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Un vibrante tramo final comprimido en cinco semanas resolvió la Liga más larga y singular de la historia. Su saldo dejó al Real Madrid campeón, al Barcelona sumido en una profunda crisis, al Atlético y al Sevilla acreditados para la próxima edición de la ... Liga de Campeones, a Villarreal, Real Sociedad y Granada saboreando las mieles de la Liga Europa y a Leganés, Mallorca y Espanyol cayendo al pozo de Segunda. Un campeonato que se cerró el domingo con una contundente victoria sobre el más perverso adversario al que se haya enfrentado el fútbol -y no sólo el español- en las últimas décadas: el coronavirus.
El éxito del estricto protocolo puesto en marcha por la patronal de los clubes para que el balón volviese a rodar permitió clausurar sin más sobresaltos que los estrictamente deportivos un torneo que la Covid-19 interrumpió en marzo y amenazó con tumbar definitivamente mientras el mundo se paralizaba por completo. Noventa y nueve días después de aquella abrupta suspensión, el torneo bajó el telón en medio del aplauso generalizado por su emocionante conclusión. Todo un ejemplo del trabajo bien hecho y la capacidad de salir adelante incluso en los escenarios más adversos cuando se aúnan voluntades en pos de un propósito común.
Con un lacerante vacío en las gradas, sonido enlatado, cinco cambios por equipo, pausas de hidratación que se convirtieron en auténticos tiempos muertos capaces de alterar la suerte de los duelos a la vez que tamizaban la concordia de los futbolistas con sus respectivos técnicos y un papel destacadísimo del videoarbitraje, se ventilaron en poco más de un mes las once jornadas que había dejado en el alero la crisis sanitaria sin que se registraran positivos entre los actores implicados y con menos lesiones de alcance de las temidas. Una hazaña digna de encomio que trajo solaz a esos aficionados que pudieron recuperar viejas rutinas, aunque alteradas, en medio del drama generalizado.
Habrá para siempre un antes y un después en el mundo a partir de la irrupción del coronavirus. También para el fútbol, que vio cómo el confinamiento despejaba dudas y alimentaba otras nuevas, alterando dinámicas que bien podrían haber llevado el campeonato a un desenlace muy distinto del que ha tenido. Quienes mejor se adaptaron a la nueva normalidad en el apartado físico y mental lograron sus objetivos, a la par que descarrilaban aquellos que asimilaron peor los cambios.
El campeón de la resiliencia fue el Real Madrid, que se marchó al encierro cabizbajo por una derrota en el Villamarín que le arrebató el liderato que había recuperado en el clásico y terminó el torneo levantando su trigésimo cuarto entorchado liguero con mano firme en esas once 'finales' que lo decantaron. Convirtiendo el estadio Alfredo Di Stéfano en un bastión inexpugnable y logrando triunfos de mérito en Anoeta o San Mamés, los blancos se permitieron incluso el lujo de cantar el alirón en la penúltima jornada. Su fortaleza defensiva, la unión del grupo y una serie lances en los que fue clave el VAR marcaron la diferencia.
Los pupilos de Zinedine Zidane sumaron 31 de los 33 puntos de un minitorneo que adquirió tintes de Mundial o Eurocopa por lo comprimido de los partidos. Siete más que un Barcelona desfondado, alicaído y envuelto en guerras intestinas que vio agudizados todos los problemas que venían acuciándole desde principios de curso. Los empates ante Sevilla, Celta y Atlético condenaron a los jugadores de Quique Setién, que firmaron la rendición con una derrota frente Osasuna en el Camp Nou. Sólo la cercanía de la Champions, donde deberá hacer bueno el 1-1 de la ida ante el Nápoles para estar en la Final a 8 de Lisboa, ha impedido la erupción definitiva de ese volcán en que se ha convertido la entidad azulgrana.
El declive del Barça coincidió con la resurrección de Atlético y Villarreal, los dos conjuntos que mejor interiorizaron la nueva normalidad futbolística tras el campeón. Los rojiblancos prolongaron el subidón de Anfield con un arrollador esfuerzo final en el que sólo cedieron tablas contra Athletic, Barcelona, Celta y Real Sociedad. Su gran momento de forma y confianza les convierte en uno de los grandes favoritos a levantar la 'orejona' en Lisboa. El 'submarino amarillo', octavo y a siete puntos de la franja que delimitaba el acceso a Europa cuando los estadios se cerraron en marzo, protagonizó un retorno fulgurante que le permitió regresar a la Liga Europa con un mullido colchón.
Mención especial también para el Granada, un recién ascendido que disputará la fase previa de la Europa League gracias a un sólido esprint que validó todos los méritos acumulados en los siete primeros meses de competición.
No estará en la segunda competición continental el Getafe, de los peor parados en esta 'mini-Liga' exprés. Los azulones, que llegaron a coquetear con la Champions, pasaron del quinto puesto al octavo, tras dejarse 24 de los últimos 33 puntos. Un desmoronamiento similar al de la Real Sociedad, que salvó a última hora los muebles empatando ante el Atlético en el Metropolitano para terminar sexto y volver a Europa tres años después.
El último acto se le hizo también especialmente largo a Valencia, Athletic o Betis, que cedieron puestos y se despidieron definitivamente de los objetivos que se marcaron al comienzo de una Liga muy distinta de la que terminamos conociendo por un patógeno que lo cambió todo.
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