Así afecta el miedo al cuerpo humano según la ciencia

Ante este pánico, se abren dos posibilidades: enfrentarse o huir. Es en ese momento cuando el cuerpo humano se tensa, el vello se pone de punta, nos estemecemos, se nos revuelve el estómago, nuestra piel palidece o enrojece, etc.

Todas esas reacciones son respuestas que nuestro organismo da a esos estímulos desde el cerebro reptiliano, la parte más primitiva de este órgano, que se encarga de que estemos preparados para afrontar cualquiera de las dos situaciones.

Los cambios hormonales producen dilatación de pupilas, aceleración del pulso, vista de túnel, pérdida de concreción de la audición o sudoración son otros fenómenos que experimentamos cuando tenemos miedo y que tienen un sentido concreto.

Aunque parezca un sentimiento angustioso, una sensación que nos bloquea más que nos deja avanzar, Bárbara de Aymerich explica que es el miedo el que nos ha ayudado a llegar con vida y evolucionar hasta el día de hoy.

Desde los primeros pasos del hombre en la tierra, estas reacciones que nos provoca nos han ayudado a adaptarnos a las diferentes complicaciones que hemos tenido que afrontar, desde animales salvajes hasta fuegos descontrolados.

Algunos de ellos son innatos, de ahí que los bebés, cuando oyen ruidos fuertes o sienten que se caen, activan el reflejo de Moro abriendo las palmas de las manos y estirando las extremidades para intentar paliar cualquier contratiempo y seguir alimentándose.

Los miedos adquiridos y los producidos son otros tipos de sentir miedo de manera racional que nos explica la ciencia, ya sea por el disfrute de ver una película o por algún hecho traumático que nos haya sucedido.

Por otro lado, existen pánicos irracionales como son las fobias, que nacemos con ellas y nos afectan sin ningún precedente como pueden ser la aracnofobia, la agorafobia o la claustrofobia.

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