Secciones
Servicios
Destacamos
Es un verdadero misterio que una misma enfermedad afecte de forma tan distinta: desde cursar asintomática a provocar incluso la muerte. No hay más que ver los diversos efectos que presenta la Covid-19 en quienes se contagian. Esto plantea grandes dudas sobre las variables ... que influyen a la hora de enfermar con mayor o menor gravedad.
El ADN es el responsable de las características propias de cada individuo y la diversidad de formas en las que se encuentra (llamado polimorfismo) es lo que hace que cada persona sea única e irrepetible. El polimorfismo del genoma es el responsable, por ejemplo, de la evolución de las especies, pero también influye en la susceptibilidad de presentar distintas enfermedades.
Las células de nuestro cuerpo se dividen y crean nuevas copias de ADN constantemente de forma natural y necesaria para nuestra supervivencia. Sin embargo, a veces se producen errores en su duplicación, lo que origina cambios genéticos (en los propios genes) y epigenéticos (en la función de los genes) que pueden tener un gran impacto en el desarrollo de enfermedadesde todo tipo, desde inmunológicas hasta degenerativas, tumorales o infecciosas.
Así, se ha descrito que los genes responsables de la respuesta inmunitaria son determinantes en la evolución clínica del sida (VIH) y «la gravedad de la gripe estacional depende principalmente de la genética», afirma Berta Tijero Rodríguez, miembro del Grupo de Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generalistas (SEMG).
Si alguna vez se ha preguntado por qué los niños pequeños enferman a menudo, la respuesta está en su sistema inmunológico, una compleja red de células, tejidos y órganos que ayudan al organismo a combatir infecciones y otras enfermedades. La falta de madurez de este sistema en la infancia facilita contraer enfermedades víricas y bacterianas.
– ¿Y por qué los niños se contagian menos de coronavirus?
– El Sars-Cov-2 irrita las defensas y da lugar a una respuesta inflamatoria que, a nivel respiratorio, origina el llamado pulmón blanco. Esto es lo que, en la mayoría de los casos, provoca la muerte, pero el sistema inmunitario de los niños no tiene la capacidad de generar tal respuesta, así que en ellos la enfermedad cursa de manera más leve –aclara Tijero–.
En la senectud, en cambio, la respuesta se invierte y el desgaste del sistema inmunitario nos vuelve más vulnerables ante las enfermedades, especialmente las víricas.
Esta vulnerabilidad se debe a que, «con el paso del tiempo, nuestras defensas sufren un proceso de inmunosenescencia (cambios en el sistema inmunitario a causa del envejecimiento). Eso no implica que sean incapaces de brindarnos protección, sino que adoptan un modo de alerta permanente y excesiva, como si estuviesen irritadas, lo que contribuye a que haya más enfermedades autoinmunes», declara Berta Tijero.
Otra consecuencia es la peor respuesta ante agentes agresores, principalmente virus y bacterias, lo que provoca un aumento de las infecciones respiratorias, urinarias y una mayor incidencia de cáncer. Además, se suma el deterioro natural de las capacidades físicas y cognitivas, uno de los principales riesgos de enfermedades como el alzhéimer, el ictus, el párkinson o la hipertensión.
Ser hombre o mujer también determina cómo nos afectan ciertas enfermedades. Por ejemplo, en referencia al coronavirus, «los hombres parecen tener, en promedio, síntomas más graves y un riesgo mayor. No se sabe a ciencia cierta el porqué, pero se barajan hipótesis como la influencia beneficiosa de los estrógenos (hormonas sexuales femeninas) en la respuesta inmunitaria de las mujeres o una peor salud de base en los hombres por malos hábitos, como el tabaquismo», explica Tijero.
Los estrógenos también cumplen una función de protección frente a la arteriosclerosis. De ahí que la incidencia de ictus e infartos de miocardio, por ejemplo, se incremente mucho en la mujer a partir de la menopausia.
Cabe destacar que, en la práctica, todos estos factores no actúan de forma aislada, sino que interactúan entre sí. De ahí que las enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario cursen con síntomas más graves en la vejez, o si hay determinadas mutaciones en el genoma. Si a ello se suman otras variables externas influyentes, como el estilo de vida (tabaquismo, malnutrición, sedentarismo...) o el medio ambiente (contaminación, riesgos laborales...), la gravedad de los cuadros clínicos puede aumentar. Así, por ejemplo, las personas que viven en zonas con mucha contaminación atmosférica parecen tener un riesgo mayor de tener síntomas respiratorios graves, y más aún si superan los 65 años.
Lavarse las manos Se aconseja hacerlo a menudo, con agua limpia y jabón, o, en su defecto, con una solución hidroalcohólica.
Comer de forma saludable Especialmente, reducir el consumo de azúcar, grasas trans y sal y evitar el tabaco y el alcohol.
Mantener la vacunación al día Las vacunas permiten al sistema inmunitario a reconocer y defenderse de gérmenes dañinos.
Hacer ejercicio físico El sedentarismo es un factor de riesgo ante enfermedades como el cáncer o la diabetes.
Evitar el estrés La tensión constante potencia el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes, depresión o ansiedad.
Tener un buen descanso Dormir es esencial para el organismo y ayuda a mantener el sistema inmune fortalecido.
Beber agua Lo ideal es beber cada 15 o 20 minutos, sin esperar a tener sed.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.