En vigilancia epidemiológica, el objetivo prioritario es bajar la incidencia acumulada de la covid-19. Que cada vez se produzcan menos contagios, hasta conseguir llegar al ansiado registro cero, que en Burgos no disfrutamos desde el pasado verano. Y, en el camino hacia la meta, ... que ya cuenta con la alianza de la vacuna, es clave la labor de rastreo para contener la expansión del virus.
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Se trata de diagnosticar los positivos lo antes posible, identificar sus contactos, aislarlos, cuarentanarlos y, así, evitar que contagien a otros. Cortar las cadenas de transmisión de la covid-19, en definitiva. Y en Burgos los datos indican que el rastreo está funcionando bien, que se está haciendo de forma efectiva y eficiente, lo que nos ayudará a seguir bajando la incidencia, tras los repuntes de días atrás.
Dos son los indicadores que nos llevan a decir que el rastreo está funcionando. En primer lugar, la trazabilidad de los casos, que se encuentra en el 79,3%, la segunda más elevada de la región tras Soria (con un 86,8%). La cifra indica que se tienen controlados un alto número de positivos, que se sabe cómo se contagiaron y/o a quién han contagiado, lo que facilita romper la cadena de transmisión.
El otro indicador es el número de brotes activos. Burgos, con 55 y 460 afectados, encabeza la lista de brotes activos en la comunidad. Y un dato que, a priori, nos podría parecer negativo resulta que no tiene que ser necesariamente así. «Que tengamos muchos brotes es malo, nos gustaría no tener ninguno», explica Ángel González, médico de familia y técnico de Salud Pública de la Gerencia de Atención Primaria de Burgos.
La consejera de Sanidad ha pedido «cautela» a los ciudadanos. Verónica Casado reconoce que la situación epidemiológica va mejorando pero no se debe de bajar la guardia.«No tenemos malos datos, pero tenemos que hacer que sean aún mejores», ha aseverado, y para ello se tienen que mantener las medidas de seguridad, que nos van a ayudar a seguir en este estado 'valle' mientras llega la vacunación masiva.
Preguntada sobre la posible imposición de medidas más restrictivas ante posibles aumentos de la incidencia, Casado ha afirmado que «no han cambiado de criterio». Así, cuando se registren aumentos de incidencias, se pase de los 400 casos por 100.000 habitantes, algún territorio suba de nivel o se agrave la situación, entonces se plantearán medidas para contener el virus.
De momento, la situación sigue controlada en Castilla y León, que se encuentra en nivel de riesgo 'medio'. Por provincias, Ávila y Zamora están en nivel 'bajo', Soria en nivel 'muy alto' y Burgos en nivel 'alto'. El resto están en nivel 'medio'. En Burgos, la incidencia se mantiene contenida, con 173,6 casos por 100.00 habitantes, con algún ligero repunte en los últimos días pero también con nuevas caídas.
La capital tiene una incidencia de 234 casos, por debajo de los 250 que marcan el límite entre nivel alto y muy alto, pero con un aumento sobre días anteriores. Mientras, en Miranda tienen 128,6 casos, con tendencia de descenso, y en Aranda han aumentado, pero son 98,3 casos, nivel de riesgo medio. La buena noticia es que baja la presión en la UCI, que tiene 19 pacientes covid, lo que supone una ocupación del 21,3% de la UCI extendida.
A Casado le preocupa también el índice reprodutivo básico, que mide el ritmo de contagios, pues se sitúa en el 1 en la región, con provincias como Palencia que llegan al 1,49. En Burgos ha subido pero se encuentra en el 0,92. La consejera ha indicado que, si se mantiene esta tendencia al alza (pues en los últimos días ha habido repuntes y descensos), entonces la situación sí se volverá más preocupante.
Obviamente, si a diario aumentan los brotes y los casos asociados, eso significa que hay más contagios. Sin embargo, «lo bueno es que se está consiguiendo encontrar la trazabilidad entre los casos que se producen», apunta. Un brote no es más que la suma de dos o más casos que están asociados por tiempo, lugar o persona. Si se declara un brote es porque se ha sido capaz de identificar conexiones entre casos, y fuera de ámbitos institucionalizados o laborales es más complicado.
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Un brote significa que hay una relación entre los positivos y, a medida que se identifican contactos, se aísla o cuarentena a las personas y se impide que aparezcan nuevos contagios. Así que cuando la trazabilidad presenta valores elevados, como ahora, el número alto de brotes muestra que «el rastreo se está haciendo bien». Que los positivos no se quedan como casos aislados sin control sobre contactos que siguen contagiando.
De hecho, cuando Burgos sufrió el envite de la segunda ola, con aquella incidencia superior a los 1.800 casos por 100.000 habitantes, no se podía realizar un rastreo de manera eficaz ni eficiente. Con la incidencia de 173,6 casos por 100.000 habitantes, seguimos en transmisión comunitaria, pero ahora es mucho más fácil controlar los casos, vincularlos y poner freno a la cadena de transmisión.
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Este hecho puede influir, aunque no con absoluta certeza, ante una posible cuarta ola. «En Burgos se ha pasado de puntillas en la tercera ola. Si hay un rebrote, tenemos más probabilidades de sufrirlo nosotros que provincias que lo acaban de pasar. Y esto, tampoco está fundamentado en nada», afirma el director del Área de Salud Pública y Medicina Preventiva de la UBU, Juan Ayllón, que reconoce que hay un componente estocástico a la hora de analizar los brotes.
Ángel González insiste en que, pese a la mejora de la situación epidemiológica, no se debe de bajar la guardia. «Viniendo de dónde venimos, de ver a Burgos con 1.800 casos en la segunda ola y a Segovia y Palencia por encima de los 2.000 en la tercera, las cifras actuales nos parecen de normalidad; no nos dan una sensación de peligro», admite, pero es un error relajarse. «Valores por encima de los 100 o 150 casos, próximos a los 200, suponen transmisión comunitaria y comprometen mucho el rastreo».
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Y, como hemos visto, el rastreo es una pieza fundamental para cortar las cadenas de transmisión e ir frenando al virus. Lo es también la vacuna, que se ha demostrado ya con la solución de la pandemia, y que está dando sus primeros buenos resultados.«La mejor noticia en lo que llevamos de año es que, con la vacunación en las residencias, los brotes se han reducido a un impacto marginal», apunta González.
Burgos ha superado la tercera ola con la mejor evolución epidemiológica de la región. Ello no quiere decir que haya sido buena, sino que ha sido la menos mala, pues nos hemos quedado por debajo del millar de casos por 100.000 habitantes, cuando ha habido provincias que han superado los 2.000
No hay una razón que explique esta situación, aunque algo habrá tenido que ver que Burgos sufrió una segunda ola muy fuerte, superando entonces sí los 1.800 casos. Se realizaron cribados, se aplicaron restricciones muy duras y la ciudadanía estuvo más concienciada. Además, las restricciones se mantuvieron casi hasta Navidad.
Con este panorama no es de extrañar que el impacto de la tercera ola fuera menor en la provincia, y eso que Ángel González insiste en que cada territorio tiene sus singularidades. Y, en Burgos, ha jugado en nuestra contra la situación geográfica, pegando a Cantabria, País Vasco, Navarra y La Rioja, y siendo zona de paso con gran actividad industrial.
Luego, dentro de la provincia se han visto diferentes realidades. Por ejemplo, Miranda siempre ha ido de avanzadilla, desde la primera ola, y ha sido el municipio de los tres mayores que peor lo ha pasado, apunta González. En este caso, influido por las fuertes conexiones laborales y sociales con el País Vasco.
Aranda también se ha descontrolado un par de veces y «sin una explicación clara» y Burgos «ha ido un poco por su cuenta». Ahora solo queda seguir cumpliendo las medidas de seguridad, estar alerta y mantener esta evolución meseta, evitando repuntes, hasta que llegue la deseada inmunidad de rebaño.
Han sido uno de los grandes quebraderos de cabeza en Atención Primaria, reconoce, pero tras la vacunación solo se han detectado dos brotes, con muchos asintomáticos y sin complicaciones. Ahora toca centrase en el ámbito académico y escolar, «que se ha demostrado totalmente seguro, con un impacto de la covid mucho menor al esperado», y en los ámbitos familiares y sociales.
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González recuerda que el virus sigue siendo muy contagioso, más incluso con algunas variantes como la británica, así que no se pueden relajar las medidas de prevención. «Las cifras de incidencia no son para nada despreciables» y, aunque se ha mejorado la situación epidemiológica en la calle, los hospitales siguen con una elevada ocupación, y con las UCI todavía extendidas.
La bajada de la incidencia demuestra que «se han hecho bien las cosas», pero para evitar nuevos sustos, «lo ideal sería que diésemos tiempo al hospital para que refleje lo que hay fuera», asevera. Ahora la ocupación de las UCI es similar a la que teníamos en octubre (son 19 pacientes covid), pero quedarían muy comprometidas si se registra un nuevo repunte sin haber sido capaces de descongestionarse.
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