Que nadie se deje liar, ni se lleve por discursos negacionistas ni conspiratorios. Las vacunas contra la covid-19 son seguras, se han probado y, lo más importante, están cumpliendo con los objetivos buscados: evitar las infecciones graves y las muertes por coronavirus. Frente a ... los discursos plagados de falsedades, sin fundamento científico alguno, los expertos contrastan datos. Y aquí no hay dudas. La administración de las vacunas ha reducido los contagios, haciendo que los que se puedan producir se queden en infecciones leves, y ha frenado en seco los fallecimientos entre los inmunizados.
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El virólogo burgalés Juan Ayllón es muy claro cuando se refiere a esta última cuestión. «Es mentira» que se estén produciendo más muertes en las residencias de mayores, que son las primeras que han quedado ya inmunizadas. «Los datos que tenemos es que está muriendo mucha menos gente», insiste. «Podemos machacar mucho -sobre esta cuestión- pero hay cosas que no están abiertas a la discusión». Y la seguridad y efectividad de las vacunas es una de ellas, no caben opiniones personales, solo hechos comprobados y comprobables.
«Las vacunaciones han servido siempre, y en el caso de la covid están sirviendo también, para que la gente enferme menos y se muera menos», asevera. Este ha sido siempre el objetivo prioritario y, por ese motivo, se ha empezado a poner la vacuna a los colectivos más vulnerables, los mayores, que son los que más han sufrido, con los casos de contagio más graves y el mayor número de fallecimientos. Con las vacunas se busca que la gente no se contagie y, así, frenar la expansión del virus y dar puerta a la pandemia.
«No lo vas a conseguir en el cien por cien de los casos», admite. Habrá gente que, aun vacunada, se contagie, pero «las vacunas contra la covid que tenemos son bastante buenas», con un nivel de cobertura muy elevado, así que serán muchas menos de las que se contagiarían sin vacuna. Y, lo más importante, esos contagios no derivarán en casos graves ni decesos. «Las vacunas son muy buenas evitando que la gente se muera y muy, muy buenas evitando que la gente tenga enfermedad grave», afirma el virólogo burgalés.
Además, la caída en los contagios y en la gravedad de los mismos ayuda a reducir la presión hospitalaria, recuerda Juan Ayllón. El sistema sanitario ha estado al borde del colapso, lo que se ha convertido en uno de los principales problemas de la pandemia, obligando a priorizar la atención a los infectados sobre el resto de patologías. «La saturación del sistema sanitario repercute en todo», en las patologías no covid, en los diagnósticos, la atención a crónicos, las intervenciones. Y, además, «la Atención Primaria también ha estado completamente colpsada por el virus».
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Por ese motivo, el director del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UBU es capaz de encontrarle el lado positivo al hecho de que se estén dando casos de personas que se saltan los protocolos para vacunarse antes de tiempo, o de que las infantas Elena y Cristina se hayan vacunado fuera. «En un país como España, en el que siempre se valora la capacidad de ser más listo que los demás, que no se juzga mal a tramposos ni corruptos, y que en muchos sectores hasta se les admira, las trampas que se han hecho transmiten a la sociedad que la vacuna es buena», asevera Juan Ayllón.
«En el momento en el que ves que hay gente que se cuela para vacunarse, que aquellos que están en posición de poder y privilegio se saltan su turno, se demuestra que efectivamente la vacuna es buena». Y esa percepción llega a toda la sociedad y, en especial, a una parte que «podría prestar fácilmente oídos a las teorías de los antivacunas». Las trampas es posible que estén convenciendo a muchos que, hasta ahora, dudaban sobre si ponerse la vacuna o no. «Pues mira, sí que tiene que ser seguro porque quien tiene privilegios se está lanzando a vacunarse», reitera.
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Juan Ayllón asegura que «todas las vacunas que tenemos son buenas». Están suficientemente probadas en ensayos clínicos, por ese motivo se ha tardado casi un año en empezar a vacunar cuando algunas vacunas ya estaban en febrero el pasado, insiste. «Hasta que no se supo que iban a ser seguras y efectivas no se empezaron a poner». Además, ahora hay cientos de miles de personas en el mundo que ya han sido vacunadas, así que hay cada vez más datos que confirman lo que ya se probó en los ensayos. Que son seguras y efectivas.
«No son dañinas en ningún caso», apunta el virólogo. Como otras vacunas, en algunas personas pueden surgir casos de alergias, pero son mínimos (en 15 millones de vacunados en Reino Unido solo se han detectado 200). Y las alergias se tratan sin más problemas. Lo que sí producen con más frecuencia es una reacción de malestar en el cuerpo el mismo día de la administración o un par de días después. Dolor en el zona del pinchazo, fiebre, malestar... son efectos secundarios lógicos porque la vacuna produce una reacción rápida y fuerte para que el cuerpo reaccione y, cuando vea el virus de verdad, «se lo cargue antes de que haga nada».
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Ayllón insiste en que la vacunación va según lo previsto. «Hay que entender que, a medida que vayamos sabiendo más cosas, vamos a ir cambiando la manera de hacerlo». Por ejemplo, hasta ahora no se tenían datos sobre los efectos de las vacunas AstraZéneca en los mayores, por eso se les han administrado Moderna y Pfizer. Ya empieza a haber datos y se demuestra que también son buenas para ese grupo. «Es absolutamente normal», asevera el virólogo, quien considera que un exceso de información técnica a veces es difícil de procesar y lleva a confusión y dudas.
Sobre las nuevas variantes de la covid-19, el virólogo explica que los informes de laboratorio indican que las vacunas actuales pueden perder algo de efectividad, que alguna de toda la batería de respuestas que genera nuestro cuerpo se pueda ver algo disminuida. Sin embargo, el director del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UBU afirma que «lo esperable es que la vacunación siga funcionando, sobre todo para evitar lo más importante que es la enfermedad grave y la muerte. Igual son menos eficaces a la hora de evitar la infección, que cojas una enfermedad leve, o la transmisión».
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Por ello, y porque la incidencia todavía es alta, al igual que la ocupación en UCI, y porque el porcentaje de vacunación es muy bajo, hay que extremar las precauciones. Las restricciones y las medidas de protección tienen que ir adaptándose a la situación, admite Juan Ayllón, pero actualmente «con los índices de vacunación, que siguen siendo bajísimos, y con un porcenajte de población expuesta al virus muy, muy alto, tenemos que seguir manteniendo las medidas». Según se avance con las vacunas también habrá menor incidencia y la capacidad para responder a pequeños incrementos será mayor, lo que nos permitirá relajar restricciones, opina.
Eso sí, Juan Ayllón insiste en que la pandemia es un problema colectivo. «Escudándonos en la responsabilidad individual hemos olvidado la colectiva, que sí se vio durante la primera ola». Que cada ciudadano cumpla con las medidas y sea responsable es importante, pero sin olvidar que la lucha contra la covid es de todos. De lo contrario, se corre el riesgo de generar un ambiente «irrespirable», como el que se tiene ahora, un enfrentamiento entre regiones, provincias y poblaciones, en el que buscamos a quién echarle la culpa de que suba la incidencia.
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