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Brotes verdes para afrontar en Burgos una nueva desescalada, la tercera. Y lo hará con datos similares a los que reflejaba la Junta de Castilla y León a finales de abril. Esas estadísticas a las que se agarra semana tras semana la Consejería de ... Sanidad para fijar o retirar restricciones invitan, en esta ocasión, a un optimismo moderado. Por lo menos si se comparan con los que acumulaba la provincia el pasado 11 de diciembre, cuando la capital inició la segunda desescalada antes de Navidad con la reapertura de las terrazas.
En esas fechas, los burgaleses vivieron los momentos más duros de la pandemia de la covid-19, con restricciones continuas impuestas por la Junta y el Ayuntamiento para frenar el avance del coronavirus. Eso propició que la capital arrancara su particular desescalada con cierto retraso en comparación con el resto de provincias de la comunidad y de municipios de la provincia.
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En esa ocasión, el 11 de diciembre, los datos invitaban menos al optimismo. La UCI del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) contaba con 40 pacientes en la unidad de críticos y con 153 personas ingresadas en planta. A los que había que sumar los 26 ingresos en planta en el Santiago Apóstol de Miranda de Ebro y los once del Santos Reyes de Aranda de Duero.
Ahora la fotografía de los hospitales de la provincia ha cambiado sensiblemente, aunque siga siendo dolorosa, pues con las cifras del pasado lunes, el HUBU comenzará su desescalada con 32 ingresados en la unidad de críticos y 73 pacientes en planta. En el Santiago Apóstol y el Santos Reyes las cifras también han disminuido hasta seis y tres pacientes en planta, respectivamente.
Precisamente estos registros se asemejan más a lo que vivió la provincia a finales de abril, cuando se empezaba a planificar la primera desescalada tras el confinamiento. El HUBU sumaba 33 pacientes en la UCI, mientras que en las plantas de los tres hospitales de la provincia permanecían 133 personas.
En ese momento se optó por una desescalada más paulatina, que se alargó hasta finales de junio, lo que propició que la presión asistencial se rebajara ostensiblemente.
Ahora, la mejora de la evolución epidemiológica de Burgos, y de Castilla y León, permite flexibilizar las restricciones frente a la covid-19 en la comunidad autónoma. Así, a partir del viernes se levanta el cierre a las 20:00 de los establecimientos no esenciales (hostelería, comercio, actividades económicas y culturales), pudiendo mantenerse abiertos hasta las 21:30 (cuando se recibirá el último cliente), para cumplir con el toque de queda, que se mantiene activo a partir de las 22:00, tras el varapalo del Tribunal Supremo.
En un Consejo de Gobierno extraordinario celebrado este lunes se ha acordado avanzar en la desescalada, eliminando las restricciones de cierre a las 20:00, que se implantaron la pasada semana. «El descenso de la incidencia acumulada es constante desde hace semanas», ha explicado el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea. Los hospitales se están vaciando «poco a poco», con un «alivio notable» de la presión hospitalaria, aunque esta no se refleja todavía en las UCI.
Por ese motivo, el Gobierno regional opta por una desescalada «paulatina y controlada», por si se detecta un aumento de la incidencia, poder retroceder a tiempo. «Es la saturación de las UCI lo que nos va a permitir ir relajando medidas en Castilla y León», ha recordado Igea, con el objetivo puesto en bajar al 25% la ocupación de UCI por pacientes covid en la región. «Necesitamos contar con todas las camas UCI para recuperar la actividad asistencial», ha insistido
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