Como cada año, con motivo del Día Internacional del Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal, las familias, asociaciones y profesionales de diversos ámbitos relacionados con el duelo se han unido en un manifiesto para visibilizar la muerte gestacional, perinatal y neonatal.
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Una de estas profesionales es ... Raquel Ibor, asesora de lactancia, especializada en anquiloglosias y en lactancias con dificultades y enfermedades raras y doula. Como doula acompaña en la preconcepción, embarazo, parto y post parto. «Siempre que hay vida nos acompaña la muerte y hay que acompañar también en el duelo. A veces llega de manera precoz y lo que se trata en este día es en hacer un reconocimiento a todas las familias, sin importar cuándo comienza a considerarse a una criatura, a un bebé, digno de ser reconocido, amado y respetado como un ser que estuvo en el cuerpo de su madre el tiempo que fuese», explica Raquel.
El lema elegido este año 'Mi bebé murió, nuestros derechos no' deja a las claras las reivindicaciones de la Federación Española de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal (FEDUP). «Es muy importante que las familias tengan un lugar donde acudir o donde conocer sus derechos más inmediatos. Muchas de ellas no saben ni siquiera que pueden llevarse a sus criaturas independientemente del momento en el que se produzca esa partida según el tiempo de gestación», indica Ibor.
Entre sus funciones figura la de acompañar esas pérdidas: «Estoy formada en duelo perinatal, neonatal y, además, también en un módulo de psicología perinatal a raíz de la propia experiencia. Quería poder acompañar de una manera cercana y profesional a las mujeres que tuviese cerca».
En este 15 de octubre, desde la FEDUP quieren reivindicar «la necesidad de informar adecuadamente a las familias sobre cuáles son sus derechos y los de sus bebés, así como el ejercicio de los mismos, cuando se enfrentan a la muerte durante el embarazo, el parto o al poco de nacer».
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«Tenemos que pedir protocolos, formación del personal, muchas veces dependemos de la calidad humana y de cómo ese personal sanitario pueda acompañar y sostener y los recursos son insuficientes, ya en sanidad los recursos son insuficientes, pero en este área prácticamente son inexistentes», relata Raquel.
Por ello, trabajan en «que las familias conozcan sus derechos, los recursos y en que tengan la posibilidad de hablar y de visibilizar lo que sienten desde un lugar no de la víctima, sino del agente activo de su propio duelo». «Son y tienen el derecho de ser agentes activos de las decisiones que se tomen sobre el cuerpo de sus bebés, sobre dónde quieren que descansen, aquellas cosas que quieren tener de ellos, desde la fotografía profesional, como se hace en muchos hospitales, el poder elaborar cajas del recuerdo, poder pasar el tiempo que sea necesario y que cada familia necesite con su criatura para poder despedirse y todas esas cosas que nos parecen a veces como muy lógicas cuando ya integramos la muerte como un proceso vital», resume.
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Según afirma Raquel, el duelo puede conformarse desde tantos puntos como personas. Por ejemplo, están las madres que, aunque vuelven a casa con los 'brazos vacíos' deciden donar la leche que su cuerpo produce para ayudar a otros bebés que lo necesitan.
«En este caso mi función pasa por asesorarlas para que puedan elaborar un duelo desde el lugar de la pertenencia, del ser útil, que tenga también un propósito y al mismo tiempo también acompañar en caso de la inhibición de la lactancia de manera fisiológica. Es importante que cuando eso ocurra sepan dónde pueden acudir y estar acompañados desde un lugar emocional, conociendo los procesos del duelo y dando esa acogida cálida y empática, de escucha activa y de comprensión y validación de los sentimientos de las familias», afirma.
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Porque queda muchísimo por hacer en estas situaciones, «desde el personal sanitario, desde la comunicación, ha habido una etapa muy dura cuando las mujeres han tenido que acudir en solitario a las consultas y han tenido que recibir la noticia de que su bebé no tiene latido solas, sin una figura de sostén y sin poder compartir con la otra parte esa noticia devastadora y, a veces, sin ser sostenidas por el personal sanitario que no tiene esa formación». Y es que se necesita «una formación específica, empatizar y humanizar los procesos».
Para Raquel una de las acciones más importantes es «reconocer y validar lo que esa madre siente, lo que ese padre siente en cada momento, que a lo mejor no tiene que ver nada con las etapas del duelo, con lo que la sociedad espera de ti según unas etapas establecidas». «La sociedad espera que guardes unos ciertos tiempos sin valorar ni validar que cada persona somos diferentes y tenemos nuestros tiempos también, por eso elaboramos el duelo de distintas formas», mantiene.
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«El enfoque debería llevarse por ahí, por sostener a las familias que están en duelo, sostenerlas desde un lugar menos técnico y con más reconocimiento. Te veo, te escucho, recojo lo que sientes y te abrazo. Ese enfoque humano, que acompaña, porque a lo mejor solamente necesitamos que haya silencio, que podamos expresar cómo nos sentimos, pensar cómo queremos vivir nuestro duelo y no sentirnos culpables y pensar «jo, pues a lo mejor no estoy sintiendo lo que se espera que sienta, o me estoy sintiendo mejor de lo que pensaba». Hay que encontrar el camino para poder integrar a nuestras criaturas en nuestra vida y seguir de una forma liviana por la vida, con ese recuerdo que nos indica que han estado aquí», sostiene Raquel.
Y es que a veces «no se contempla que haya sentimientos hacia según qué criatura en según qué semana de gestación». Por eso en el manifiesto también denuncian que «la muerte gestacional se convierte en un estigma social cuando se trata de interrupciones de embarazo. Más aún cuando, en muchas ocasiones, las mujeres terminan siendo expulsadas de un sistema sanitario público que se niega a realizar este tipo de intervenciones (amparándose en el principio de objeción de conciencia) y generando así procesos de duelo mucho más difíciles, poco saludables y obligadas muchas de ellas a vivirlos en el ostracismo».
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Para evitar estas situaciones en muchas ciudades se llevan a cabo grupos de apoyo familia-familia o madre-madre que está previsto se ponga en marcha en noviembre en Burgos. Además, en diciembre se va a crear un círculo de duelo para que las familias puedan compartirlo. «No ser quienes sufren el duelo, sino quienes lo transitan y son parte activa de ese duelo creando espacios para sus hijos», finaliza Raquel.
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