La red ciclista de Burgos: extensa pero con numerosas deficiencias

En total, la ciudad cuenta ahora mismo con algo más de 66 kilómetros de vías ciclistas de todo tipo, que se verán incrementados en los próximos meses en otra decena de kilómetros con el desarrollo de tramos tan esperados como el de Reyes Católicos, el de Derechos Humanos, la calle López Bravo o la propia calle Vitoria.

A todos esos tramos de carril bici se les tienen que sumar todas las ciclocalles y ciclocarriles que han ido implantándose en el casco urbano a lo largo de esta legislatura, aprovechando la reducción del límite de velocidad a 30 kilómetros por hora en buena parte del viario burgalés, una alternativa que, sin embargo, no es la más adecuada, según apuntan desde Burgos Con Bici.

La asociación, que lleva dos décadas trabajando en la promoción y normalización de la bicicleta como medio de transporte en la ciudad, redactó en 2017 un completo plan de ciclabilidad revisado en 2020 en el que se detallan todos y cada uno de los problemas que a su juicio presenta actualmente la red de vías ciclistas. Y no son pocos.

A este respecto, desde Burgos Con Bici se insiste en que las ciclocalles y, sobre todo, los ciclocarriles no son «la solución ideal». Así se ha demostrado de manera reiterada en otras ciudades en las que se implantaron tiempo atrás, en las que la convivencia con el tráfico motorizado continúa siendo peligrosa, aseguran en su último informe.

En este sentido, desde la asociación se insiste en tres conceptos básicos a la hora de diseñar la infraestructura ciclista: homogeneización de las vías, itinerarios conectados entre sí y una apuesta decidida por los carriles bici protegidos y las pistas bici, que se han demostrado como las fórmulas más adecuadas y seguras. Eso en el caso de que haya espacio suficiente en la propia calle, que no siempre es posible.

Sea como fuere, esa apuesta choca frontalmente con el diseño de buena parte de la actual red ciclista de Burgos, que ha ido creciendo a golpe de aceras-bici, un perfil que conlleva multitud de problemas de seguridad y pacificación. Básicamente, critican, «las infraestructuras ciclistas actuales son fruto de una ausencia total de planificación, con vías de muy distinta factura, sin conectar y hechas a golpe de oportunidad».

Así, es muy fácil encontrarse en la ciudad con tramos ciclistas que mueren abruptamente sin conexión con el resto de la red, giros imposibles, mobiliario urbano en mitad de la vía ciclista, cruces extremadamente peligrosos, tramos sin distancia de seguridad o muy estrechos y firmes ajados.

En todo caso, también existen ejemplos de buena planificación y ejecución, como el de la avenida del Arlanzón a la altura de El Plantío, la avenida Valentín Niño o la calle Santa Bárbara. En todos esos casos, se trata, precisamente, de carriles segregados, que es la apuesta que mantiene el Ayuntamiento para los grandes proyectos que tiene ahora mismo entre manos en la calle Vitoria o Reyes Católicos.

Según subraya el concejal de Movilidad, Leví Moreno, ese ha de ser el camino a seguir a partir de ahora. «La ciudad debe tener carriles bici segregados, no aceras bici», y la apuesta, en este sentido, es «clara», aunque el coste de desarrollo de los proyectos sea mucho más elevado y la propia estructura urbana dificulte a menudo el despliegue de este tipo de vías. Básicamente, hay calles de la ciudad en las que su anchura impide desarrollar un carril bici.

En todo caso, tanto Moreno como los colectivos ciclistas coinciden en que aún hay mucho por hacer. Los últimos proyectos planteados por el Ayuntamiento responden parcialmente a las prioridades planteadas en su día por Burgos Con Bici, que señalaba medio centenar de actuaciones muy concretas cuya ejecución, a su juicio, es urgente.

En dicha propuesta también se hablaba de tramos como la avenida de la Constitución, la calle Madrid, Fuentecillas, carretera del Cementerio, Casa la Vega o la conexión con el polígono industrial de Villalonquéjar. Tramos todos ellos vinculados a algunas de las grandes vías de comunicación de la ciudad.

Pero más allá de las infraestructuras en sí, tanto los responsables municipales como los colectivos de toda índole insisten reiteradamente en la necesidad de normalizar la circulación de bicicletas y VMP y fomentar la convivencia con el resto del tráfico de la ciudad, ya sea peatonal o motorizado.

Ese es un melón abierto desde hace mucho tiempo que el Ayuntamiento ha pretendido cerrar con la actualización de una normativa que, como es lógico en este tipo de ámbitos, ha generado polémica. Y es que, la convivencia entre diferentes medios de transporte ha generado, genera y seguramente generará conflictos siempre.

En todo caso, Moreno insiste en la necesidad de «cumplir» la normativa. «Al igual que está mal aparcar en doble fila en las calles en las que no se puede, también está mal que un ciclista se salte un semáforo o circule por la acera», subraya el concejal.

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