Secciones
Servicios
Destacamos
La noche del 27 de mayo de 1822, Eustasio Salinas, un vecino del barrio de San Pedro de la Fuente con sus facultades mentales perturbadas, sembró el pánico entre sus convecinos, matando a dos de ellos e hiriendo a otros cuatro. En España se vivía el reinado absolutista de Fernando VII, en un periodo muy concreto, el Trienio Constitucional y los remedios a este tipo de enfermedades eran tan limitados como ineficaces. Aún quedaba muchísima tarea por hacer en el ámbito de la psiquiatría.
Eran las 21.00 horas del 27 de mayo de 1822. El barrio había celebrado la fiesta de la Virgen de la Rebolleda. Tras las celebraciones, en las que además de los oficios religiosos había corrido el vino y alguna que otra vianda, estaban apostados en la puerta de una taberna el alcalde del barrio, Pablo Gredilla, el panadero Pedro Albillos y Eustasio Salinas, apodado 'El Pinto'.
El protagonista de esta historia estaba muy agitado. El alcalde del barrio, intentando cumplir con su cometido, viendo el estado de alteración de Eustasio, le conminó a «retirarse a casa», tal y como relata el doctor López Gómez. Pero 'El Pinto' sacó una navaja y le hirió en una nalga. Y, totalmente enajenado, «y lleno de furor», hirió de muerte a Pedro Albillos –que murió en Barrantes- y a María Fernández, suegra del alcalde de barrio, «y de menor gravedad a Nicolasa López, madre de Pedro Albillos, a Dámaso Güemes, cuñado de Pablo Gredilla, y a Joaquín Aguayo».
El escenario de sangre y dolor era indescriptible. El terror se apoderó de los vecinos que, presos de miedo, no podían acercarse al asesino. Tuvo que intervenir hasta el alcalde de la ciudad, Pedro Prieto. El regidor pidió ayuda a algunos convecinos y entre todos redujeron al criminal. Estaba herido y lo condujeron al hospital de Barrantes.
La escabechina fue mayúscula. El baño de sangre, horroroso. El barrio estaba sumido en un dolor terrible. Eustasio Salinas era un jornalero del campo, casado, vecino de San Pedro de la Fuente que en el momento del suceso tenía 34 años de edad; había nacido en Burgos el 29 de marzo de 1788.
Noticias relacionadas
Julio César Rico
Julio César Rico
Julio César Rico
Julio César Rico
El alcalde segundo constitucional, Francisco de Urquijo, y el escribano Inocencio Moragas interrogaron aquella noche a todos los testigos y al asesino. Hasta 21 personas fueron preguntadas para intentar reconstruir la escena.
López Gómez recoge en su texto del Boletín de la Institución Fernán González el testimonio más completo «por su rigor, amplitud y minuciosidad» que fue el dado por el regidor de Burgos, Pedro Prieto. Dice así: «Que en el día de ayer, veintisiete del corriente, y como a cosa de las nueve menos cuarto de su noche, estando el declarante en su casa, fue a llamarle una mujer a quien no conoció, diciéndole que por Dios saliese, que habían herido al alcalde de barrio, y habiéndolo verificado inmediatamente, a mediado de la calle se asomó Basilio García a la ventana, o estaba en ella, y le dijo que sacase armas, que había dos o tres tendidos en el suelo, a lo que el declarante le contestó ¿hombre es tropa? y respondido que no, que sólo eran paisanos, se determinó sin embargo a pasar adelante, pero volviendo a insistir por dos o tres veces dicho Basilio para que no fuese sin alguna defensa, volvió a su casa, y cogió un pedazo de catorral como de dos varas y saliendo nuevamente se dirigió hacia donde estaba la bulla, que lo era enfrente de la taberna, a donde halló que había muchos hombres y mujeres arrimados a las paredes, llenos de miedo, y en medio de la pequeña plazuela que forma su recinto se hallaba Eustasio Salinas, a quien apodan el Pinto, que decía ajo, coño, a todo dios tengo de matar…»
El relato del regidor asusta. Recoge el testimonio directo de quien está atemorizado por la acción de un loco que no responde a nada más que a su instinto, dominado bien por un demonio inmundo o por otro demonio de esta tierra: el vino. Y su demencia se agrava con la ingesta de alcohol.
Por mandato del instructor de la causa, los cirujanos Cipriano López y Mateo Aguayo, testificaron que habían reconocido y curado a Pedro Albillos y Eustasio Salinas en el Hospital de San Julián y San Quirce y en el barrio de San Pedro a María Fernández, Pablo Gredilla, Nicolasa López, Joaquín Aguayo y Dámaso Güemes.
Al mismo tiempo que se desarrollaban estos acontecimientos, el regidor Pedro Prieto se desplazó al barrio. En concreto llegó a una tierra sembrada de lentejas. Allí, los vecinos habían acorralado a 'El Pinto'. El regidor se afanó en buscar el arma. La encontró. Era una navaja grande, con restos de evidentes sangre en su hoja.
Urquijo y Prieto llevaron la investigación del caso. Bajaron «al amortajadero del hospital de Barrantes para comprobar la muerte de Pedro Albillos», que fue enterrado por la tarde en el cementerio parroquial de San Pedro de la Fuente con el hábito franciscano. Antes hizo testamento ante el escribano Moragas en favor de su padre, Santiago Albillos.
El juez de Primera Instancia de Burgos Modesto Cortázar dictó el 1 de junio un auto que permitiera «resolver con rapidez el procedimiento». En primer lugar ordenó que los dos médicos titulares de la ciudad reconociesen a Eustasio Salinas, y declarasen «sobre si efectivamente le consideran o no demente».
Si estaba curado «debía trasladarle a su casa con la seguridad correspondiente, atándole si fuese preciso de pies y manos, y poniéndole a su costa dos hombres esforzados que vigilándole sin cesar» a fin de que se impidan «el efecto de sus furores».
En otra parte de la sentencia judicial se afirma que «aunque se le considere libre de responsabilidad penal por su demencia, debe satisfacer los perjuicios ocasionados a las víctimas, y el coste de sus alimentos allí donde estuviere, por lo que decreta el embargo de sus todos sus bienes conocidos, salvaguardando siempre la manutención de su mujer e hijos».
Pero los vecinos de San Pedro de la Fuente, presos de temor y de ira contra El Pinto, se negaron a que regresara a su casa, por mucho que se le considere demente o no. Había cometido varios asesinatos y no estaban por la labor de que regresara a vivir entre sus casas.
Aducen que puede «causar aun mayores males que los que causó, y que según sus propósitos no está satisfecho, sea puesto en un sitio más seguro que no su casa, y al cuidado de los vecinos del Barrio, quienes se exponen por conservar su vida, cometer un homicidio».
El fiscal Revenga emitió un informe el 8 de junio. El Ministerio Público le da la razón al pueblo. Se mostró de acuerdo «con la solicitud de los moradores de San Pedro de la Fuente», y determinó que El Pinto «siga en Barrantes, aislado en una habitación, hasta que por sentencia sea declarado demente, y conducido a una de las casas que en Valladolid o Zaragoza existen para su reclusión, es decir, que lo recluyeran en un manicomio.
Eustasio Salinas falleció el 22 de noviembre de 1822 en la sección de dementes del Hospital de Zaragoza. Pero la deuda por los homicidios y a las víctimas que quedaron malparadas tuvo que ser asumida por su viuda.
Pasados los plazos para el pago de las indemnizaciones, los heridos y los familiares de los muertos por 'El Pinto' reclamaron el embargo de sus bienes. El 26 de febrero se decretó la subasta pública de la casa en que vivía en el barrio de San Pedro de la Fuente y el 5 de marzo, previa tasación.
En las anotaciones a pie de página, López Gómez recoge que es probable «que la casa fuese comprada por los familiares de Eustasio Salinas con la finalidad de que su esposa y sus hijas pudieran seguir viviendo en ella, evitando así su completo desamparo«. Lo cierto es que su viuda, María Casado, siguió viviendo en el barrio y contrajo matrimonio en segundas nupcias con Eladio Martínez, el 2 de octubre de 1826.
Uno de los médicos de la ciudad, Pedro Laredo, por orden del juez Cortázar que asumió el caso, intentó explicar la enajenación de Eustasio Salinas, El Pinto. Dijo que «le contempla con un delirio maniático, igual que el que padeció en el mes de marzo del presente año, en que le asistió el declarante, teniéndole maniatado de pies y manos por diez o doce días, después de haber tomado todas las precauciones necesarias en semejantes casos, y usado de cuantos medios y remedios prescribe el arte de curar».
Y ¿qué ocurrió unas semanas antes, en el mes de marzo? Pues según el relato del vecindario y de Nicolasa López y Pedro Prieto «el día de San José se observó que Eustasio Salinas, «se había puesto demente, pues se tiró al río cauce que baja próximo al barrio y después de sacado y conducido a su casa, se tiró por la ventana a un corral, y a un pozo que está en él, del que le sacaron, cuyo lance fue público en el barrio; que no duda que en el día de ayer se alborotó a resultas de algún trago más que echó el citado Salinas».
El alcalde del barrio, Pablo Gredilla, también apuntaba que «le ataron por cuatro o seis días, y permaneció malo como doce, sin que hasta este día se le hubiese advertido la menor novedad; que hace como un año a corta diferencia tuvo también otro rapto de locura».
Publicidad
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Rocío Mendoza, Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Virginia Carrasco
Sara I. Belled y Clara Alba
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.