Secciones
Servicios
Destacamos
Los profesionales de la UCI del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) han estado durante toda la pandemia en primera línea. En realidad, siempre lo están. Sentían que ese era su deber y lo han asumido con profesionalidad y entrega. Y no ha sido fácil. De ... hecho, ha sido la experiencia profesional «más dura» a la que se han enfrentado todos y cada uno de ellos. «Nadie había vivido nada parecido a esto», asegura el jefe del servicio, José Antonio Fernández, quien pone en valor el sacrificio de su equipo, del que se siente tremendamente «orgulloso».
La prueba, sin duda, ha sido difícil. A finales de febrero, recuerda Fernández, a la vista de lo que comenzaba a verse en otros países, comenzaron a prepararse para lo que podría llegar. Y llegó. A principios de marzo se registraron los primeros ingresos en la UCI. Eran pacientes con un cuadro de síndrome de distrés respiratorio agudo, que a medida que avanzaron las semanas se descubrió que era más peligroso y complicado de tratar que uno normal. «Vimos que tenía un comportamiento diferente», lo que obligó a cambiar casi sobre la marcha los «protocolos» de tratamiento de los síndromes respiratorios habituales, explica Fernández.
A partir de ahí, añade, durante la primera semana de marzo se celebró una comisión de trabajo en la que se pusieron sobre la mesa las proyecciones realizadas en base a la información que se tenía entonces de la incidencia del virus. Y las cuentas, elaboradas en coordinación con los servicios epidemiológicos, dispararon las alarmas. «Sabíamos, por lo que estaba pasando en China y en Italia, que alrededor de un 15% de los enfermos con covid-19 acababan con ventilación mecánica. Tomando como referencia ese dato y el volumen de contagios que se estaba empezando a registrar en Burgos, calculamos que en el pico de la epidemia serían necesarias 77 o 78 camas en la UCI». Ahí llegó el primer gran problema. Y es que, la unidad de críticos del Hospital Universitario sólo cuenta con 26 camas habitualmente. Sería necesario ampliar la capacidad para dar respuesta a lo que venía.
Poco a poco, el Hospital fue adaptándose a las circunstancias y ampliando los espacios dedicados a los pacientes críticos. Se llegaron a habilitar 86 camas en las instalaciones de la Unidad de Críticos, de las URPAS y de los quirófanos del bloque C. El plan contemplaba una capacidad total de ampliación de hasta 103 camas, pero «afortunadamente no fue necesaria» la última ampliación, señala Fernández.
Eso sí, aunque el HUBU «ha aguantado muy bien» y nunca se llegó a «colapsar», el impacto de la covid ha sido demoledor. En un momento dado, a finales de marzo, se llegaron a contabilizar hasta 56 ingresos por covid en la UCI a la vez. En total, por la unidad han pasado desde que estalló la pandemia 106 pacientes. De todos ellos, sólo dos continúan hoy en día ingresados. En ambos casos, se trata de pacientes de más de 70 años aquejados también de otras patologías cuya recuperación está siendo muy compleja y que llevan ingresados más de tres meses cada uno.
Noticia Relacionada
Esa circunstancia, puntualiza Fernández, no es la habitual. No en vano, la mayor parte de los ingresados en la UCI por covid pasan a planta en seis o siete días, aunque la media es de 9,43 días, ya que casos como los de estos últimos ingresados disparan dicha media. La parte positiva es que «la supervivencia es muy alta». La negativa es que el tratamiento, tanto en el aspecto médico como en el mecánico (respiradores) es muy agresivo para los pacientes. «Hay que tener en cuenta que no pueden comer, hablar, moverse o respirar por sí solos», subraya Fernández. Más de un 40% de los pacientes, de hecho, han tenido que ser traqueotomizados para que sobrevivieran.
En este sentido, Fernández reconoce que no todos los afectados por covid son capaces de soportar las exigencias físicas de la UCI. Y si durante el triaje se considera que «por edad o por condición física» el paciente no va a obtener beneficios del ingreso en UCI, sino que va a ser peor, no se ingresa. «Así se trabaja siempre, no solo con casos covid», subraya el jefe del servicio al tiempo que insiste en que «las cosas son mucho más complejas» de lo que inicialmente pudiera pensarse.
Además, destaca, la salida de la UCI no es un camino de rosas. Ni mucho menos. Es necesaria una intensa rehabilitación y las secuelas son, en algunos casos, muy complicadas. Pero sobreviven.
Y todo ello gracias al esfuerzo de los profesionales de la unidad. «Tenemos una plantilla muy joven y comprometida», destaca Fernández, que ha vivido la pandemia de manera muy intensa y desde el primer día ha estado a total disposición del hospital. «Esta especialidad es vocacional» y «sabíamos que se nos necesitaba», así que el equipo se entregó con todo. Hasta el punto de que en algunos casos, «en 56 días, sólo se ha descansado la jornada después de las guardias», detalla Fernández.
Además, en el pico de la pandemia fue necesario un refuerzo de personal. Así, se echó mano de los residentes, cuyo comportamiento ha sido «ejemplar», de los anestesistas y de profesionales de otros ámbitos, como Enfermería. «En algunos casos ha sido necesario realizar un proceso de reciclaje y formación a marchas forzadas», pero también «ha sido muy gratificante» ver la dedicación de todo el equipo, subraya.
Noticia Relacionada
Un equipo que, por cierto, «ha aguantado muy bien la presión psicológica». Sí, los profesionales de la UCI están preparados para situaciones muy complicadas, pero ésta les ha puesto a prueba, con un ritmo de trabajo «brutal». Por cierto, la fortuna y, sobre todo, el buen hacer, han permitido que el número de contagios dentro de la plantilla haya sido muy bajo.
Con todo, lo que está claro es que la pandemia no ha acabado. Ni mucho menos. Sí, desde hace aproximadamente un mes no se registran nuevos ingresos en la UCI, pero eso, a su juicio, es consecuencia directa de las medidas implementadas durante meses. «El comportamiento de la gente ha sido magnífico» y, en definitiva, ha sido «la clave». «Comprobamos cómo, apenas unos días después de que se decretase el estado de alarma, los ingresos cayeron en picado», resume el jefe de la UCI.
Por eso, el propio Fernández hace un llamamiento a la ciudadanía para que mantenga la «responsbilidad» durante las próximas semanas. Y es que, «una segunda ola sería muy dura para nosotros y para toda la sociedad, pero para eso estamos aquí». Lo dicho. Vocación y entrega.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.