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Inés, Pablo y Gael han dicho adiós a un verano en el que han disfrutado, como los niños que son, de las diversiones que ofrecen los pueblos. Este viernes, en una primera toma de contacto, les ha tocado volver al cole. Bueno, Gael no ... ha vuelto realmente. El pequeño de los Alonso Presencio, con tres años, se ha estrenado en el cole de mayores, y lo ha hecho con mucha ilusión y energía.
«Es su primer, primer día», explica María José Presencio, su madre. «Ha ido muy bien, ha entrado sin decir adiós. Lo tenía todo controlado«, bromea, recordando que dos de sus compañeros sí han llegado llorando. Sustos del primer día con los mayores en el colegio público Fernando de Rojas de Burgos capital, a donde acuden también sus hermanos Inés y Pablo, que van a 4º y 2º de Primaria.
Ellos estaban un poco menos motivados que Gael, admite su padre, Tomás Alonso. Les ha costado levantarse, retomar la rutina escolar después de un verano sin horarios, pero también tenían ganas de ver a sus amgios. Pablo, que recordará el día porque no ha podido almorzar (la manzana preparada por su madre quedó encima de la mesa, y no en la mochila del cole), ha reconocido que «tenía ganas de ver a sus amigos porque hacía mucho que no los veía».
Pablo ha combiado de profe y Laura le ha parecido «muy maja». Y en el primer día han estado preparando un horario y aprendiendo las normas covid y del patio. La mascarilla no se puede quitar, hay que mantener la distancia de seguridad, no compartir el marterial escolar y echarse gel. Nada nuevo bajo el sol, han estado todo un curso escolar cumpliendo con esmero las normas covid.
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Luego, en el patio, nada de mezclarse con otros grupos. En el Fernando de Rojas siguen con los patios divididos, explica Inés, quien asegura que las normas de este año son «muy parecidas» a las del pasado. Para la mayor de la familia, el primer día ha ido «bien» y, además, ha pasado a 4º de Primaria con sus amigas, sin que haya cambiado de grupo de clase. Eso sí, Inés reconoce que «no tenía muchas ganas de volver al cole porque se está muy bien de vacaciones».
Tomás y María José reconocen que, para los niños, el rato de después del cole, cuando salen y pueden jugar con sus amigos en el parque, es lo mejor del día. «Este rato que juegan es el más divertido. Solo por esto, merece la pena ir al cole». Y es que no paran ni un momento, corren de un lugar para otro, con la energía que desprenden los niños, y que una no sabe de dónde la sacan exactamente.
Para los padres, la vuelta al cole también exige un refuerzo energético. Como primer día, cada niño ha entrado a una hora diferente, así que toca hacer encaje de bolillos. Y lo mismo con la salida. Hoy, a la puerta de los coles, se ven muchos padres, pero el lunes será el turno de los abuelos, que son los que acaban supliendo los problemas de conciliación a los que se enfrentan las familias.
Tomás y María José cruzan los dedos para tener la misma suerte que en el curso pasado, en el que solo tuvieron que hacer una cuarentena. Se libraron de los positivos covid en los grupos de sus hijos, pero este año, con el pequeño en 1º de Infantil, tienen más posibilidades. Lo peor, admiten, es que si hay un positivo y cierran el aula, el encaje de bolillos se complica un poco (bastante) más.
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