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La crisis del coronavirus, como a muchos sectores, les ha cambiado su día a día. Sin avisar. A golpe de realidad, los tanatorios de Burgos se han amoldado a un nuevo proceso de 'despedir' a los seres queridos. Precisamente esta crisis sanitaria ha modificado el ... proceso de dar el último adiós, pues, durante estas semanas, no existen los velatorios, ni los multitudinarios funerales. «El cuerpo se recoge en el lugar del fallecimiento, un domicilio u hospital, y va al cementerio o al horno crematorio. El proceso ha cambiado. Y hay que dar cobertura a esa nueva situación que las familias requieren ahora mismo. La operativa es la misma», recalca Alfonso Martínez, responsable del tanatorio San José de la capital burgalesa.
En esta rápida metamorfosis del sector, la prevención es un elemento que anteponen los trabajadores de las funerarias, reconocidos por el Ministerio de Sanidad como personal sanitario. Como si de un eslabón más de la cadena se tratara, quizás el último, el material de prevención ha llegado a las instalaciones fúnebres y, a priori, «no debería haber escasez». «Estamos en una situación preventiva de cara al futuro. Nosotros lo hemos atendido con la correspondiente protección y con el protocolo del Ministerio de Sanidad. Hay material suficiente para casos venideros», continúa Martínez.
Porque ahora mismo trabajan sin un calendario concreto. No saben cuándo se llegará a la cresta de la curva, aunque hasta la fecha «no ha sido una situación desbordante». «Mientras podamos atender las necesidades de los ciudadanos, las atenderemos. Si llega un momento, como en Madrid, pues ya se verá la situación. Madrid está soportando la carga máxima de fallecidos. El resto tenemos casos, pero no comporta una situación preocupante», apunta el responsable del tanatorio San José.
Sin afectados por coronavirus en la empresa, Martínez asegura que el dolor se ha acrecentado al no poder despedir a un ser querido. «Hay un problema añadido y es el no poder despedir a la persona fallecida. No solo por el Covid-19, sino por cualquier otra causa. La gente sigue muriendo por causas naturales y no pueden hacer un funeral, ni atender a la familia, ni recibir en un tanatorio... A los entierros están viniendo diez personas como máximo como establece el protocolo del Ayuntamiento de Burgos para acudir al cementerio. Es una situación muy triste», prosigue Martínez.
Y es que el coronavirus también roba el último adiós en Burgos.
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