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La segunda ola de la crisis de la covid aprieta pero no ahoga a los tanatorios de Burgos. De momento. Así lo refleja un sector que explica esta segunda situación por la menor incidencia que está sufriendo Madrid sobre la pasada primavera y por la ... dura realidad de que el virus acabó con muchas vidas en marzo y abril. «No creo que vaya a pasar lo que vivimos hace unos meses. Esa situación fue muy explosiva durante 40 días, espero que no se vuelva a dar en ningún sitio», señala Alfonso Martínez, responsable del tanatorio San José de la capital burgalesa.
En el caso de esta empresa, el 'colapsó' llegó por dar asistencia a la problemática de Madrid en abril, situación que de momento no se está viviendo. «Madrid tiene la situación más controlada y en otros lugares hay fallecimientos, pero no está siendo tan explosiva. Aun así, no sé cómo evolucionarán los hospitales», recalca Martínez, que incide en las similitudes de dolor que padecen muchos familiares en esta segunda ola. «Las familias, por aquel entonces, lo pasaban muy mal, y ahora volvemos a esas limitaciones en afluencia de gente. Eso afecta a las familias para despedir a un ser querido», continúa.
Unas restricciones, las actuales, que se centran en no superar en 10 personas en las salas velatorios, 15 para las comitivas de inhumación o incineración y no rebasar en un tercio el aforo de las zonas de culto. «Estamos siempre muy pendientes del BOCyL, esto va cambiando, pero siempre informamos a las familias de lo permitido», añade el responsable del tanatorio San José, que apostilla los problemas que genera cuando el fallecido es por covid. «Los familiares siempre quieren ver al ser querido. Pero no se puede mostrar, ni manipular por el protocolo impuesto desde el Ministerio de Sanidad», prosigue.
Y es que la crisis del coronavirus, además de robar el último adiós de un ser querido, también ha afectado a un sector que, curiosamente, tiene más trabajo, pero factura menos. «Entiendo que la gente haga la lectura de que nos pueda ir bien, pero no es la realidad. La facturación ha mermado a nivel nacional porque no se han podido prestar salas velatorio por el estado de alarma, no se venden flores... La patronal ha sacado datos y la caída de la facturación ha bajado entre un 30% y 40%. Nuestro sector también está deseando que se pase cuanto antes esta crisis y se vuelva a una situación de normalidad. La situación extrema no aporta nada bueno», describe Martínez, que explica cómo se ha dañado la economía de los tanatorios.
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«Nuestro mercado se pervirtió durante el estado de alarma. Se recurrió a comprar y a pagar sobre su importe habitual, incluso multiplicado por cuatro en muchas ocasiones. Eso no se ha repercutido en nadie. He comprado cosas sin saber el precio», detalla el responsable del tanatorio San José en Burgos.
Durante estos meses, las funerarias también se han tenido que adaptar a una nueva realidad, la de exponerse al virus. Son el último eslabón de la cadena sanitaria y «tenemos una situación de riesgo añadida».
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