Era un medio de comunicación de masas «y cada toque en cada pueblo era diferente», explica Ulises Hernando, un joven burgalés que se ha convertido en el mejor experto en el toque de las campanas. Las mima, las estudia y las saca el sonido más fino. El joven recuerda que «había diferentes razones o sucesos que estaban ocurriendo en el pueblo y el campanero lo estaba anunciando» con sus toques.
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Más allá de lo que significan las campanas, éstas tienen «sonidos distintos», y estamos viendo en ellas a los «instrumentos de la música más antigua que nos queda de la historia; un sonido y un bronce que son los mismos del primer día».
El toque de las campanas «es patrimonio inmaterial», un elemento a preservar y a llevar de generación en generación. Y hacerlo crecer porque en todos lados tienen su peculiaridad: «En cada región tienen sus diferencias, estilos diferentes, por ejemplo, en cada una de las comarcas podemos tener un estilo y entre comarcas y entre zonas limítrofes ya sea entre provincias o comunidades autónomas o países no es algo es estandarizado», apunta Ulises Hernando.
Ulises domina el lenguaje de las campanas. Ha domesticado los sonidos y todos ellos tienen un sabor peculiar para él. «Es un lenguaje y profundo, que forma parte de nuestra cultura más ancestral».
Las campanas están fabricadas en bronce, con forma de copa invertida, y producen sonido cuando, suspendidas, se percute en el lateral mediante un badajo que cuelga de la bóveda
Ulises las hace sonar de diferentes maneras, sea haciendo sonar el bronce con el badajo por volteo, o sea moviendo la campana que da una vuelta completa sobre el eje de la yunta de madera. Y cada movimiento individual o varias al mismo tiempo, traslada el concepto de concierto a los escuchantes.
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Hoy solo se usan para llamar a la misa y no siempre. Pero el campanero no hace muchos años era un heraldo para los vecinos. La vida del pueblo estaba marcada por las campanas; antes del amanecer, el toque del alba que anuncia el nuevo día y la llamada a la oración; como unas horas después tocaba al Ángelus y señalaba la hora de la comida.
Al anochecer, el tañido marcaba el final de las labores del campo y la invitación, de nuevo a la oración y a recogerse en casa. Los ciclos solares estaban muy relacionados con el tañido de las campanas. Este instrumento le confería a la vida ordinaria un toque espiritual, esotérico y mágico.
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Dejando de lado las llamadas de las campanas al culto diario, dominical o extraordinario, algunos de los lenguajes eran alertas o alarmas para los vecinos de los pueblos. Por ejemplo, la llama da a nublo, que se emitía ante la inminente caída de granizo o de tormenta.
El campanero se afanaba y esmeraba ante la posibilidad mágica de que su toque alejara la tempestad con toda la desgracia que podría aparejar. Y lo esotérico se vuelve a mezclar con lo profano. Incluso el cura del pueblo salía a la puerta de la iglesia a rezar y realizar arcanos rituales para romper el maleficio y conjurar la llegada de cualquier mal.
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Muchos pueblos de Castilla aún tienen sus conjuraderos asociados a sus torreones y campanarios para luchar de manera más fuerte contra los malos augurios
La tradición popular dice que el sonido de la campana suena a «Tente nublo/ tente tu/ que Dios puede/ más que tú// si eres agua/ ven `pa cá ́/ si eres piedra/ vete allá/ siete leguas/ de mi pueblo/ y otras tantas/ más allá/....» .
El caso era alejar la tormenta. Si finalmente caía en el pueblo, las culpas eran para el campanero «que había tocado mal» o para el cura que había rezado con poca fe. Y si los males descargaban en otro lado, es que los vecinos de acullá eran mala gente y la madre naturaleza les había enviado los males.
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Las campanas también sonaban cuando moría alguna persona op estaba cercana a la muerte. El toque de agonía avisaba de una muerte inminente; el toque de difuntos, que avisaba de que alguien había fallecido; y según el toque, se comunicaba si era hombre o mujer; si era cura, obispo o papa. Si era rey, noble o villano; si era adulto o niño.
Algunos toques, además de avisar de determinadas inclemencias, como el nublo de las tormentas, eran para dar cuenta al pueblo, por ejemplo, el toque de arrebato, que avisaba de desgracia, inundación o fuego, de modo que el vecindario pudiera ir a socorrer a los afectados. Otro toque era el de perdidos, el toque de dula que avisaba de la salida del pastor.
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Otro so el toque de concejo que convocaba a los vecinos; otros servían para avisar el toque de mercado, de los quintos o la llegada del dentista; el toque de guerra y el de albricias por una victoria frente al bando contrario.
Música
Como si de cualquier instrumento musical se tratara, la campana ha de estar afinada. Y Ha de sonar como es debido. Si quieres entrar en la magia de las campanas, entra en esta web https://tantalan.com
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Es un proyecto de Siberyus de Ura, Neonymus, que ha dejado multitud de campanas de toda España para deleite de todos con sus envolventes y mágicos sonidos.
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