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La vida es un suspiro impregnado de suerte. De la mala y de la buena suerte. En esta historia concurren tres protagonistas y la suerte, la buena suerte. La suerte de estar en el lugar adecuado con la gente apropiada cuando la mala suerte decide ... hacer acto de presencia.
Porque si tu corazón decide pararse en medio de la calle mejor que sea cuando estás rodeada de una multitud y que, entre ella, se encuentren dos sanitarias. Mercedes Casares y Mónica del Diego son miembros de la banda de la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores que el pasado Jueves Santo estaban formadas en la plaza del Rey San Fernando cuando dejaron a un lado las cornetas para ponerse el traje de súper heroínas. Enfermera y médica de urgencias acudieron al aviso de que una mujer se había desvanecido durante la procesión de El Encuentro.
«Estábamos formados y la primera fila se giró y nos empiezan a llamar», recuerda Mercedes. Pero al principio no le dieron tanta importancia a este llamamiento como finalmente tuvo. Es habitual que en las procesiones, como en otras aglomeraciones, la gente se desvanezca después de pasar horas de pie, sin comer ni beber y al sol. «Pero entonces vino un cofrade, que era la madre de Mónica, que nos cogió de la mano y nos llevó hasta la señora», continúa.
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Cuando pasaron la valla que limitaba el recorrido comprobaron que la señora no estaba desvanecida, «la señora no reaccionaba». «Mi madre estaba parada y escuchó a dos mujeres hablando detrás de ella de hacer una foto de la catedral y que le iban a pedir que se apartase un poco para hacer la foto. Cuando le tocaron en el hombro pensaba que era por eso, para que se moviese un poco, pero no, una mujer le llamó para pedirle que por favor pidiese ayuda porque otra señora se había desvanecido», explica Mónica.
La madre de Mónica avisó entonces a los miembros de Protección Civil, que estaban situados en la entrada de la calle La Paloma, y les pidió ayuda y que solicitasen una ambulancia. Protección Civil lanzó entonces el aviso para la ambulancia y se acercaron hasta el lugar donde estaba la mujer. Fue entonces cuando la madre de Mónica decidió avisar a su hija y a Mercedes.
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«Nos acercamos, les decimos que somos sanitarias y que si les podemos echar una mano», cuenta Mónica. «Estando allí cada uno se pone a hacer lo suyo, recuerdo a Mercedes pidiendo incluso para coger una vía a la señora y todo», indica la doctora. Pero aquello no era un simple desvanecimiento, la mala suerte había hecho que la mujer que yacía en el suelo, de unos 80 años, estuviera en parada cardíaca. La buena suerte, en cambio, quiso que Mónica y Mercedes se convirtieran en sus ángeles de la guarda.
«Mónica se puso a los pies y yo a la cabeza a intentar tomar el pulso, pero no había pulso periférico y tampoco pulso central», asegura Mercedes. «Entonces Mercedes acercó su oreja a la cara de la señora y comprobó que tampoco respiraba ni respondía a las llamadas y golpecitos», replica Mónica.
«Merce, que está parada», dijo Mónica.
«Moni, ¡no me jodas!», respondió Mercedes.
Y comenzó el momento crucial de la historia. «Nos cambiamos de lugar y le pedí a Mercedes que empezara con las compresiones torácicas (RCP básica) mientras yo intentaba ventilar, pero no podía abrirle la boca a la señora, se quedó muy rígida. Lo primero en una situación así en la calle es hacer compresiones de calidad. Ella hizo las primeras 30 y, al no poder ventilarla, comenzó con el segundo ciclo de compresiones y la mujer empezó a responder», celebra Mónica.
«Recuerdo el hecho de decir: «Está en parada», porque pensábamos en un desvanecimiento y que tendríamos que levantarle un poco los pies, pero no. Tuvimos que quitarle el abrigo, que yo me fui con la idea de que le habíamos roto el abrigo a la señora, le sacamos el bolso que llevaba cruzado y recuerdo su jersey gris finito, pero no recuerdo su cara. Y ya empezamos con las compresiones, no hay que mover a la gente, hay que empezar ahí, comenzar rápido es vital», insiste Mónica.
«Protección Civil lo hizo muy bien, porque nos hizo un corro para que tuviésemos espacio para poder hacer la reanimación y luego nuestros cofrades mayores hicieron una fila para cubrirnos y que los niños no vieran lo que estaba pasando», cuenta Mercedes. «El cura alargó su discurso para que la gente no estuviera pendiente de lo que estaba pasando, hay gente que no llegó a enterarse», añade Mónica.
Tanto Mercedes como Mónica pidieron un desfibrilador semiautomático (DESA), pero no llegó. Cuando la mujer, de unos 80-82 años, recuperó la consciencia, Mercedes solo quería ponerle una vía, consciente de que si se volvía a parar sería imposible. Pero los compañeros de Protección Civil no tenían el material necesario para poder hacerlo. La ambulancia llegó pronto con una enfermera y una médica, a las que Mercedes y Mónica pusieron al corriente de lo que había pasado. «También vino una compañera de San Lorenzo, que es enfermera y fisio y nos dijo que si podía ayudar», agradece Mercedes.
Identificar la parada no fue sencillo, pero la rápida actuación de Mercedes y Mónica fue vital para esta mujer que, ya consciente, fue trasladada al HUBU en ambulancia para, después de recuperarse, ser dada de alta.
Este será, sin duda, el recuerdo de esta Semana de Pasión para estas dos sanitarias. Mercedes lleva 23 años participando en la Semana Santa de Burgos, Mónica suma ya 16, pero esta Semana Santa 2023 no la van a olvidar nunca, cuando, tras participar en El Encuentro, salvaron la vida a una mujer para después recoger sus instrumentos y continuar tocando hasta volver a su templo acompañando a su paso. La buena suerte.
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