Elena Palacios realizando una de las batas de protección para el centro de salud de Huerta de Rey. BC
Burgaleses ante el coronavirus

«Siento mucho orgullo y estoy encantada de haber podido ayudar al centro de salud de mi pueblo»

Elena Palacios, vecina de Huerta de Rey ·

Varias vecinas de Huerta de Rey no dudaron en responder a la petición del Ayuntamiento de su pueblo cuando pidió voluntarios para elaborar batas de protección para el personal del centro de salud

Martes, 5 de mayo 2020, 20:44

Elena Palacios es un ejemplo pero como ella otras mujeres de Huerta de Rey demostraron que la solidaridad vecinal es grande en este pueblo y que en los momentos difíciles, cuando más complicado es mostrar la bondad, es cuando se descubre la verdadera esencia de ... las personas. Elena Palacios tiene 77 años y es vecina de Huerta de Rey. Ella y otras tantas mujeres de este pueblo elaboraron en sus casas, y con el material más común, batas de protección para los sanitarios del centro de salud de Huerta de Rey.

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La iniciativa surgió sobre la marcha, como reconoce Ana Bustamante, concejal del Ayuntamiento. «Supimos que en el centro de salud andaban escasos de este material de protección y se preguntó desde el Ayuntamiento a ver si había vecinos dispuestos a fabricarlo», explica Ana, «el material se lo proporcionó el Ayuntamiento y se llevaba hasta los domicilios de las voluntarias para que ellas no tuviesen que salir. Cuando estuvieron acabadas, las batas se recogían en los domicilios y se llevaron al centro de salud».

Elena es una de estas costureras y no quiere méritos ni reconocimientos, no en exclusiva, «al igual que yo otras vecinas participaron realizando batas. Yo hice unas ocho», explica. La concejala de Huerta añade que al centro de salud se proporcionaron unas 40 batas elaboradas con algo tan sencillo como bolsas de basura y cordones.

«Hicimos las batas con bolsas de basura pero quedaron extraordinarias. Poníamos una bolsa grande para el cuerpo y otras más pequeñas para las mangas. Luego quedaban abiertas por detrás», explica esta vecina.

En su caso fue su hija la que le llevo todo el material, «en ese momento yo ya no salía nada de casa y mi hija fue la que se enteró de la iniciativa y me trajo todo lo que necesitaba», apunta. Elena no quiere olvidarse de mencionar a su vecina Antonia, una mujer de unos 90 años que también ha fabricado las batas. «A ella también le acercaba mi hija el material y luego recogía las batas», apunta, «no es que hiciésemos muchas batas cada una pero como éramos varias personas colaborando sí pienso que hemos ayudado», reflexiona.

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Las batas, aún tratándose de un material como el plástico, las han elaborado a máquina de coser, «se necesita la máquina porque hay que poner bien las mangas en la sisa, de forma adecuada para que queden sujetas», apunta. Nunca antes había cosido plástico y no cree que repita, no le gustó mucho el material, «otras telas he cosido mucho pero plástico nunca antes, no se doma igual, se puede romper pero sí, lo cosí todo a máquina».

Realizar las batas ha sido un acto solidario pero también un entretenimiento en los momentos en los que el confinamiento ha sido más duro. «Estoy todo el tiempo con la aguja o con el ganchillo, es un entretenimiento para mí», apunta y recuerda que la costura siempre ha estado presente en su vida. «Una tía mía se dedicaba a coser pero luego se marchó de religiosa y cogí el testigo. Me dediqué a coger puntos de medias, cuando las medias todavía costaban dinero. Las carreras de las medias las cogíamos a máquina, claro. Aprendí a hacerlo en Burgos», rememora.

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Le resulta extraña la pregunta de por qué se decidió a ayudar, como que fuese algo que todo el mundo haría. «No dude en ayudar, cómo no lo iba a hacer si se necesitaba nuestra colaboración. Y mi vecina Antonio menos dudó, ella que tiene mucha paciencia cosiendo. Siento mucho orgullo y estoy encantada de haber podido ayudar al centro de salud de mi pueblo», recalca Elena. Las dos son conocidas costureras de Huerta de Rey, durante la representación de 'El Cid pasó por Huerta' se emplea mucho vestuario que ha salido de sus máquinas o muchos ropajes que han precisado de los arreglos de estas dos vecinas de Huerta, Elena y Antonia.

Reconoce esta mujer que no está llevando muy mal el confinamiento, su marido lo lleva un poco peor, confiesa, pero ella cuenta con un secreto: un balcón trasera con vistas al río, «salgo ahí y es una gozada». Aún así, apunta que «entre la gente mayor sí hay algo de miedo pero lo bueno es que no hemos tenido ningún caso cercano».

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