles donde se pueden producir los picos más altos, los rebotes de subidas que indican cuando hay que vender.
La bosa, la tarjeta de crédito y los estadios de fútbol. Porque en el deporte del balompié también está phi. El nuevo estadio Santiago Bernabeu, dicen algunos arquitectos está diseñado a partir de phi. El nuevo Mestalla de Valencia partía con esa premisa, el Olimpic de Montjuic, el nuevo Campo Nou…
Y hasta los campos de fútbol más pequeños se acercan al número divino. Pensemos en una superficie como el césped de Estadio de El Plantío (105*68) se acerca muco a 105*65, que es la proporción divina de un terreno de juego. Por algo los nuevos estadios son las catedrales del siglo XXI.
Los griegos descubrieron la proporción y le dieron un tratamiento geométrico. Euclides en su obra 'Elementos' fue el primero en referirse al concepto primitivo.
Fascinados todos por la belleza de la proporción áurea en 509 el matemático y teólogo italiano Luca Pacioli publicó 'La Divina Proporción'. Decía que «la unicidad del número se asemeja a la de Dios; el hecho de que esté definido por tres segmentos de una recta, que asemeja a la Trinidad; la inconmensurabilidad del número, igual que Dios es inconmensurable; Dios es omnipresente e invariable, igual que este número; y que Dios dio ser al universo a través de la quinta esencia, representada por un dodecaedro, y el número áureo dio ser al dodecaedro».
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