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El Windsor, devorado por las llamas en 2005. EFE/Álvaro Blanco Cruz
Los investigadores del Windsor desembarcan en el edificio de Valencia

Los investigadores del Windsor desembarcan en el edificio de Valencia

Synthesis, una de las empresas contratadas por las aseguradoras, cuestiona el material de los paneles de la fachada y las ventanas

Alberto Martínez de la Calle

Valencia

Lunes, 26 de febrero 2024, 10:23

El incendio de la Torre Windsor puso el corazón en un puño a la sociedad española el 13 de febrero de 2005. Ese mismo año, a más de 300 kilómetros, concretamente en el barrio valenciano de Campanar, se erigían los cimientos de una finca a la que le aguardaba un destino parecido al del malogrado rascacielos de Madrid. Las llamas también han devorado este moderno edificio de Valencia. 138 viviendas repartidas en 14 plantas ardieron en menos de dos horas. Devastador. Hay factores que claramente han jugado un papel clave en la sorprendente calcinación producida el pasado jueves en la urbanización de Maestro Rodrigo. Sin embargo, las pesquisas acaban de arrancar. La presente semana será clave para dilucidar tanto el origen del fuego como la influencia del controvertido modelo de fachada ventilada. En busca de estas respuestas, los mismos especialistas privados que rastrearon el Windsor desembarcan en la capital del Turia.

Al margen de la investigación oficial, que ya se encuentra en marcha, las diferentes compañías de seguros han contratado a empresas especializadas con la mirada puesta en la preparación de los correspondientes informes periciales. Con reconocimiento a nivel internacional, Synthesis es una de las compañías que va a intervenir en los próximos días. Prevé acceder a las torres de Campanar esta misma semana, aunque permanece a la espera de la autorización de los juzgados.

Actuarán sobre el terreno cerca de ocho empresas de investigación escogidas por las aseguradoras implicadas. «Cuando entramos, recorremos el escenario desde la parte menos dañada hasta la más dañada para estudiar esas marcas de fuego y localizar en ellas esos vectores de sentido de ataque de la combustión y concentrar todos esos sentidos en un punto. La propagación se hace en todos los sentidos. Nosotros hacemos el recorrido en sentido inverso para llegar a la convergencia. Podemos tomar muestras químicas, eléctricas, mecánicas...», explica Félix César Alonso Moreno, presidente y director técnico de Synthesis.

Se trata de indagaciones paralelas a las que llevará a cabo la Policía Científica. «Aquí hay muchos intereses. Los mayores son los jurídicos, ya que hay personas muertas. Pero también está el problema económico. Y el resarcimiento a los familiares de los fallecidos. Tenemos que investigar para que no se genere indefensión por ninguna de las partes», comenta Félix, quien evita definir unos plazos para obtener conclusiones sobre las causas: «En un incendio normal de vivienda, se suele tardar menos de tres días. Pero en esta investigación va a haber mucho personal. Investigadores de otras compañías afectadas más la investigación oficial. Entonces no me atrevo a determinar».

Félix César Alonso ya se ha desplazado a Valencia a la espera de que los juzgados den luz verde para que tanto él como otros dos profesionales de Synthesis analicen, entre cenizas, los restos de las torres de Campanar. Ha observado 'in situ' el esqueleto del edificio. Y en su mente se remueve la experiencia vivida en el Windsor hace 19 años. Su compañía también intervino en la exploración de las discotecas de Murcia que se abrasaron el pasado mes de octubre dejando 13 fallecidos.

«En el Windsor se estaba haciendo una duplicidad de fachada. Y a través de esa fachada doble es como se propagó todo el incendio hacia las partes altas. También hacia las partes bajas, porque caían cascotes en combustión», recuerda el especialista, quien pone sobre la mesa una referencia internacional: «La Torre de Grenfell de Londres, de 24 alturas, quedó completamente destruida y tenía una fachada similar a la de Campanar. Eso fue en 2017. Incendios con esta clase de fachadas ha habido y por eso los códigos de edificación se están poniendo cada vez más rigurosos. El código de edificación de 2006 ya era más estricto». Lamenta la laxitud del pasado: «Yo siempre he dicho que en las fachadas ventiladas no debe haber nada de material combustible en su interior. Hay que tener en cuenta que el propio humo que se adentra en la cámara de aire de esa fachada combustiona. El humo son partículas de materiales que son proyectadas por la combustión. Es un efecto chimenea».

Las pesquisas resultarán más complejas de lo habitual: «Nuestro primer objetivo es investigar el escenario para descubrir el verdadero origen, el punto exacto del incendio. Y una vez hayamos descubierto el punto exacto del incendio, reconocer e identificar la fuente de ignición. A partir de ahí, se determina la causa. Eso es lo normal que se hace en todos los siniestros. Pero en este caso concreto, hay que hace una doble investigación», avisa.

Y es que la voracidad con la que las llamas devoraron las torres de Campanar abre diferentes interrogantes: «Por qué un incendio normal, producido en un piso, provocó la destrucción de dos bloques de viviendas en escasa fracción de tiempo. Por qué se propagó a tanta velocidad a través de las fachadas y, por consiguiente, de las fachadas hacia el interior de los pisos. Tenemos que identificar los factores que han intervenido. Fue muy acelerado por el viento que soplaba, pero los ingenieros y arquitectos deben tener en cuenta que las fachadas están en el exterior y expuestas a vientos, tempestades y caída de agua por doquier. Tienen que estar bien protegidas». Entonces entran en escena los materiales escogidos.

Los paneles de la fachada ventilada están compuestos por unas finas placas de aluminio unidas por una resina termoplástica. En este caso, por la fecha de construcción, es polietileno, que actualmente no suele emplearse porque se considera inflamable. En la cámara de aire, como aislante térmico, se optó por la lana de roca.

«Hasta que se haga la investigación, no se va a poder saber técnica y científicamente qué clase de material era el que componía la fachada ventilada. La propia estructura ya hace efecto chimenea porque tiene cámara de aire. Hay un material decorativo, el que da al exterior, que en este caso era aluminio. Puede haber de varios tipos. El peor es el aluminio, porque resiste 660 grados. En los inicios de unos incendio ya se coge 500, 600 y 700 grados, por lo que el aluminio se funde», añade Félix, quien maneja una teoría preliminar: «Creo que las ventanas del exterior eran de PVC por el color ennegrecido del humo y porque han desaparecido por completo. La combustión que va por el interior de la fachada afecta a las ventanas. El PVC no es inflamable, pero sí combustible. Es decir, mientras se le esté aplicando una llama, arde. Y se destruye».

Algunos vecinos apuntan que, en una actuación en la fachada para evitar humedades, los trabajadores usaron silicona para tapar juntas. Un extremo que, a falta de confirmación, sorprende a Félix: «Es inflamable y combustible».

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