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El Real Madrid, que parecía inabordable cuando abrió febrero doblegando al Atlético en el derbi del Santiago Bernabéu, estrenará marzo al borde del patíbulo, con el clásico del domingo como asidero para no expirar de modo prematuro en el mismo mes en el ... que el pasado año se despidió de una campaña para olvidar.
La derrota ante el Manchester City en la ida de octavos de final de la Champions asoma a los blancos al abismo en su competición predilecta y obliga a redoblar los esfuerzos en la Liga, donde los tropiezos frente al Celta y el Levante le hacen caminar sobre el alambre, a dos puntos de un Barça que tendrá la posibilidad de rematar a su enemigo como hiciera doce meses atrás el Ajax después de que los azulgranas dejasen en cuidados intensivos al equipo que por entonces regía Santiago Solari.
Esta vez ha sido Pep Guardiola el encargado de situar al cuadro de Zinedine Zidane a un paso de la defunción con la sexta victoria del técnico de Santpedor en el coso blanco, lo que le convierte en el preparador que más veces ha rendido un estadio que ha cambiado la condición de fortín por la de tormento de sus dueños.
Como anfitriones cedieron los futbolistas del Real Madrid la corona que portaron durante más de mil días de ininterrumpido reinado europeo y en la misma condición están convirtiendo su tránsito actual por el continente en un nuevo valle de lágrimas del que sólo podrán salir desafiando la estadística que dice que apenas un 7% de los equipos que sucumbieron por 1-2 en la ida de una eliminatoria de Champions lograron el pase en la vuelta, a la vez que retan a la propia historia del club, que registra cinco expulsiones de los blancos en los seis cruces que comenzaron perdiendo como locales.
Le remontó el Real Madrid al modesto Tirol aquella segunda ronda de la Recopa de la campaña 69-70, con una victoria a domicilio por 0-2 después de que la escuadra austríaca se impusiera 0-1 en el Bernabéu, pero desde entonces siempre ha pinchado en hueso. En esa misma tesitura confrontó al PSG en cuartos de la Recopa 93-94, al Bayern en semifinales de la Liga de Campeones 2000-2001, al Arsenal en octavos de la Champions 05-06, al Liverpool en octavos del curso 09-10 en la competición reina y finalmente al Barça en las semifinales de la edición 10-11 del mismo torneo. En todos esos casos, se fue para casa.
El mismo destino amenaza ahora a un equipo que durante tres meses y medio capeó con un ejercicio mancomunado de orden y esfuerzo las debilidades de un plantel que adolece de un artillero capaz de aportar el caudal de tantos imprescindible para fajarse en el continente. Sin reemplazo para Cristiano Ronaldo, Benzema se vio obligado a enarbolar el estandarte ante la renuncia de Bale, pero las virtudes del lionés son otras y carece de escuderos.
El delantero francés es el único madridista que supera la decena de dianas en lo que va de curso, cuando el resto de equipos que integran los octavos de la Champions, a excepción del Atlético, el Valencia y el Chelsea, disponen de al menos dos goleadores con dobles dígitos. Un dato que invita a enjuiciar la decisión de Zidane de relegar al 'Expreso de Cardiff', el potencial botón nuclear de su plantilla, y a Rodrygo, condenado al ostracismo pese a que tiene mucho más colmillo que un Vinicius que trasladó con sus palabras al término del envite contra el City la manía persecutoria del Madrid con los árbitros, algo que no conviene a los blancos pese a discutibles actuaciones recientes de los trencillas.
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La sequía del '9', renovado hasta 2022, ha expuesto a un equipo inerte en ataque que ya se vio zarandeado en pretemporada con la lesión de Asensio y al que los percances de Hazard han privado del astro llamado a dinamizar la ofensiva blanca. Desprovisto de quienes debían ocupar las alas del tridente, Zidane reinventó al Real Madrid poniendo el foco en la retaguardia, pero también ahí los blancos han hecho aguas las últimas semanas. Diez goles encajados en los cinco últimos partidos, la misma cifra que en los 22 anteriores, habla de la pérdida de rutinas que parecían interiorizadas. Ante el City dejó errores groseros hasta Casemiro, de quien procedió una mala entrega que derivó en el toque de Sergio Ramos a Sterling que le costó la cuarta expulsión en Champions al camero.
La baja del capitán para la vuelta en el Etihad augura más nubarrones para el Real Madrid, que ha perdido cinco de los seis últimos partidos de Champions que ha disputado sin el '4'. Cayó ante la Juventus (1-3) en la vuelta de cuartos de la campaña 2017-2018, sucumbió por dos veces frente al CSKA en la fase de grupos de la temporada 2018-2019 (1-0 en Moscú y 0-3 en Chamartín) y contra el Ajax en la vuelta de octavos de ese mismo curso (1-4), y en la actual edición fue triturado por el PSG en el Parque de los Príncipes (3-0). Sólo en el intrascendente duelo contra el Brujas del pasado 11 de diciembre en el Jan Breydel logró ganar el Real Madrid (1-3) sin el concurso de un futbolista determinante en las noches que requieren de la épica. Un central que este jueves llamó a pasar página para poner «cabeza y corazón» ya en un clásico vital para que el Madrid mantenga un hálito de vida.
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