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El Concilio Vaticano II ha saltado a la palestra en los últimos días tras el terremoto religioso desatado por las clarisas de Belorado al romper con Roma. Sin embargo, pese a estar en boca de todo el mundo, no todos tienen claro en qué consistieron estas nuevas indicaciones y reformas que provocaron cambios muy profundos en la Iglesia Católica que hoy se conoce.
En la Iglesia Católica ha habido 21 concilios, el último de ellos el Concilio Vaticano II y se llama así porque la reunión fue precisamente en el Vaticano. El Papa Juan XXIII convocó este encuentro en 1962, 100 años después del último, porque los fieles se les estaban escapando. Se habían dado cuenta de que la institución era muy cerrada y necesitaba abrirse al resto del mundo para conseguir más fieles y expandir su fe.
Se reunieron cuatro veces en cuatro años, varios días unas 3.000 personas en la Basílica de San Pedro. 2.500 obispos, sacerdotes, etc. Y durante esos cuatro años estabelcieron los documentos para debatir cuatro constituciones (documento doctrinal o teórica), nueve decretos (la práctica) y tres delcaraciones finales, que tienen que ver con los objetivos o cambios que se aplicarían después a la Iglesia.
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Todos los documentos están en todos los idiomas en la página web del Vaticano y son accesibles para cualquiera. Buscaban tres objetivos: promover la fe católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana en los fieles y adaptar la disciplina eclesiástica a los nuevos tiempos. Este cambio fue muy importante, antes el fiel tenía que acercarse a la Iglesia y, desde ese momento, se dieron cuenta de que tenían que abrirse al mundo y acercarse ellos a los fieles.
Esta gran apertura de la Iglesia es lo que dicen rechazar las monjas de Belorado y Pablo de Rojas, el supuesto obispo excomulgado que las acompaña. Un concilio que se basa en tres conceptos: diálogo, apertura y actualización. El mundo no se iba a adaptar a la Iglesia, además decidieron un acercamiento a otras religiones reconociendo que todas tienen parte de verdad, aunque sea la principal la católica.
Hasta ese momento también rechazaban los medios de comunicación que existían, como radio, cine, teatro y televisión, pero se dieron cuenta de que eran una buena herramienta para difundir la palabra y la fe. Este punto entraría en contradicción con lo que están haciendo las monjas de Belorado, que rechazan el Concilio, pero conceden entrevistas en televisión y difunden su mensaje en redes sociales como Instagram. Precisamente así, se están acercando a la gente y expandiendo su imagen y su palabra.
Pero el cambio más visible y notable fue la liturgia, antes del concilio la misa se daba de espaldas y en latín y, desde ese momento, se empezó a dar en la lengua del fiel para que pudiera entenderlo y que el sacerdote se diera la vuelta para mirar a la gente.
En definitiva, la Iglesia fue consciente de se estaba cerrando demasiado en sí misma y que eso les estaba haciendo perder adeptos. Por este motivo, el concilio fue la vía de apertura para acercarse a la gente y esto fue un cambio fundamental dentro de la Iglesia Católica. Habría que hacer el ejercicio de imaginar cómo era de cerrada la Iglesia hace 60 años, antes de actualizarse con este concilio que ha vuelto a saltar a la opinión pública por el rechazo público de las monjas de Belorado.
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