Todos estamos deseando avanzar en la desescalada y llegar, cuanto antes, a la 'nueva normalidad'. Poder empezar a recuperar la «monotonía» de nuestras vidas, algo que hemos llegado a echar de menos durante estos duros meses de pandemia. Sin embargo, no se lleven a engaño. ... Pasar de fase, salir del estado de alarma, llegar a esa 'nueva normalidad' no van a acabar con el coronavirus covid-19, al que hemos conseguido frenar con confinamiento y estrictas medidas de protección y seguridad, y gracias al extraordinario esfuerzo del sistema sanitario.
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El virus continúa circulando, el riesgo de contagio sigue existiendo y las dos armas que tenemos a nuestro alcance para mantenerlo contenido y evitar un rebrote que nos vuelva a poner en situación de jaque son las mascarillas y el control epidemiológico. Mientras no haya una vacuna, el riesgo de contagio sigue ahí, pero minimizado por el uso de las medidas de protección. En caso de contagio, si se detecta a tiempo y se aísla el foco, se impide un rebrote. Y aquí juegan un papel destacado los 'rastreadores', la red de seguimiento epidemiológico protagonista de la fase de transición.
Todas las zonas básicas de salud de Burgos cuentan con profesionales dedicados, específicamente, al 'rastreo' de los nuevos contagios, con un mínimo de un profesional de enfermería para desempeñar ese trabajo (se han contratado a 41 personas para estas funciones). «El estudio de contagios ante un caso nuevo diagnosticado es fundamental, porque es la única forma que tenemos para frenar la cadena de la transmisión del virus», afirma Ángel González, médico de familia y técnico de Salud Pública que coordina el trabajo de los responsables de Seguimiento Epidemiológico.
La paciente sintomático se le detecta, la mayor parte de los casos, en Atención Primaria pues es su médico de familia quien suele dar la voz de alarma y, en esta estrategia de vigilancia, es también quien pone en marcha el sistema de identificación de contactos. El protocolo es muy claro. Se identifica el nuevo caso, se aísla al paciente y se le pide que indique con qué personas ha estado durante las 48 horas antes de empezar con síntomas. Pero no se trata de cualquier contacto y, es aquí, donde juegan un papel esencial las medidas de protección.
Los contactos a vigilar son aquellos que se hayan producido a menos de dos metros y sin mascarilla (pantalla o cualquier sistema de protección), y que hayan durado al menos 15 minutos. Todas aquellas personas que cumplan con estos requisitos acaban en cuarentena, lo que es un «trabajo tremendo» de rastreo e identificación, afirma el doctor González. Y requiere de una gran coordinación con Epidemiología, Medicina Preventiva y Prevención de Riesgos Laborales en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU).
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«La utilización de la mascarilla es fundamental en esta nueva normalidad», insiste el doctor González. Y es que no solo protege al individuo frente a la infección si no que será la que dé la pauta para saber si el contacto con un contagiado debe o no estar en cuarentena. La distancia física, la higiene de manos y la mascarilla son fundamentales en esta nueva etapa pues previenen los brotes, «que sabemos que pueden producirse» y por ese motivo se cuenta con una estructura bien planificada para reaccionar, identificar los contagios, definir el foco común y aislarlo.
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En estos momentos, la situación es «muy buena», tanto en lo que se refiere a datos como al funcionamiento de la red epidemiológica, hechos ambos valorados por la Junta y que han motivado que Burgos haya podido pasar a la fase 3 de la desescalada. «Afortunadamente estamos teniendo muy pocos casos», explica González. El último caso notificado fue hace días y ya tienen sus contactos estudiados. También tienen casos 'activos' pero en aislamiento y con los contactos 'cuarentenados', con seguimiento telefónico.
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«Si todo va bien y el caso no desarrolla complicaciones, su aislamiento durará 14 días desde que inició la sintomatología compatible con la enfermedad y que posteriormente se confirmó mediante test PCR», explica el doctor González. Mientras, la cuarentena del contacto dura, por el momento y si permanece asintomático, 14 días, aunque las autoridades sanitarias están barajando reducirla a 10. «La sensación general es de estar realizando un buen trabajo» y, de hecho, no se ha registrado ningún brote en Burgos.
Además, los pacientes con casos confirmados se están comportando bien, entendiendo lo importante que es facilitar toda la información para intentar saber cuál es el origen del contagio y, sobre todo, las posibilidades de transmisión. Eso sí, Ángel González reconoce que «cada caso es un mundo y tiene muchísimas particularidades». Cuando se arrancó con el proyecto de vigilancia epidemiológica se dio una formación de tres días, con casos prácticos. «Creíamos valorar todas las posibles situaciones que se podían presentar pero la realidad muchas veces supera a la ficción».
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Ángel González afirma que, tras la dura experiencia vivida estos meses, se está preparado para encarar el virus y frenar los rebrotes. «Al principio solo pudimos enfrentarnos a la enfermedad trabajando por el día y leyendo, leyendo mucho por la noche». La covid-19 llegó a España con cuatro meses de vida, solo había información y estudios derivados de los casos de Wuhan, y las noticias que llegaban de Italia. «Fue un camino difícil», insiste, marcado por la incertidumbre derivada del desconocimiento y de la escasez de medios.
Se comenzó a luchar contra la covid, por ejemplo, sin poder hacer casi pruebas PCR, técnicas de diagnóstico de la enfermedad que hace cuatro meses la mayoría de la gente desconocía y que ahora forman parte de nuestro vocabulario. «La situación ahora, afortunadamente, es distinta. Distinta y mejor, porque conocemos más al virus y la evidencia científica es mayor», apunta. Además, se cuenta con mayores recursos y se ha hecho un esfuerzo importantísimo entre el colectivo sanitario, pero también entre la población.
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«Tenemos que darle las gracias a los ciudadanos», comenta el doctor González, pues los informes sobre geolocalización indican que en España se ha cumplido el confinamiento como en muy pocos países. El sistema sanitario ha cuadruplicado sus esfuerzos y su capacidad en personal, en camas de hospitalización, en atención a residencias y en seguimiento a pacientes. Sin embargo, «no hubiera podido aguantar si la gente no se hubiera quedado en casa», admite, de ahí que ahora sea tan importante cumplir con las restricciones, las medidas de seguridad y las protecciones.
Pues el peligro sigue ahí y, aunque parece que hay más riesgo al contagio en espacios cerrados, no debemos de bajar la guardia. Es lo que nos dicen también las autoridades para explicar por qué se avanza en la desescalada en terrazas mientras se mantienen cerrados los centros escolares o limitado el acceso a los centros de salud. «En Italia, a finales de abril, el principal foco de nuevos contagios eran los hospitales de Lombardía», recuerda el doctor González, y en el País Vasco lo están siendo también los centros hospitalarios.
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«Como médico de familia me gustaría poder ver a todos mis pacientes en el centro de salud», admite, pero de momento se debe apostar por la prudencia: atención telefónica para una primera valoración y, solo si es necesario, acudir a consulta. Se trata de minimizar riesgos, ahí puede estar también la explicación a que se mantengan cerrados los colegios. Los niños suelen pasar la enfermedad con cuadros muy leves o inexistentes y, algunos, pueden presentar inmunidad cruzada pues han pasado otros catarros por otras variedades del coronavirus. Sin embargo, son un vector de transmisión, reconoce el doctor González.
Ángel González defiende la labor «fundamental» que han desempeñado en Atención Primaria durante toda la pandemia. «Los profesionales han demostrado, una vez más, que son auténticos todoterreno, algo que yo siempre he defendido como una virtud a tener en cuenta», asevera. Se han superado los 10.000 casos 'sospechosos', la mayoría cuando no había opción alguna a realizar pruebas PCR. Al seguimiento a cientos de pacientes en sus domicilios, con llamadas telefónicas que pretendían evitar que se acudiera al hospital si no era necesario, se sumó en abril la atención directa a las residencias. «Ahora, en mayo, nos ha tocado ponernos con la vigilancia epidemiológica», y ahí están, trabajando de 'rastreadores' para que estemos un poco más tranquilos.
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